martes, 16 de abril de 2019

LA INDUSTRIA CONSERVERA EN ALCANTARILLA


Pedro L. Cascales López

            Apuntes y breve resumen sobre la industria conservera en Alcantarilla.

            Se considera a Nicolás Appert (1749 -1841) como la persona que solucionó el gran problema de la conservación de alimentos perecederos de una  forma eficaz, con lo que ello tenía de interés en el aspecto militar, tanto en las flotas como en los desplazamientos de los ejércitos, repercutiendo también, lógicamente, en el consumo civil.

            En Murcia, ya en el último tercio del siglo XIX, existían una serie de confiterías artesanales y casas particulares en las que se elaboraban pulpas de algunas frutas así como envasado de tomate en botellas de vidrio, algo, esto último, que ha permanecido en el tiempo hasta la actualidad en el medio rural.

Según el profesor José Miguel Martínez Carrión la primera  fábrica de conservas de Murcia, que puede considerarse como tal, es la promovida por el catedrático de agricultura Tomás Museros y Peña en el año 1886, instalada en un local del Barrio de San Juan de Murcia (nº 1).  También a finales de ese mismo año de 1886 se funda la sociedad “Vinícola de Levante” dedicada a la “compraventa y exportación de conservas” (nº 2). En el siguiente año de 1893, Juan Montesinos Ardid funda una fábrica dedicada en principio a la elaboración de carne de membrillo en la carretera de Espinardo (nº 3). En el año 1895, los socios Pérez y Crech también fundan una fábrica de conservas “con los adelantos más modernos” y “única en la provincia” (según su propia propaganda) en la pedanía murciana de Santiago y Zaraiche, instalando una máquina de vapor, la primera, en el siguiente año de 1896 (nº 4). En el año 1897, Juan Esteva Canet instala un secadero de albaricoque –oreillón u orejones– en unos terrenos sitos en la Calle Mayor de Alcantarilla, junto a la entonces posada de “El Viruta”, edificando posteriormente una fábrica en la Carretera de Murcia en el año 1905 (nº 5 de Murcia y nº 1 de Alcantarilla).

Aquel “negocio” del momento, la industria conservera, da lugar a que tras Esteva se inicie la instalación de nuevas fábricas de conservas en Alcantarilla:
            1 – 1905 – Juan Esteva Canet
2 – 1907 – Nicolás Gómez Tornero (luego Ibáñez)
3 – 1908 – Florentino Gómez Tornero
4 – 1909 – Champagnes y Frères (luego Hero)
5 – 1914 – Pedro Cascales Vivancos
6 – 1916 – Salas, Navarro y Verdú (luego Cobarro)
7 – 1917 – Manuel Hernández Muñoz
8 – 1918 – Juan Antonio López Martínez (luego H. Pagán)
9 – 1920 – Francisco González González (luego Gambín)
10 – 1928 – Jesús Caride Lorente
11 – 1948 – Familia Pellicer
12 – 1957 – Diego y Ginés Silla Carrillo

Analicemos brevemente cada una de ellas:

Nº 1
En el año 1897 JUAN ESTEVA CANET, hijo del mallorquín Juan Esteva Oliver instala una actividad para el tratamiento del oreillón u orejones (albaricoque búlida partido) en un lugar de la Calle Mayor cercano a la antigua Posada del Viruta. Al parecer en unos terrenos frente a la Calle de la Nona.
En el año 1904 solicita licencia para construir una fábrica de conservas en la carretera de Murcia, a la salida de la población, cuya casa y chimenea aún se conservan. Su actividad cesó en el año 1968, pasando por la elaboración de chocolate y fábrica de hielo, ya en manos de su hijo Juan Esteva Salom.


