Pedro L. Cascales López
Apuntes
y breve resumen sobre la industria conservera en Alcantarilla.
Se considera a Nicolás Appert (1749 -1841)
como la persona que solucionó el gran problema de la conservación de alimentos
perecederos de una forma eficaz, con lo
que ello tenía de interés en el aspecto militar, tanto en las flotas como en
los desplazamientos de los ejércitos, repercutiendo también, lógicamente, en el
consumo civil.
En Murcia, ya en el último tercio
del siglo XIX, existían una serie de confiterías artesanales y casas
particulares en las que se elaboraban pulpas de algunas frutas así como
envasado de tomate en botellas de vidrio, algo, esto último, que ha permanecido
en el tiempo hasta la actualidad en el medio rural.
Según
el profesor José Miguel Martínez Carrión la primera fábrica de conservas de Murcia, que puede
considerarse como tal, es la promovida por el catedrático de agricultura Tomás Museros y Peña en el año 1886, instalada en un local del Barrio
de San Juan de Murcia (nº 1). También a finales de ese mismo año de 1886 se funda la sociedad “Vinícola de Levante” dedicada a la “compraventa y exportación de conservas”
(nº 2). En el siguiente año de 1893,
Juan Montesinos Ardid funda una
fábrica dedicada en principio a la elaboración de carne de membrillo en la
carretera de Espinardo (nº 3). En el año 1895, los socios Pérez y
Crech también fundan una fábrica de conservas “con los adelantos más modernos” y “única en la provincia” (según su propia propaganda) en la pedanía
murciana de Santiago y Zaraiche, instalando una máquina de vapor, la primera,
en el siguiente año de 1896 (nº 4). En el año 1897, Juan Esteva Canet
instala un secadero de albaricoque –oreillón
u orejones– en unos terrenos sitos en la Calle Mayor de Alcantarilla, junto a
la entonces posada de “El Viruta”, edificando posteriormente una fábrica en la
Carretera de Murcia en el año 1905 (nº
5 de Murcia y nº 1 de Alcantarilla).
Aquel
“negocio” del momento, la industria conservera, da lugar a que tras Esteva se
inicie la instalación de nuevas fábricas de conservas en Alcantarilla:
1
– 1905 – Juan Esteva Canet
2
– 1907 – Nicolás Gómez Tornero (luego Ibáñez)
3
– 1908 – Florentino Gómez Tornero
4
– 1909 – Champagnes y Frères (luego Hero)
5
– 1914 – Pedro Cascales Vivancos
6
– 1916 – Salas, Navarro y Verdú (luego Cobarro)
7
– 1917 – Manuel Hernández Muñoz
8
– 1918 – Juan Antonio López Martínez (luego H. Pagán)
9
– 1920 – Francisco González González (luego Gambín)
10
– 1928 – Jesús Caride Lorente
11
– 1948 – Familia Pellicer
12
– 1957 – Diego y Ginés Silla Carrillo
Analicemos
brevemente cada una de ellas:
Nº 1
En
el año 1897 JUAN ESTEVA CANET, hijo del mallorquín Juan Esteva Oliver instala una actividad para el tratamiento del oreillón u orejones (albaricoque búlida partido) en un lugar de la Calle
Mayor cercano a la antigua Posada del Viruta. Al parecer en unos terrenos
frente a la Calle de la Nona.
En
el año 1904 solicita licencia para
construir una fábrica de conservas en la carretera de Murcia, a la salida de la
población, cuya casa y chimenea aún se conservan. Su actividad cesó en el año 1968, pasando por la elaboración de
chocolate y fábrica de hielo, ya en manos de su hijo Juan Esteva Salom.
Foto de Julio Ruiz de Alda. 1929
Chimenea. Actualmente casi desaparecida. Junio 2000. P. Cascales
Foto del vuelo americano. 3-5-1956. Está instalada la
plaza de toros en terrenos de Cobarro
6-12-1965. P. Cascales
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
Fachada de la fábrica. Febrero 1978. P. Cascales
16-12-1981. P. Cascales
Fachada recién acabada la actividad. Marzo 1983. P.
Cascales
Nº 2
En
el año 1907, NICOLÁS GÓMEZ TORNERO, exportador de fruta en fresco
procedente de Abarán, solicita licencia para construir una fábrica de conservas
en la carretera de Murcia.
