martes, 29 de octubre de 2024

LA TABERNA DE "PERICO EL GUINDILLA"

 

Pedro L. Cascales López

 

          Alcantarilla siempre ha sido, desde su fundación junto al Río Segura, un encuentro de rutas de bastante importancia, ya que en ese lugar se cruzaban los caminos que discurrían por todo el valle del Segura-Guadalentín hacia Andalucía con los que unían la costa, antigua Cartagena y Mazarrón, con el interior de la península.

          Inherente a estas rutas, y ya desde época romana, necesariamente debían encontrarse edificaciones destinadas a dar servicio a los viajeros, comerciantes, militares y a sus correspondientes carruajes y caballerías, pero solamente podemos deducirlo por pura lógica porque no nos ha llegado ninguna fuente y ni siquiera restos que pueda aportarnos datos fidedignos, más allá de las “piedras de don Emilio”, algún ánfora y pedazos de cerámica.

          Sí sabemos que ya en época musulmana la actividad económica de la población estaba basada en la agricultura y en la arriería, y sus caravanas y cáfilas, como protección ante asaltantes, abastecerían de diversos productos, especialmente los agrícolas, a las poblaciones situadas a unos cien kilómetros a la redonda, volviendo esas caravanas a la población con mercancías existentes en esos lugares de destino. Existía pues el porte y el reporte.

          Y aparte de esas necesarias ventas o posadas para transeúntes existían algunos establecimientos más modestos para atender al agricultor tras su dura jornada en la huerta, o bien en los días festivos, o bien a aquellos que, ya mayores, sencillamente pasaban el día en ellos merecidamente.

          Durante muchos siglos esta fue la pequeña historia de estos locales en esa ya importante población hasta que a partir del siglo XVIII, con el crecimiento del núcleo urbano, comenzaron a proliferar, modestamente, las llamadas tabernas, aunque no podamos disponer de datos concretos gracias a los señores e ilustrados franceses que quemaron los archivos municipales.

          Ya en el siglo XIX la posada más importante, con gran patio para carruajes y caballerías, era la denomina “Posada del Sol” que luego pasaría a ser la “Posada del Tío Viruta” ubicada en la Calle Mayor esquina al callejón denominado también como Viruta, y situada entonces a las afueras de la población. Y frente a ella, en el solar que luego ocuparía el bar de Mateo o “Bar Perú” se encontraba la “Posada del Águila”, aunque de muchas menores dimensiones que la anterior. En fecha muy posterior, y ya pasadas las vías, se encontraba otra gran posada, la de “San Antonio”, entre la actual carretera, hoy Calle Mayor, antes Calvo Sotelo, y la actual calle Ángel Galindo (antiguo Camino de Lorca), y cuya cercanía al ferrocarril le reportaba bastante clientela por aquello del cambio de trenes. Existían además algunas casas particulares que alojaban viajeros, militares o guardias civiles en caso de necesidad; y poco a poco surgieron nuevas posadas y tabernas.

          No es objeto de estas breves líneas el contemplar la historia de estos establecimientos, sobre los cuales puede obtenerse alguna información, no mucha, pero interesante, en las Actas Municipales. No obstante, no nos resistimos a reproducir un comunicado a principios del año 1825 en el que un vecino de Aspe, llamado Antonio Cánovas, ofrece suministrar al ayuntamiento el vino que se consuma al precio de 13 reales (imaginamos que sería el precio de la arroba, 16´133 litros). Se acepta por el ayuntamiento siempre “que el vino sea bueno”. Para su venta hablan de una casa sita en la Calle Mayor que linda por levante con otra casa de Ginés Carrillo, por mediodía con la citada Calle Mayor y por poniente con la calle pública llamada de La Palmera y por el norte con la casa de Bartolomé Castillo. Su ubicación está muy clara, no existen dudas.

          Pero nuestro objetivo es en este caso la llegada a Alcantarilla, procedentes de la Puebla de Soto, de la familia Ballesta Manzano, “los Guindilla”, compuesta por tres hermanos Perico, José y Antonio.

          Ellos significaron, más o menos en los dos últimos tercios del siglo XX, un importante “refuerzo” en el sensible sector de las tabernas. Su atención al cliente, la calidad de sus vinos, sus excelentes tapas, gracias a sus mujeres, su “caer bien” y su atención a los “perroquianos”, fueron una referencia obligada en el pueblo; un pueblo en el que la existencia de “bares” prácticamente no existía. Solamente existían “las tabernas” como lugar de encuentro y de “consolación”. Eran los lugares del “dónde vamos”, y del decir “vamos a ver” a Pepe, a Antonio o a Perico, sin dejar ni mucho menos en el olvido las importantes tabernas ya existentes en el pueblo y que gozaban de un más que merecido prestigio, como la de la “Nena del Rincón” en la Calle de Los Pasos, que en palabras de un personaje como Pedro Herrero “El Chuquel” era la que mejor vino tenía. Y si lo decía el amigo Herrero es que eso era totalmente cierto.