Foto de Julio Ruiz de Alda. 1929


Chimenea. Actualmente casi desaparecida. Junio 2000. P. Cascales

Foto del vuelo americano. 3-5-1956. Está instalada la plaza de toros en terrenos de Cobarro
6-12-1965. P. Cascales

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles

Fachada de la fábrica. Febrero 1978. P. Cascales

16-12-1981. P. Cascales

Fachada recién acabada la actividad. Marzo 1983. P. Cascales


Nº 2
En el año 1907, NICOLÁS GÓMEZ TORNERO, exportador de fruta en fresco procedente de Abarán, solicita licencia para construir una fábrica de conservas en la carretera de Murcia.
Tras una escasa actividad y diversas vicisitudes en cuanto a sus usos, esta instalación acabó en manos del alcantarillero y maestro conservero de Esteva y Caride, Jesús Ibáñez Semitier, que mantuvo la actividad conservera hasta la década de los setenta.
Foto de Julio Ruiz de Alda.1929

16-12-1981. P. Cascales


Nº 3
            En el año 1908, FLORENTINO GÓMEZ TORNERO, hermano del anterior y también exportador de fruta en fresco, solicita licencia para la construcción de una fábrica de conservas cercana a la de su hermano Nicolás.
            Esta fábrica se mantuvo hasta la década de los sesenta y contaba con la chimenea más alta de todas de las construidas en Alcantarilla.
            En sus terrenos se llevó a cabo la llamada Urbanización Florentino Gómez.


Foto hacia los años 20 tomada desde la puerta de entrada.
De un anuncio. Archivo Histórico Municipal

Foto de Julio Ruiz de Alda. 1929

Anuncio en la revista Semana Santa. 1953

6-12-1965. P. Cascales

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles


Nº 4
            En el año 1909 la sociedad franco-inglesa CHAMPAGNES ET FRÈRES LTD., solicita licencia para la construcción de una fábrica de conservas frente a la ya existente de Juan Esteva Canet. La fábrica de “los champanes” como era conocida por la población.
            La empresa no funciona y en el año 1910 queda como propiedad de sus acreedores Gustaf Schach Sommer y John Campbell, que tienen como apoderados a Jorge Rayner y Francisco Esteve. Posteriormente venden la fábrica a “SUCCESEUR DE FRANCOISE VIGNATIÉ”, de Burdeos.
            En el año 1921 compra la fábrica la empresa “CONSERVAS LENZBOURG” de Suiza, antes “HENCKELL S.A.”, cuyos propietarios Henckell y Roth forman con sus iniciales He y Ro la marca Hero, “HERO-ALCANTARILLA S.A.”, que pasa a ser “HERO-ESPAÑA S.A. en el año 1973.
Es la única fábrica que permanece y ha aumentado sus instalaciones de forma continua a lo largo del tiempo, pero ya manteniendo gran parte de su fabricación conservera de fruta fuera de Alcantarilla.


Foto de Julio Ruiz de Alda. 1929



Chimenea. Desaparecida. Mayo 1979. P. Cascales

Foto del vuelo americano. 3-5-1956
Chalé frente a la fábrica en donde residía su primer director, Don Guillermo
Schmidhauzer, persona muy querida y apreciada en Alcantarilla y cuyo ejemplo
parece que no siguieron otros encargados posteriores

Anuncio en la revista Semana Santa de 1959

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles

11-8-1973. P. Cascales

Junio 1979. P. Cascales
16-12-1981. P. Cascales. Entrada a la población. Resulta difícil de entender
que una empresa que tanto ha recibido de un ayuntamiento se muestre
tan cicatera y edifique hasta el último palmo de suelo impidiendo el realizar
un acceso adecuado al pueblo de Alcantarilla

Febrero 1988. P. Cascales. Antigua Carretera de la Puebla, antes Camino Real
de Andalucía, antes posible calzada romana, cedida por el ayuntamiento
a la empresa
Marzo 1988. P. Cascales. La misma calle anterior. Esta cesión  estuvo
 acompañada de hechos vergonzosos ocurridos en los plenos en los que
encargados de la empresa con algunos empleados comparsas
abucheaban a los concejales que pedían transparencia en una
operación que se realizó de una manera turbia y torpe por parte
del entonces alcalde Pedro Toledo. Incluso fue apartado y represaliado un
funcionario que se negó a firmar unos informes que parecían dictados
por la propia empresa en contra de los intereses públicos. La sensación
que existía en aquellos momentos era que quien mandaba en el
ayuntamiento era un tal Francisco Teruel, empleado de la empresa

Marzo de 1988. P. Cascales. La nueva fachada de la fábrica

10-11-2002. P. Cascales. La nueva ampliación una vez cruzado
el desvío o Calle Príncipe
10-11-2002. P. Cascales