Tras
una escasa actividad y diversas vicisitudes en cuanto a sus usos, esta
instalación acabó en manos del alcantarillero y maestro conservero de Esteva y
Caride, Jesús Ibáñez Semitier, que
mantuvo la actividad conservera hasta la década de los setenta.
Foto de Julio Ruiz de Alda.1929
16-12-1981. P. Cascales
Nº 3
En el año 1908, FLORENTINO GÓMEZ
TORNERO, hermano del anterior y también exportador de fruta en fresco,
solicita licencia para la construcción de una fábrica de conservas cercana a la
de su hermano Nicolás.
Esta fábrica se mantuvo hasta la
década de los sesenta y contaba con la chimenea más alta de todas de las
construidas en Alcantarilla.
En sus terrenos se llevó a cabo la
llamada Urbanización Florentino Gómez.
Foto hacia los años 20 tomada desde la puerta de entrada.
De un anuncio. Archivo Histórico Municipal
Foto de Julio Ruiz de Alda. 1929
Anuncio en la revista Semana Santa. 1953
6-12-1965. P. Cascales
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
Nº 4
En el año 1909 la sociedad franco-inglesa “CHAMPAGNES ET FRÈRES LTD.”, solicita licencia para la
construcción de una fábrica de conservas frente a la ya existente de Juan
Esteva Canet. La fábrica de “los champanes” como era conocida por la población.
La empresa no funciona y en el año 1910 queda como propiedad de sus
acreedores Gustaf Schach Sommer y John Campbell, que tienen como apoderados a
Jorge Rayner y Francisco Esteve. Posteriormente venden la fábrica a “SUCCESEUR
DE FRANCOISE VIGNATIÉ”, de Burdeos.
En el año 1921 compra la fábrica la empresa “CONSERVAS LENZBOURG” de
Suiza, antes “HENCKELL S.A.”, cuyos propietarios Henckell y Roth forman con
sus iniciales He y Ro la marca Hero, “HERO-ALCANTARILLA S.A.”, que pasa a
ser “HERO-ESPAÑA
S.A.” en el año 1973.
Es
la única fábrica que permanece y ha aumentado sus instalaciones de forma
continua a lo largo del tiempo, pero ya manteniendo gran parte de su
fabricación conservera de fruta fuera de Alcantarilla.
Foto de Julio Ruiz de Alda. 1929
Chimenea. Desaparecida. Mayo 1979. P. Cascales
Foto del vuelo americano. 3-5-1956
Chalé frente a la fábrica en donde residía su primer
director, Don Guillermo
Schmidhauzer, persona muy querida y apreciada en
Alcantarilla y cuyo ejemplo
parece que no siguieron otros encargados posteriores
Anuncio en la revista Semana Santa de 1959
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
11-8-1973. P. Cascales
Junio 1979. P. Cascales
16-12-1981. P. Cascales. Entrada a la población. Resulta
difícil de entender
que una empresa que tanto ha recibido de un ayuntamiento
se muestre
tan cicatera y edifique hasta el último palmo de suelo
impidiendo el realizar
un acceso adecuado al pueblo de Alcantarilla
Febrero 1988. P. Cascales. Antigua Carretera de la
Puebla, antes Camino Real
de Andalucía, antes posible calzada romana, cedida por el
ayuntamiento
a la empresa
Marzo 1988. P. Cascales. La misma calle anterior. Esta
cesión estuvo
acompañada de
hechos vergonzosos ocurridos en los plenos en los que
encargados de la empresa con algunos empleados comparsas
abucheaban a los concejales que pedían transparencia en
una
operación que se realizó de una manera turbia y torpe por
parte
del entonces alcalde Pedro Toledo. Incluso fue apartado y
represaliado un
funcionario que se negó a firmar unos informes que
parecían dictados
por la propia empresa en contra de los intereses
públicos. La sensación
que existía en aquellos momentos era que quien mandaba en
el
ayuntamiento era un tal Francisco Teruel, empleado de la
empresa
Marzo de 1988. P. Cascales. La nueva fachada de la
fábrica
10-11-2002. P. Cascales. La nueva ampliación una vez
cruzado
el desvío o Calle Príncipe
10-11-2002. P. Cascales
10-11-2002. P. Cascales
Evolución de la fábrica a través de los años
Nº 5
En el año 1914 el alcantarillero comerciante de alimentación y otros
productos PEDRO CASCALES VIVANCOS
construye una fábrica de conservas en la Calle Marqueses de Aledo y Cuesta,
ampliando sus hijos Pedro, Miguel y Eduardo las instalaciones a partir del año 1935 en las Calles de La Cuesta, ahora
Eusebio Martínez, Calle de la Palmera y Calle de Mula o Ramón y Cajal, aparte
de los coloniales, salazones, cámaras y molino de pimentón en la carretera de
Murcia y turbina eléctrica en Rincón de Beniscornia para dotar de electricidad
a las poblaciones cercanas.