 

Fotografía enmarcada que tenía Perico el Guindilla y que por lo tanto debía tener una especial importancia para él. Aparece una desconocida taberna y sentados en la puerta unos desconocidos clientes. No sabemos más. Por un fallo inexplicable no le preguntamos a Perico qué taberna era y quienes eran esas personas. Mea culpa

 

Audio de una grabación de mayo de 1980. Fulgencio Saura Mira y el que esto suscribe se sientan con Pedro Herrero Ruiz “El Chuquel”, verdadero personaje de este pueblo, perteneciente a una importante familia de comerciantes de alimentación, apreciada y querida por todos. Su hermana fue la fundadora de la Administración de Loterías “Las Vías” en la Calle de Los Pasos. En esta grabación (que ha costado bastante trabajo restaurar y hacer audible) Pedro hace un recorrido general por las tabernas del pueblo como “mayor entendido” del tema – 16 min 6 seg

 

Cafetera de cobre a la que hace alusión Pedro Herrero que estaba en la diminuta taberna “La Caja de Mixtos” junto al que luego fue Estanco de Rafael. Su pequeño mostrador tenía una altura de más o menos un metro y medio. En el compartimiento pequeño se echaba el anís y en el grande el café. Era un lugar muy frecuentado por los pilotos rusos que estaban en la Base Aérea durante la guerra (PLCascalesL)

          Vamos pues a centrarnos en Perico “el Guindilla”, que fue el primero de los hermanos Ballesta Manzano (Pedro, Pepe y Antonio) en venir a Alcantarilla. Es además algo obligado por una cuestión de disponibilidad de fuentes gráficas.

          Antonio tenía el local de más capacidad, en la calle de Los García, luego estaba Perico, que llenaba la calle San Sebastián con sus mesas en la época estival, y la más pequeña pero no por eso de menor movimiento, estaba la de Pepe en la Calle Mayor.

          Perico fue, como ya hemos dicho, el primero en venir a Alcantarilla y se instaló en la Calle de Los Carros, entre las calles de San Sebastián y Moncada. Luego en otro local en la Calle de La Cuesta y finalmente en su lugar definitivo en la Calle de San Sebastián pared por medio con la “Casa Consistorial”, esa “Casa” que el recordado amigo policía municipal Alfonso Egidos les dijo un día a unos viajeros, que preguntaban por esa “casa”, que Alcantarilla era un pueblo pequeño y que esa “casa” tan importante debía estar en Murcia. Que fueran y preguntaran allí.

 

Situación de las definitivas tabernas de los tres hermanos “Guindilla” (Plano Catastral de Urbana de 1972 de Agustín Pineda Enríquez)

 

Edificios de las tabernas de Pepe (Calle Mayor), Perico (Calle San Sebastián) y Antonio (Calle Los Garcías). Fotos de Pedro Carrillo “Rogelio” en 1985 para la Oficina Técnica Municipal

          La pequeña historia de estas tabernas y de los hermanos Ballesta Manzano “los Guindilla” ya ha sido tratada por el amigo Fulgencio Saura Mira, prolífico e importante pintor e hijo de pintor, y también en su día Secretario del Ayuntamiento de Alcantarilla, en un tiempo que parece que fue ayer, pero que ya han pasado bastantes décadas.

          Fulgencio hacía sus “pinitos” sobre la historia de Alcantarilla, y en el año 1981 publicó su trabajo “Por las tabernas de Alcantarilla”, en el que a lo largo de 180 páginas nos relata sus vivencias por las tabernas del pueblo y sus conversaciones con los protagonistas, que adorna con su particular estilo, que tendía siempre más hacia lo literario y poético que hacia lo estrictamente histórico.

Fulgencio Saura Mira, abogado, Secretario Municipal de Alcantarilla, cronista histórico, Académico de la Academia de Alfonso X el Sabio, prolífico pintor y, sobre todo, una excelente persona

 

Portada del libro “Por las tabernas de Alcantarilla” 1981, de Fulgencio Saura Mira

          Cuando inició Fulgencio su recorrido por las tabernas para recabar datos y entrevistar a sus protagonistas le acompañé en algunas ocasiones portando una voluminosa grabadora de audio y una pesada máquina de fotografías reflex Asahi Pentax que llamaba la atención (¡igual que ahora, que llevas cámara y vídeo en el bolsillo y encima obtienes mejores resultados!) a fin de poder reproducir las antiguas y generalmente deterioradas fotografías que nos mostraban, y también en alguna ocasión, grabar en audio las manifestaciones de taberneros y clientes, especialmente de Perico “El Chuquel” (reproducido más arriba), para poder facilitar luego la redacción de los textos. Y ni que decir tiene que estábamos obligados, muy a nuestro pesar, que conste, a probar toda la variedad de vinos que nos recomendaban los dueños de las tabernas y algún que otro asiduo cliente, amigo, o “perroquiano”.