10-11-2002. P. Cascales
Evolución de la fábrica a través de los años



Nº 5
            En el año 1914 el alcantarillero comerciante de alimentación y otros productos PEDRO CASCALES VIVANCOS construye una fábrica de conservas en la Calle Marqueses de Aledo y Cuesta, ampliando sus hijos Pedro, Miguel y Eduardo las instalaciones a partir del año 1935 en las Calles de La Cuesta, ahora Eusebio Martínez, Calle de la Palmera y Calle de Mula o Ramón y Cajal, aparte de los coloniales, salazones, cámaras y molino de pimentón en la carretera de Murcia y turbina eléctrica en Rincón de Beniscornia para dotar de electricidad a las poblaciones cercanas.
            En el año 1979 acaba su actividad, ya en manos solamente en los últimos años de su hijo Miguel Cascales Sánchez.
            Se da el hecho curioso de que de todos los conserveros es el único originario de una familia documentada en Alcantarilla desde hace más de quinientos años.

Foto de Julio Ruiz Alda. 1929. Primera instalación en las calles
Marqueses de Aledo y Cuesta (ahora Eusebio Martínez)

1984. Foto Pedro Carrillo. Fachada de la fábrica a la
calle Marqueses de Aledo. Archivo Histórico Municipal

Hacia 1920. Empleados en el baño maría de los botes
Hacia 1930. Empleados formando una pila de botes de 5 kilos

Hacia 1945. Varios empleados sobre una de las calderas. Archivo
Histórico Municipal

Fachada del edificio construido hacia el año 1918 por Juan Antonio
López Martínez en la Calle de la Cuesta para refinería de aceites
y vendido para fábrica de conservas al marido de su sobrina,
Miguel Cascales Sánchez en el año 1935

Febrero 1978. P. Cascales. Fachada a la Calle de la Cuesta

Junio 1963. P. Cascales. Fachada a la Calle de la Palmera
Mayo 1963. P. Cascales. Chimenea de la fábrica, gemela
de la fábrica de La Esencia, también mandada
construir por Juan Antonio López Martínez

Anuncio en la revista Semana Santa del año 1952

Montaje fotográfico hacia el año 1955 para publicidad. Las
empleadas están poniendo etiquetas a los botes y colocándolos
en las cajas de madera

Stand de la Feria de la Conserva y Alimentación del año 1958.
Obra del escultor Nicolás Martínez Ramón

Junio 1963. P. Cascales. Camión cargado de cajas de albaricoques

Junio 1963. P. Cascales. Pila de botes de 5 kilos

Hacia 1965. Foto de Paisajes Españoles

26-11-1966. P. Cascales

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles


Nº 6
            En el año 1916 ANTONIO SALA, junto a sus socios NAVARRO Y VERDÚ solicita licencia para una fábrica de conservas en el Camino de la Voz Negra, junto a la vía férrea, que hasta muchos años después era conocida como “la fábrica de los Salas”.
Posteriormente, tras la Guerra Civil, esta fábrica es vendida a Basilio Antonio Cobarro Tornero, exportador de fruta en fresco procedente de Abarán, y es ampliada por sus hijos Basilio, Jesús, Joaquín, José y Antonio Cobarro Yelo, que llegan a construir una gran factoría con acceso incluso del ferrocarril. Sus ventas eran generalmente en el extranjero, utilizando largos convoyes ferroviarios y líneas aéreas de transporte que partían de San Javier hacia Inglaterra para los productos en fresco.
En el año 1968 se fusionan con la conservera HORTÍCOLA DEL SEGURA, que tenía su fábrica en Las Atalayas en Murcia, construyendo una enorme fábrica en Puente Tocinos que solamente estuvo en funcionamiento hasta el año 1978, encontrándose en la actualidad sus instalaciones segregadas en diferentes partes y actividades.
Esta empresa: COBARRO HORTÍCOLA S.A. llegó a ser la primera factoría conservera de España y tercera de Europa, no habiendo sido superada nunca en cuanto a volumen de tonelaje expedido.