En el año 1979 acaba su actividad, ya en manos solamente en los últimos años
de su hijo Miguel Cascales Sánchez.
Se da el hecho curioso de que de
todos los conserveros es el único originario de una familia documentada en
Alcantarilla desde hace más de quinientos años.
Foto de Julio Ruiz Alda. 1929. Primera instalación en las
calles
Marqueses de Aledo y Cuesta (ahora Eusebio Martínez)
1984. Foto Pedro Carrillo. Fachada de la fábrica a la
calle Marqueses de Aledo. Archivo Histórico Municipal
Hacia 1920. Empleados en el baño maría de los botes
Hacia 1930. Empleados formando una pila de botes de 5
kilos
Hacia 1945. Varios empleados sobre una de las calderas. Archivo
Histórico Municipal
Histórico Municipal
Fachada del edificio construido hacia el año 1918 por
Juan Antonio
López Martínez en la Calle de la Cuesta para refinería de
aceites
y vendido para fábrica de conservas al marido de su
sobrina,
Miguel Cascales Sánchez en el año 1935
Febrero 1978. P. Cascales. Fachada a la Calle de la
Cuesta
Junio 1963. P. Cascales. Fachada a la Calle de la Palmera
Mayo 1963. P. Cascales. Chimenea de la fábrica, gemela
de la fábrica de La Esencia, también mandada
construir por Juan Antonio López Martínez
Anuncio en la revista Semana Santa del año 1952
Montaje fotográfico hacia el año 1955 para publicidad.
Las
empleadas están poniendo etiquetas a los botes y
colocándolos
en las cajas de madera
Stand de la Feria de la Conserva y Alimentación del año
1958.
Obra del escultor Nicolás Martínez Ramón
Junio 1963. P. Cascales. Camión cargado de cajas de
albaricoques
Junio 1963. P. Cascales. Pila de botes de 5 kilos
Hacia 1965. Foto de Paisajes Españoles
26-11-1966. P. Cascales
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
Nº 6
En el año 1916 ANTONIO SALA, junto
a sus socios NAVARRO Y VERDÚ solicita licencia para una fábrica de
conservas en el Camino de la Voz Negra, junto a la vía férrea, que hasta muchos
años después era conocida como “la fábrica de los Salas”.
Posteriormente,
tras la Guerra Civil, esta fábrica es vendida a Basilio Antonio Cobarro Tornero, exportador de fruta en fresco
procedente de Abarán, y es ampliada por sus hijos Basilio, Jesús, Joaquín, José
y Antonio Cobarro Yelo, que llegan a construir una gran factoría con acceso
incluso del ferrocarril. Sus ventas eran generalmente en el extranjero,
utilizando largos convoyes ferroviarios y líneas aéreas de transporte que
partían de San Javier hacia Inglaterra para los productos en fresco.
En
el año 1968 se fusionan con la
conservera “HORTÍCOLA DEL SEGURA”, que tenía su fábrica en Las Atalayas en
Murcia, construyendo una enorme fábrica en Puente Tocinos que solamente estuvo
en funcionamiento hasta el año 1978,
encontrándose en la actualidad sus instalaciones segregadas en diferentes
partes y actividades.
Esta
empresa: “COBARRO HORTÍCOLA S.A.” llegó a ser la primera factoría
conservera de España y tercera de Europa, no habiendo sido superada nunca en
cuanto a volumen de tonelaje expedido.