          Ahora, cuando ya han pasado casi 45 años de la publicación de ese libro de Fulgencio, hemos rescatado audios y documentos gráficos que complementan ese trabajo, con la dedicación expresa de todo ello a los hijos y nietos de Perico y su mujer Antonia, siempre en la sombra, pero siempre, junto a su nuera Milagros, como un motor imprescindible para el funcionamiento del local. Muchas gracias a las dos por todo lo que hicieron por estos pobres hambrientos y sedientos.

          Reproducimos, por su indudable interés algunos párrafos interesantes de ese libro. Saura Mira los adorna siempre dentro de su peculiar estilo; repito, Fulgencio era, es, una persona de una particularidad sensibilidad, y sobre todo un excelente amigo. Este pueblo de Alcantarilla tiene una deuda de gratitud hacia él por la búsqueda y rescate de muchos documentos históricos que no sé de dónde los sacaba, así como por sus numerosos comentarios sobre las cosas de esta villa, citando en este libro a tantos y tantos amigos que ya se han ido.

                SAURA MIRA:

 


Perico hijo tras el mostrador de la taberna. Tras él, las lejas con sus antiguas botellas. Marzo de 1977 (PLCascalesL)

 

Audio de una grabación de Perico “el Guindilla” en mayo de 1980 con Fulgencio Saura Mira y Pedro L. Cascales López – 11 min 3 seg

 

            SAURA MIRA:

 

Perico subido en el carro en Puebla de Soto con su mula “Capitana”

 

En Molina del Segura camino de Jumilla. El primer carro es el de Perico y detrás va “el Placeta”

 

En Jumilla, en la puerta de la posada “La Fuensanta”. Perico con sus animales de tiro “Platera”, “Castaña” y “Capitana” en las varas

 

Apunte de Saura Mira sobre la anterior fotografía

                   SAURA MIRA:

 

 

Dibujo de Saura Mira de un carro cargado de barriles

                SAURA MIRA:



“El Colorín” con su blusa y faja sentado en su mesa con el cigarro frente al plato de michirones, habas y la imprescindible botella de vino – Marzo de 1977 (PLCascalesL)

 

“El Colorín” y “el Lirón” en su mesa y con Pedro Cascales junto a los barriles de Perico – Marzo de 1977

                    SAURA MIRA:



Ginés “el practicante”, que trabajaba en la Fábrica de La Pólvora y era el terror de la chiquillería cuando se ponía a preparar sus agujas, y Pedro Mellado, que se juntaba con Rafael Menárguez haciendo negocios y necesariamente siempre se pasaba muy buenos ratos con ellos – Marzo 1977 (PLCascalesL)

 

Apunte de Saura Mira de la taberna de Perico

 

Perico con dos de sus nietos, Pedro, el hijo de Perico y los “perroquianos” “el Colorín”, “el Lirón”, Pedro Cascales, Pepe Guillamón “el de los seguros” y su hermano Bienvenido – Marzo 1977

 

La familia Ballesta, con Pedro hijo, su mujer Milagros y los nietos de Perico – Marzo 1977

 

Perico con su mujer Antonia y su nieta – Marzo 1977

 

Película Super8 de 1979, en la que aparece toda la familia “Guindilla”, Perico, su mujer Antonia, su hijo Pedro con su mujer Milagros y sus hijos, Juan Pedro de la fábrica de “La Esencia”, Pedro del Rincón de Seca y Pedro Cascales. Un montón de “Pedros”

 

Milagros Florenciano, mujer de Pedro – Diciembre de 1997 (PLCascalesL)

 

Paco “El Veneno” con Juan Carlos “de la papelería”, otro amigo “perroquiano”, y Salvador “el Reguera” – Diciembre de 1997

 

Paco “el Veneno” con su compadre Joseíco y con Pedro Cascales – Diciembre de 1997

 

La ya viuda de Perico, Antonia Menárguez junto a la chimenea – Diciembre de 1997 (PLCascalesL)

 

En la puerta de la taberna, ya con otros aires y otras metas. Aquella antigua época había pasado. Mateo “el Jardinero” y Paco “el Gallo” en la puerta de la taberna – Julio de 1999 (PLCascalesL)

          Podemos decir que esa humilde y larga historia de las tabernas de Alcantarilla y de todas las poblaciones había ya desaparecido para siempre. Una pérdida irreparable, como tantas cosas.