Anuncio en la revista Semana Santa del año 1952

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles

11-8-1973. P. Cascales

18-12-1981. P. Cascales. Fachada principal de la fábrica

Junio 1979. P. Cascales

Junio 1979. P. Cascales

Marzo 1983. P. Cascales. Fachada de la casa familiar
de los Cobarro en la Calle del General Mola, hoy Calle de la Nona

Junio 1988. P. Cascales. Fachada de la fábrica al Camino
de la Voz Negra, hoy Avenida de Basilio Cobarro

Junio 1988. P. Cascales. Puerta general de entrada a
la fábrica

Junio 1988. P. Cascales. Extremo sur de la fachada con
las ventanillas para el pago semanal de las nóminas

Junio 1988. P. Cascales. Patio interior de la fábrica

Junio 1988. P. Cascales. Parte posterior con las vías para la
entrada de los ferrocarriles a las naves

Junio 1988. P. Cascales. Vestíbulo de entrada y escalera
de acceso a la planta superior

Junio 1988. P. Cascales. Uno de los despachos

Junio 1988. P. Cascales. Laboratorio



Junio 1988. P. Cascales. Chimenea de la fábrica


Resultado urbanístico de los terrenos de la fábrica



Nº 7
            Hacia el año 1917, el notario de Alcantarilla MANUEL HERNÁNDEZ MUÑOZ construyó una fábrica de conservas en la Calle de Mula o de Ramón y Cajal esquina a la hoy Calle Polo de Medina y entonces senda de la huerta, en unión de sus hijos Ángel, Félix, Valentín y Manuel.
            Su actividad duró pocos años y parte de ellos lo fue en sociedad con el también conservero Pedro Cascales Vivancos y con Enrique López Pérez de Tudela (residente y dueño de la Casa de las Cayitas, llamada así por su hija Caya López).


6-12-1965. P. Cascales
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles

11-8-1973. P. Cascales

Enero 1978. P. Cascales. Las naves de la fábrica pocos días
antes de su derribo


Febrero 1978. P. Cascales. Tras el derribo solamente queda
en pie la chimenea. Por poco tiempo



Nº 8
            En el año 1918, el propietario de una serrería, refinería de aceite y otras empresas JUAN ANTONIO LÓPEZ MARTÍNEZ procedente de la Puebla de Don Fadrique, solicita licencia para construir una fábrica en la esquina del Camino de Cartagena con el Camino de la Voz Negra, hoy Calle de San Sebastián.
            Su actividad conservera fue escasa, pasando a ser una instalación destinada a la destilación de esencias y de ahí el nombre por el que era conocida: “Fábrica de la Esencia”.
            La empresa fue vendida a Clemente García, de Murcia, y en el año 1950 fue adquirida por Luis Hernández Guzmán, procedente de Fuente Álamo y Totana, que junto con sus hijos Luis, Juan Pedro y Ginés Hernández Pagán siguieron con la actividad conservera hasta su cierre en 1982.
            Su chimenea, gemela de la existente en la fábrica de Cascales y mandadas construir ambas por Juan Antonio López Martínez, permanece hoy en la plaza allí existente.

Foto de Julio Ruiz de Alda de 1929. La fábrica está totalmente
rodeada de huerta

Anuncio en la revista Semana Santa del año 1953

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles

11-8-1973. P. Cascales

Febrero 1979. P. Cascales. La chimenea desde la Calle Mayor

Marzo 1979. P. Cascales. Fachada de la fábrica al
Camino de la Voz Negra

Junio 1979. P. Cascales


Junio 2000. P. Cascales. La chimenea es una de las que
se ha podido mantener



Nº 9
            Hacia el año 1920, FRANCISCO GONZÁLEZ GONZÁLEZ de Murcia construye una fábrica de conservas junto a la vía férrea en Javalí Nuevo pero dentro de la demarcación de Alcantarilla.
            En el año 1947 vende la fábrica a José Gambín Melgarejo de Rincón de Seca, que mantiene la actividad junto con su hijo José y los hijos de éste, José y Juan Gambín Murcia hasta el cierre de la empresa a finales de los sesenta.