Anuncio en la revista Semana Santa del
año 1952
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
11-8-1973. P. Cascales
18-12-1981. P. Cascales. Fachada
principal de la fábrica
Junio 1979. P. Cascales
Junio 1979. P. Cascales
Marzo 1983. P. Cascales. Fachada de la
casa familiar
de los Cobarro en la Calle del General
Mola, hoy Calle de la Nona
Junio 1988. P. Cascales. Fachada de la
fábrica al Camino
de la Voz Negra, hoy Avenida de Basilio
Cobarro
Junio 1988. P. Cascales. Puerta general
de entrada a
la fábrica
Junio 1988. P. Cascales. Extremo sur de
la fachada con
las ventanillas para el pago semanal de
las nóminas
Junio 1988. P. Cascales. Patio interior
de la fábrica
Junio 1988. P. Cascales. Parte posterior
con las vías para la
entrada de los ferrocarriles a las naves
Junio 1988. P. Cascales. Vestíbulo de
entrada y escalera
de acceso a la planta superior
Junio 1988. P. Cascales. Uno de los
despachos
Junio 1988. P. Cascales. Laboratorio
Junio 1988. P. Cascales. Chimenea de la
fábrica
Resultado urbanístico de los terrenos de
la fábrica
Nº 7
Hacia el año 1917, el notario de Alcantarilla MANUEL HERNÁNDEZ MUÑOZ construyó una fábrica de conservas en
la Calle de Mula o de Ramón y Cajal esquina a la hoy Calle Polo de Medina y
entonces senda de la huerta, en unión de sus hijos Ángel, Félix, Valentín y
Manuel.
Su actividad duró pocos años y parte
de ellos lo fue en sociedad con el también conservero Pedro Cascales Vivancos y
con Enrique López Pérez de Tudela (residente y dueño de la Casa de las Cayitas,
llamada así por su hija Caya López).
6-12-1965. P. Cascales
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
11-8-1973. P. Cascales
Enero 1978. P. Cascales. Las naves de la fábrica pocos
días
antes de su derribo
Febrero 1978. P. Cascales. Tras el derribo solamente
queda
en pie la chimenea. Por poco tiempo
Nº 8
En el año 1918, el propietario de una serrería, refinería de aceite y otras
empresas JUAN ANTONIO LÓPEZ MARTÍNEZ
procedente de la Puebla de Don Fadrique, solicita licencia para construir una
fábrica en la esquina del Camino de Cartagena con el Camino de la Voz Negra, hoy
Calle de San Sebastián.
Su actividad conservera fue escasa,
pasando a ser una instalación destinada a la destilación de esencias y de ahí
el nombre por el que era conocida: “Fábrica de la Esencia”.
La empresa fue vendida a Clemente García, de Murcia, y en el año
1950 fue adquirida por Luis Hernández Guzmán, procedente de
Fuente Álamo y Totana, que junto con sus hijos Luis, Juan Pedro y Ginés
Hernández Pagán siguieron con la actividad conservera hasta su cierre en 1982.
Su chimenea, gemela de la existente
en la fábrica de Cascales y mandadas construir ambas por Juan Antonio López
Martínez, permanece hoy en la plaza allí existente.
Foto de Julio Ruiz de Alda de 1929. La fábrica está
totalmente
rodeada de huerta
Anuncio en la revista Semana Santa del año 1953
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
11-8-1973. P. Cascales
Febrero 1979. P. Cascales. La chimenea desde la Calle
Mayor
Marzo 1979. P. Cascales. Fachada de la fábrica al
Camino de la Voz Negra
Junio 1979. P. Cascales
Junio 2000. P. Cascales. La chimenea es una de las que
se ha podido mantener
Nº 9
Hacia el año 1920, FRANCISCO GONZÁLEZ
GONZÁLEZ de Murcia construye una fábrica de conservas junto a la vía
férrea en Javalí Nuevo pero dentro de la demarcación de Alcantarilla.
En el año 1947 vende la fábrica a José
Gambín Melgarejo de Rincón de Seca, que mantiene la actividad junto con su
hijo José y los hijos de éste, José y Juan Gambín Murcia hasta el cierre de la
empresa a finales de los sesenta.
Foto de Ruiz de Alda de 1929. La fábrica no llega hasta
la vía férrea
26-11-1966. P. Cascales
11-8-1973. P. Cascales
Septiembre 1980. P. Cascales
Marzo 2001. P. Cascales. Restos de la caldera de la
fábrica
Nº 10
En el año 1928, JESÚS CARIDE
LORENTE, hijo del gallego afincado en alcantarilla José Caride Sisto
comienza una actividad conservera ayudado por su hermano José, en las
instalaciones de una serrería ubicada “en el campo” de la localidad, hoy
esquina de la Avenida Martínez Campos con la Calle Nuestra Señora del Carmen.
Esas primitivas instalaciones se
fueron ampliando con el tiempo llegando a ocupar toda la manzana, y contratando
como maestro conservero a Jesús Ibáñez Semitier, que luego montaría su propia
empresa en lo que fuera la fábrica de Nicolás Gómez Tornero.