Foto de Ruiz de Alda de 1929. La fábrica no llega hasta
la vía férrea

26-11-1966. P. Cascales

11-8-1973. P. Cascales

Septiembre 1980. P. Cascales

Marzo 2001. P. Cascales. Restos de la caldera de la fábrica



Nº 10
            En el año 1928, JESÚS CARIDE LORENTE, hijo del gallego afincado en alcantarilla José Caride Sisto comienza una actividad conservera ayudado por su hermano José, en las instalaciones de una serrería ubicada “en el campo” de la localidad, hoy esquina de la Avenida Martínez Campos con la Calle Nuestra Señora del Carmen.
            Esas primitivas instalaciones se fueron ampliando con el tiempo llegando a ocupar toda la manzana, y contratando como maestro conservero a Jesús Ibáñez Semitier, que luego montaría su propia empresa en lo que fuera la fábrica de Nicolás Gómez Tornero.
            Caride tuvo también fábricas fuera de Murcia, cesando su actividad, como casi todos los conserveros, a finales de los setenta.
            Hoy permanece en pie la casa familiar y los restos de los muros de la fábrica.


Foto de Ruiz de Alda del año 1929. La fábrica está recién
Inaugurada y mantiene todavía sus dimensiones originales.

Anuncio en la revista Semana Santa del año 1955

18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles

11-8-1973. P. Cascales

1984. Foto de Pedro Carrillo. Fachada de la
casa de la fábrica. Archivo Histórico Municipal

Febrero 1979. P. Cascales. Chimenea de la fábrica


Junio 2000. P. Cascales. La chimenea ya derribada, precisamente
por José Sáez, hijo del que la construyó: Diego Sáez “El Moruza”

Julio 1999. P. Cascales. Fachada de la casa de la familia
de José Caride Sisto, padre de Jesús, en la Calle Mayor



Nº 11
            Hacia el año 1948, la familia PELLICER, muy ligada a la actividad conservera y agrícola, instala una pequeña fábrica de conservas en unos terrenos junto a la carretera de Murcia y la línea de término municipal con Murcia.
            Su actividad se desarrolló durante unos diez años, finalizando hacia el año 1958.


16-12-1981. P. Cascales.



Nº 12
            En el año 1957, DIEGO y GINÉS SILLA CARRILLO, hijos de Ángel Silla Vivancos, persona muy ligada a la actividad conservera, construyen en el Camino de la Piedra la que habría de ser la última fábrica de Alcantarilla, con una monumental chimenea que afortunadamente todavía permanece. Pero la caída del sector conservero estaba a punto de iniciarse y la fábrica tuvo por esa razón muy pocos años de actividad.

18-8-1968. Foto Paisajes Españoles

11-8-1973. P. Cascales

Junio 1979. P. Cascales

1984. Foto de Pedro Carrillo. Archivo Histórico Municipal

Junio 2000. P. Cascales. La última chimenea que se hizo en
Alcantarilla y que afortunadamente todavía se conserva


            A estas doce industrias habría moralmente que añadir la de Funes, al otro lado del río, en la carretera de La Ñora, y la de Pérez Almagro, en Javalí Nuevo, ambas enclavadas en término de Murcia pero a muy pocos metros de la línea de demarcación de Alcantarilla.

            Doce fueron pues las instalaciones realizadas en Alcantarilla para la actividad de la conserva vegetal, y lo fueron de todos los tamaños, desde la gran fábrica con casi dos mil empleos hasta la pequeña empresa familiar.
            Esta actividad industrial comenzó, como se ha visto, en la primera década del siglo XX y mantuvo su funcionamiento hasta la década de los años ochenta de ese mismo siglo, en que los problemas con los aranceles y con los créditos bancarios necesarios para mantener la actividad desde el momento del pago al agricultor hasta el cobro del producto, dieron al traste con toda la industria que se desplomó como fichas de dominó en muy poco tiempo, sobreviviendo solamente en Alcantarilla la empresa Hero por contar con financiación extranjera.  

            En estos apuntes sobre la historia de la industria conservera tendríamos que considerar una época boyante de crecimiento y artesanal 1910-1945; una de estabilidad e inicios de mecanización 1945-1965 y finalmente otra de mecanización y declive 1965-1979.
            Con respecto a la mecanización hay que hacer constar que desde un primer momento los industriales conserveros estuvieron muy receptivos a toda mecanización de la actividad, pero la gran mayoría de la maquinaria que ofrecía el mercado en esos momentos no resultaba operativa y su nivel de averías o de fallos de diseño superaba todo lo asumible, por lo que la mano de obra personal, sobre todo femenina, resultaba insustituible.

            La actividad industrial conservera plena necesitaba para su funcionamiento una gran cantidad de agua, no ya solamente para la el lavado de fruta, escalde o almíbares, sino para el enfriamiento de los botes en el baño maría, en el que la renovación de las balsas para ese enfriamiento podía significar en una industria de tamaño medio el consumo de unos 40 m3/hora.
Por ese motivo, resulta lógico el que se buscasen aquellos emplazamientos en los que se tuviese asegurado el abastecimiento de agua y a un coste asumible, lo que ocurría con las acequias; sin descartar el que siempre se intentase captar mediante pozo cualquier otro caudal. Hay que tener en cuenta que las aguas potables no llegaron a Alcantarilla hasta el año 1925 y aun así, lo fueron con un caudal absolutamente insuficiente para cubrir las necesidades de una sola fábrica de conservas.
Así, Esteva se instala junto a la acequia de El Turbedal.
Nicolás Gómez dispone de brazales desde la acequia de La Daba y aceñas.
Florentino Gómez dispone también de la acequia de La Daba.
Champagnes tiene las acequias de La Daba y El Turbedal.
Pedro Cascales cuenta con el paso de la acequia de Alcantarilla o cequeta de la noria.
Salas y socios cuentan con aceñas que les llevan el agua desde la cequeta y también con un pozo.
Hernández tiene un brazal que le llega desde la cequeta.
Juan A. López tiene a la cequeta junto a la fábrica.
F. González obtiene el agua mediante aceña y contraceña desde la acequia de Barreras.
Caride se encuentra en un lugar alejado de cualquier acequia, pero funda la fábrica cuando la red de agua potable pasa por su puerta, por lo que construye depósitos que llena durante la noche.
Pellicer cuenta con los brazales de La Daba.
Silla cuenta asimismo con los brazales de la cequeta.

Ubicación de las fábricas de conservas y trazado de las acequias
que les suministraban el agua


Hay que tener en cuenta que el agua de estas acequias discurría dentro de la fábrica por un circuito de entrada y salida tras enfriar los botes del baño maría, por lo que no existía merma de agua de riego ni pérdidas de ningún tipo. La elevación de la misma solía hacerse con regolfos o motores. Como curiosidad, en el caso de la fábrica de Miguel Cascales, hijo de Pedro Cascales, el agua se elevaba mediante una pequeña noria colocada en el cauce de la cequeta; primero existía una de madera, y posteriormente se fabricó una de chapa de zinc.


Pequeñas norias que se colocaban en la cequeta


La actividad conservera en Alcantarilla supuso la creación de miles de puestos de trabajo, cierto que eventuales y de carácter femenino en su mayoría, pero también esa eventualidad era segura cada año; y en aquella época de paro generalizado y cartillas de racionamiento tras la guerra, Alcantarilla se convirtió en polo de atracción económica para muchas zonas circundantes. Algunas fábricas tenían que disponer de autobuses que recogieran mano de obra en poblaciones cercanas porque ya la población de Alcantarilla no podía suministrarla. Fueron años de un crecimiento económico rápido y estable que, como todo, pasó; y pasó posiblemente por una cortedad de miras de los poderes políticos, ya que es poco comprensible que una zona geográfica eminentemente agrícola no cuente con las necesarias industrias para canalizar esa producción.

El Ayuntamiento de Alcantarilla, desde la alcaldía y su concejalía de cultura, han manifestado su interés en realizar una exposición sobre esta industria conservera, pero en dos ocasiones no ha existido más remedio que posponerla debido a insalvables problemas logísticos de clasificación previa de documentación y utillaje, así como de difícil encaje físico y de espacio de una exposición de este tipo en la Casa de las Cayitas.
No obstante, desde el Archivo Histórico Municipal se está trabajando desde hace más de seis años en la recopilación de todo tipo de material sobre este tema, e incluso se ha confeccionado un panel representando lo que es la línea de fabricación de la conserva en su etapa artesanal e inicios de la mecanización, entre 1900 y 1960, que reproducimos a continuación centrándonos únicamente en el caso del melocotón, y que absolutamente nada tiene que ver con los modernos sistemas de fabricación de la conserva. Baste decir que algo ahora tan elemental y necesario como es la energía eléctrica, en aquellos momentos carecía de posibilidad de uso dada su falta de potencia y la irregularidad del servicio.