Caride tuvo también fábricas fuera
de Murcia, cesando su actividad, como casi todos los conserveros, a finales de
los setenta.
Hoy permanece en pie la casa
familiar y los restos de los muros de la fábrica.
Foto de Ruiz de Alda del año 1929. La fábrica está recién
Inaugurada y mantiene todavía sus dimensiones originales.
Anuncio en la revista Semana Santa del año 1955
18-8-1968. Foto de Paisajes Españoles
11-8-1973. P. Cascales
1984. Foto de Pedro Carrillo. Fachada de la
casa de la fábrica. Archivo Histórico Municipal
Febrero 1979. P. Cascales. Chimenea de la fábrica
Junio 2000. P. Cascales. La chimenea ya derribada,
precisamente
por José Sáez, hijo del que la construyó: Diego Sáez “El
Moruza”
Julio 1999. P. Cascales. Fachada de la casa de la familia
de José Caride Sisto, padre de Jesús, en la Calle Mayor
Nº 11
Hacia el año 1948, la familia PELLICER,
muy ligada a la actividad conservera y agrícola, instala una pequeña fábrica de
conservas en unos terrenos junto a la carretera de Murcia y la línea de término
municipal con Murcia.
Su actividad se desarrolló durante
unos diez años, finalizando hacia el año 1958.
16-12-1981. P. Cascales.
Nº 12
En el año 1957, DIEGO y GINÉS SILLA
CARRILLO, hijos de Ángel Silla Vivancos, persona muy ligada a la
actividad conservera, construyen en el Camino de la Piedra la que habría de ser
la última fábrica de Alcantarilla, con una monumental chimenea que
afortunadamente todavía permanece. Pero la caída del sector conservero estaba a
punto de iniciarse y la fábrica tuvo por esa razón muy pocos años de actividad.
18-8-1968. Foto Paisajes Españoles
11-8-1973. P. Cascales
Junio 1979. P. Cascales
1984. Foto de Pedro Carrillo. Archivo Histórico Municipal
Junio 2000. P. Cascales. La última chimenea que se hizo
en
Alcantarilla y que afortunadamente todavía se conserva
A estas doce industrias habría
moralmente que añadir la de Funes,
al otro lado del río, en la carretera de La Ñora, y la de Pérez Almagro, en Javalí Nuevo, ambas enclavadas en término de
Murcia pero a muy pocos metros de la línea de demarcación de Alcantarilla.
Doce fueron pues las instalaciones
realizadas en Alcantarilla para la actividad de la conserva vegetal, y lo
fueron de todos los tamaños, desde la gran fábrica con casi dos mil empleos
hasta la pequeña empresa familiar.
Esta actividad industrial comenzó,
como se ha visto, en la primera década del siglo XX y mantuvo su funcionamiento
hasta la década de los años ochenta de ese mismo siglo, en que los problemas
con los aranceles y con los créditos bancarios necesarios para mantener la
actividad desde el momento del pago al agricultor hasta el cobro del producto,
dieron al traste con toda la industria que se desplomó como fichas de dominó en
muy poco tiempo, sobreviviendo solamente en Alcantarilla la empresa Hero por
contar con financiación extranjera.
En estos apuntes sobre la historia
de la industria conservera tendríamos que considerar una época boyante de
crecimiento y artesanal 1910-1945; una de estabilidad e inicios de mecanización
1945-1965 y finalmente otra de mecanización y declive 1965-1979.
Con respecto a la mecanización hay
que hacer constar que desde un primer momento los industriales conserveros
estuvieron muy receptivos a toda mecanización de la actividad, pero la gran
mayoría de la maquinaria que ofrecía el mercado en esos momentos no resultaba
operativa y su nivel de averías o de fallos de diseño superaba todo lo
asumible, por lo que la mano de obra personal, sobre todo femenina, resultaba
insustituible.
La actividad industrial conservera
plena necesitaba para su funcionamiento una gran cantidad de agua, no ya
solamente para la el lavado de fruta, escalde o almíbares, sino para el enfriamiento
de los botes en el baño maría, en el que la renovación de las balsas para ese
enfriamiento podía significar en una industria de tamaño medio el consumo de
unos 40 m3/hora.