Ya casi todas aquellas personas que tuvieron protagonismo en esta actividad conservera han fallecido, pero uniendo los recuerdos propios con los puntualmente aportados por no más de dos o tres trabajadores y amigos de entonces, el panel ha podido llevarse a cabo.

Línea de fabricación de la conserva artesanal

Lo primero que necesitaba la industria era fuerza motriz y agua caliente. Y para eso estaba lo que podemos considerar el corazón de todo, que era una caldera o calderas que se abastecían de carbón por su mayor poder calorífico, aunque también podían ser abastecidas con madera e incluso huesos de frutas en actividades pequeñas. Esta caldera se ubicaba en una zona que se denominaba “la fogaina” y era manejada generalmente por dos o tres personas que debían de ser muy conocedoras del oficio y muy responsables, ya que toda la fabricación dependía de un perfecto funcionamiento de la caldera o calderas. Podemos establecer una perfecta similitud con lo que era el trabajo de un maquinista ferroviario. Además, cualquier fallo en su trabajo podía llegar a ser catastrófico si una caldera explosionaba por exceso de presión ante cualquier descuido.
Los humos de la caldera circulaban por un conducto subterráneo de ladrillo hasta la chimenea, mientras que el vapor generado pasaba a una máquina, generalmente de dos cilindros y también generalmente adquirida en Inglaterra, que convertía ese vapor en un movimiento rotativo mediante un cigüeñal y unas bielas. Recientemente el ayuntamiento ha conseguido y depositado en el Museo de la Huerta una de esas máquinas, en concreto la correspondiente a la fábrica de Miguel Cascales; y la empresa Hero conserva una más primitiva. Esta máquina transmitía ese movimiento rotativo a unos largos ejes que se distribuían por toda la zona industrial, en los cuales se encontraban colocadas una ruedas de madera de diferentes tamaños que, mediante correas, transmitían ese movimiento rotativo a la diferente maquinaria. Con ello, la fábrica disponía de la necesaria fuerza motriz.
También la caldera suministraba el agua caliente para el escalde de la fruta, los almíbares, y sobre todo abastecía a las calderas circulares y metálicas en las cuales se le daba el necesario baño maría a los botes.

Línea de la fuerza motriz


Para la confección de los botes, a la fábrica llegaban pesados bultos de más de mil kilos con planchas de hojalata, también generalmente desde Inglaterra, que eran cortadas, troqueladas, curvadas y soldadas por mujeres especializadas.
A las tapas de los botes se les incorporaba unas gomas para hacer estanque el recipiente, se rebordeaban y fondeaban, quedando listos para pasar al llenado de la fruta.


La hojalatería

La llegada de esa fruta desde las huertas era de forma muy variada según procediese de un lugar más cercano o más lejano, ya que por ejemplo, el melocotón de Lérida o de Andalucía era más tardío que el de esta zona y por lo tanto, dada la distancia, siempre se transportaba en camiones de 5.000 o 6.000 kilos de carga.
De vez en cuando llegaban también camiones desde zonas cercanas, pero lo más normal eran las motocarro (“Isocarro”, si era de la marca Iso), los carros, e incluso algunos huertanos traían la fruta en sus propias bicicletas.
Las cajas de madera con la fruta, de unos 30 kilos, se descargaban a mano, una a una, y se colocaban, bien directamente sobre una báscula, bien sobre una carretilla que luego se colocaba también sobre la báscula. De ahí se pasaba a “la estriadora” que clasificaba la fruta por tamaños, llegando después a las cuchillas, en las que cada fruta se cortaba por la mitad, una a una, y tenía que ser con mucho cuidado para no llevarse parte de un dedo por delante.
Una vez la fruta partida llegaba el turno de “los perrillos” o pequeños útiles que servían para sacar limpiamente la mitad de cada hueso. Estos “perrillos” fueron evolucionando con el tiempo en diferentes modelos pero siempre basados en el mismo fundamento mecánico.
La fruta partida y deshuesada llegaba a una gran máquina con un cilindro perforado en la que se procedía al escaldado mediante el uso de sosa, pasando después a “las mesas” en donde se realizaba el llenado de los botes con la fruta y se colmataba con almíbar, tras lo que se pesaban uno a uno en unas balanzas y se procedía a su cerrado manual mediante una máquina denominada “cerradora”.
Los botes se depositaban entonces en una especie de “jaulas” que se sumergían en unas calderas con agua caliente a fin de darles el necesario baño maría durante unos veinte minutos, para luego sumergirlos rápidamente en una balsa colindante llena de agua fría.
Terminado el proceso se procedía a realizar el almacenamiento de los botes mediante “las pilas” por personal muy especializado ya que se llegaba a casi los cuatro metros de altura, y el desplome siempre era un peligro.
Dejados pasar unos días, para poder detectar cualquier “bombeo” o fallo de estanqueidad, se procedía al etiquetado de cada bote, uno a uno, y su colocación en las cajas, bien de madera, o bien de cartón, como ya ocurría en los últimos años. Y de ahí al camión, cargando a mano caja a caja.