Por
ese motivo, resulta lógico el que se buscasen aquellos emplazamientos en los
que se tuviese asegurado el abastecimiento de agua y a un coste asumible, lo
que ocurría con las acequias; sin descartar el que siempre se intentase captar
mediante pozo cualquier otro caudal. Hay que tener en cuenta que las aguas
potables no llegaron a Alcantarilla hasta el año 1925 y aun así, lo fueron con
un caudal absolutamente insuficiente para cubrir las necesidades de una sola
fábrica de conservas.
Así,
Esteva se instala junto a la acequia
de El Turbedal.
Nicolás Gómez
dispone de brazales desde la acequia de La Daba y aceñas.
Florentino Gómez
dispone también de la acequia de La Daba.
Champagnes
tiene las acequias de La Daba y El Turbedal.
Pedro Cascales
cuenta con el paso de la acequia de Alcantarilla o cequeta de la noria.
Salas y socios
cuentan con aceñas que les llevan el agua desde la cequeta y también con un
pozo.
Hernández
tiene un brazal que le llega desde la cequeta.
Juan A. López
tiene a la cequeta junto a la fábrica.
F. González
obtiene el agua mediante aceña y contraceña desde la acequia de Barreras.
Caride se
encuentra en un lugar alejado de cualquier acequia, pero funda la fábrica
cuando la red de agua potable pasa por su puerta, por lo que construye
depósitos que llena durante la noche.
Pellicer
cuenta con los brazales de La Daba.
Silla
cuenta asimismo con los brazales de la cequeta.
Ubicación de las fábricas de conservas y
trazado de las acequias
que les suministraban el agua
Hay
que tener en cuenta que el agua de estas acequias discurría dentro de la
fábrica por un circuito de entrada y salida tras enfriar los botes del baño
maría, por lo que no existía merma de agua de riego ni pérdidas de ningún tipo.
La elevación de la misma solía hacerse con regolfos o motores. Como curiosidad,
en el caso de la fábrica de Miguel Cascales, hijo de Pedro Cascales, el agua se
elevaba mediante una pequeña noria colocada en el cauce de la cequeta; primero
existía una de madera, y posteriormente se fabricó una de chapa de zinc.
Pequeñas norias que se colocaban en la
cequeta
La
actividad conservera en Alcantarilla supuso la creación de miles de puestos de
trabajo, cierto que eventuales y de carácter femenino en su mayoría, pero
también esa eventualidad era segura cada año; y en aquella época de paro
generalizado y cartillas de racionamiento tras la guerra, Alcantarilla se
convirtió en polo de atracción económica para muchas zonas circundantes.
Algunas fábricas tenían que disponer de autobuses que recogieran mano de obra
en poblaciones cercanas porque ya la población de Alcantarilla no podía
suministrarla. Fueron años de un crecimiento económico rápido y estable que,
como todo, pasó; y pasó posiblemente por una cortedad de miras de los poderes
políticos, ya que es poco comprensible que una zona geográfica eminentemente
agrícola no cuente con las necesarias industrias para canalizar esa producción.
El
Ayuntamiento de Alcantarilla, desde la alcaldía y su concejalía de cultura, han
manifestado su interés en realizar una exposición sobre esta industria
conservera, pero en dos ocasiones no ha existido más remedio que posponerla
debido a insalvables problemas logísticos de clasificación previa de
documentación y utillaje, así como de difícil encaje físico y de espacio de una
exposición de este tipo en la Casa de las Cayitas.
No
obstante, desde el Archivo Histórico Municipal se está trabajando desde hace
más de seis años en la recopilación de todo tipo de material sobre este tema, e
incluso se ha confeccionado un panel representando lo que es la línea de
fabricación de la conserva en su etapa artesanal e inicios de la mecanización,
entre 1900 y 1960, que reproducimos a continuación centrándonos únicamente en
el caso del melocotón, y que absolutamente nada tiene que ver con los modernos
sistemas de fabricación de la conserva. Baste decir que algo ahora tan
elemental y necesario como es la energía eléctrica, en aquellos momentos
carecía de posibilidad de uso dada su falta de potencia y la irregularidad del
servicio.
Ya
casi todas aquellas personas que tuvieron protagonismo en esta actividad
conservera han fallecido, pero uniendo los recuerdos propios con los
puntualmente aportados por no más de dos o tres trabajadores y amigos de
entonces, el panel ha podido llevarse a cabo.
Línea de fabricación de la conserva
artesanal
Lo
primero que necesitaba la industria era fuerza motriz y agua caliente. Y para
eso estaba lo que podemos considerar el corazón de todo, que era una caldera o
calderas que se abastecían de carbón por su mayor poder calorífico, aunque
también podían ser abastecidas con madera e incluso huesos de frutas en
actividades pequeñas. Esta caldera se ubicaba en una zona que se denominaba “la
fogaina” y era manejada generalmente por dos o tres personas que debían de ser
muy conocedoras del oficio y muy responsables, ya que toda la fabricación
dependía de un perfecto funcionamiento de la caldera o calderas. Podemos
establecer una perfecta similitud con lo que era el trabajo de un maquinista
ferroviario. Además, cualquier fallo en su trabajo podía llegar a ser
catastrófico si una caldera explosionaba por exceso de presión ante cualquier
descuido.
Los
humos de la caldera circulaban por un conducto subterráneo de ladrillo hasta la
chimenea, mientras que el vapor generado pasaba a una máquina, generalmente de
dos cilindros y también generalmente adquirida en Inglaterra, que convertía ese
vapor en un movimiento rotativo mediante un cigüeñal y unas bielas.
Recientemente el ayuntamiento ha conseguido y depositado en el Museo de la
Huerta una de esas máquinas, en concreto la correspondiente a la fábrica de
Miguel Cascales; y la empresa Hero conserva una más primitiva. Esta máquina
transmitía ese movimiento rotativo a unos largos ejes que se distribuían por
toda la zona industrial, en los cuales se encontraban colocadas una ruedas de
madera de diferentes tamaños que, mediante correas, transmitían ese movimiento
rotativo a la diferente maquinaria. Con ello, la fábrica disponía de la
necesaria fuerza motriz.
También
la caldera suministraba el agua caliente para el escalde de la fruta, los almíbares,
y sobre todo abastecía a las calderas circulares y metálicas en las cuales se
le daba el necesario baño maría a los botes.
Línea de la fuerza motriz
Para
la confección de los botes, a la fábrica llegaban pesados bultos de más de mil
kilos con planchas de hojalata, también generalmente desde Inglaterra, que eran
cortadas, troqueladas, curvadas y soldadas por mujeres especializadas.
A
las tapas de los botes se les incorporaba unas gomas para hacer estanque el
recipiente, se rebordeaban y fondeaban, quedando listos para pasar al llenado
de la fruta.
La hojalatería
La
llegada de esa fruta desde las huertas era de forma muy variada según
procediese de un lugar más cercano o más lejano, ya que por ejemplo, el
melocotón de Lérida o de Andalucía era más tardío que el de esta zona y por lo
tanto, dada la distancia, siempre se transportaba en camiones de 5.000 o 6.000
kilos de carga.
De
vez en cuando llegaban también camiones desde zonas cercanas, pero lo más
normal eran las motocarro (“Isocarro”, si era de la marca Iso), los carros, e
incluso algunos huertanos traían la fruta en sus propias bicicletas.
Las
cajas de madera con la fruta, de unos 30 kilos, se descargaban a mano, una a
una, y se colocaban, bien directamente sobre una báscula, bien sobre una
carretilla que luego se colocaba también sobre la báscula. De ahí se pasaba a “la
estriadora” que clasificaba la fruta por tamaños, llegando después a las
cuchillas, en las que cada fruta se cortaba por la mitad, una a una, y tenía
que ser con mucho cuidado para no llevarse parte de un dedo por delante.
Una
vez la fruta partida llegaba el turno de “los perrillos” o pequeños útiles que
servían para sacar limpiamente la mitad de cada hueso. Estos “perrillos” fueron
evolucionando con el tiempo en diferentes modelos pero siempre basados en el
mismo fundamento mecánico.
La
fruta partida y deshuesada llegaba a una gran máquina con un cilindro perforado
en la que se procedía al escaldado mediante el uso de sosa, pasando después a
“las mesas” en donde se realizaba el llenado de los botes con la fruta y se
colmataba con almíbar, tras lo que se pesaban uno a uno en unas balanzas y se
procedía a su cerrado manual mediante una máquina denominada “cerradora”.
Los
botes se depositaban entonces en una especie de “jaulas” que se sumergían en
unas calderas con agua caliente a fin de darles el necesario baño maría durante
unos veinte minutos, para luego sumergirlos rápidamente en una balsa colindante
llena de agua fría.
Terminado
el proceso se procedía a realizar el almacenamiento de los botes mediante “las
pilas” por personal muy especializado ya que se llegaba a casi los cuatro
metros de altura, y el desplome siempre era un peligro.