La línea de la fruta

El azúcar para la conserva procedía generalmente de Cuba y llegaba en unos grandes sacos de lienzo blanco de 100 kilos de peso que se descargaban, como todo, a mano, o mejor dicho, a espalda. Con este azúcar se realizaba el almíbar en unas calderas de cobre con unas aspas que agitaban la mezcla, pasando después al llenado de los botes. En esas mismas calderas se confeccionaba las mermeladas.


La confitería

Un apartado muy importante en la fábrica era la carpintería. Hasta la llegada del cartón, todas las cajas, tanto las de la fruta como las de los botes eran de madera y realizadas en la carpintería de la propia fábrica. Desde las serrerías llegaban los paquetes de tablas ya cortadas a medida y los carpinteros montaban los diferentes tipos de cajas.


La carpintería

La aparición del cartón supuso la caída de la industria de la madera en Alcantarilla, luego rematada por el plástico. En la fábrica de conservas se recibían los grandes paquetes de cartón en planchas, generalmente de Bañeres, que eran marcados con unos regles en unas mesas especiales y luego montada la caja y pegados los fondos a base de engrudo y precinto para poder soportar los veinte o treinta kilos de peso de los botes.


El cartón

  

Cuando cesó en Murcia la actividad conservera asistimos a una corriente social emanada desde el Ayuntamiento de Murcia y la Asociación de Conserveros de hacer un Museo de la Conserva. Parecía que había voluntad en ello, incluso se designó el local: el pabellón de la FICA, y muchos conserveros donaron maquinaria, utillaje y documentación, pero todo se desinfló como un globo pinchado, e incluso todo el material depositado en el pabellón desapareció con rumbo a la chatarrería más cercana. Murcia es así. No existe en España ninguna provincia que haya despreciado de esa manera a quien tanto le dio de comer durante tantos años e hizo además que su nombre fuese conocido en toda Europa. En Murcia llegaron a existir casi 300 fábricas de conservas que daban trabajo a miles y miles de trabajadores, y es innegable que mucho de lo que hoy es Murcia se lo debe a esa actividad industrial.





















Cuando en el año 1982 se confeccionó el Plan General de Ordenación Urbana siendo alcalde Francisco Zapata Conesa, y miembro del equipo redactor el que esto suscribe, se habló con el amigo Juan Esteva Salom sobre su parecer de que el edificio de su antigua fábrica de conservas se mantuviera para un futuro y posible Museo de la Conserva, mostrándose totalmente de acuerdo.
Hoy, casi cuarenta años después, el edificio poco a poco se derrumba y nada se hace. Subvenciones hay para todo, incluso para hacer fantasiosos disparates, como todos los días nos cuentan en los medios de comunicación; y el concepto de museo ha evolucionado; una instalación de este tipo debe ser sostenible y no una carga ni un pozo sin fondo en gasto público; basta con establecer un proyecto asumible de mantenimiento que abarque diversas facetas y usos. Todo es posible si se quiere.
A requerimiento de la concejal María Luisa Martínez, se le entregó hará aproximadamente un año un pequeño escrito con algunos bosquejos de lo que podía ser ese museo, o mejor, esas instalaciones. Son solo eso, bosquejos, ideas.








Sobre el tema de la conserva en Alcantarilla puede consultarse “Las chimeneas industriales de Alcantarilla” y “Conservas Cascales 1914-1979” en www.plcascales.com