Dejados
pasar unos días, para poder detectar cualquier “bombeo” o fallo de
estanqueidad, se procedía al etiquetado de cada bote, uno a uno, y su
colocación en las cajas, bien de madera, o bien de cartón, como ya ocurría en
los últimos años. Y de ahí al camión, cargando a mano caja a caja.
La línea de la fruta
El
azúcar para la conserva procedía generalmente de Cuba y llegaba en unos grandes
sacos de lienzo blanco de 100 kilos de peso que se descargaban, como todo, a mano,
o mejor dicho, a espalda. Con este azúcar se realizaba el almíbar en unas
calderas de cobre con unas aspas que agitaban la mezcla, pasando después al
llenado de los botes. En esas mismas calderas se confeccionaba las mermeladas.
La confitería
Un
apartado muy importante en la fábrica era la carpintería. Hasta la llegada del
cartón, todas las cajas, tanto las de la fruta como las de los botes eran de
madera y realizadas en la carpintería de la propia fábrica. Desde las serrerías
llegaban los paquetes de tablas ya cortadas a medida y los carpinteros montaban
los diferentes tipos de cajas.
La carpintería
La
aparición del cartón supuso la caída de la industria de la madera en
Alcantarilla, luego rematada por el plástico. En la fábrica de conservas se recibían
los grandes paquetes de cartón en planchas, generalmente de Bañeres, que eran
marcados con unos regles en unas mesas especiales y luego montada la caja y
pegados los fondos a base de engrudo y precinto para poder soportar los veinte
o treinta kilos de peso de los botes.
El cartón
Cuando
cesó en Murcia la actividad conservera asistimos a una corriente social emanada
desde el Ayuntamiento de Murcia y la Asociación de Conserveros de hacer un
Museo de la Conserva. Parecía que había voluntad en ello, incluso se designó el
local: el pabellón de la FICA, y muchos conserveros donaron maquinaria,
utillaje y documentación, pero todo se desinfló como un globo pinchado, e
incluso todo el material depositado en el pabellón desapareció con rumbo a la
chatarrería más cercana. Murcia es así. No existe en España ninguna provincia
que haya despreciado de esa manera a quien tanto le dio de comer durante tantos
años e hizo además que su nombre fuese conocido en toda Europa. En Murcia
llegaron a existir casi 300 fábricas de conservas que daban trabajo a miles y
miles de trabajadores, y es innegable que mucho de lo que hoy es Murcia se lo
debe a esa actividad industrial.
Cuando
en el año 1982 se confeccionó el Plan General de Ordenación Urbana siendo
alcalde Francisco Zapata Conesa, y miembro del equipo redactor el que esto
suscribe, se habló con el amigo Juan Esteva Salom sobre su parecer de que el
edificio de su antigua fábrica de conservas se mantuviera para un futuro y
posible Museo de la Conserva, mostrándose totalmente de acuerdo.
Hoy,
casi cuarenta años después, el edificio poco a poco se derrumba y nada se hace.
Subvenciones hay para todo, incluso para hacer fantasiosos disparates, como
todos los días nos cuentan en los medios de comunicación; y el concepto de
museo ha evolucionado; una instalación de este tipo debe ser sostenible y no
una carga ni un pozo sin fondo en gasto público; basta con establecer un
proyecto asumible de mantenimiento que abarque diversas facetas y usos. Todo es
posible si se quiere.
A
requerimiento de la concejal María Luisa Martínez, se le entregó hará
aproximadamente un año un pequeño escrito con algunos bosquejos de lo que podía
ser ese museo, o mejor, esas instalaciones. Son solo eso, bosquejos, ideas.
Sobre
el tema de la conserva en Alcantarilla puede consultarse “Las chimeneas industriales de Alcantarilla” y “Conservas Cascales 1914-1979” en www.plcascales.com
De pequeña, al principio de los años 70, recuerdo mis desayunos con unas latas azules de mermelada de la marca La Molinera, especialmente de cabellos de ángel, pero por más que busco en la web, no encuentro nada acerca de la historia de esa marca, que creo recordar también estaba ubicada el Alcantarilla... por qué no la nombras? Gracias
ResponderEliminar"La Molinera" era, como su nombre indica una conservera de origen molinense, la familia Hernández Pérez, con fábricas en Molina, Era Alta y a la entrada de Murcia, en Barriomar (aún está la chimenea). Nunca en Alcantarilla.
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