jueves, 3 de febrero de 2022

EL CASO DEL PLANO DE 1973

 

Pedro L. Cascales López           

 

Todos aquellos documentos de una administración que pueden formar parte de la historia de esa población en cualquiera de sus aspectos, sean económicos, sociológicos, cartográficos, estadísticos, sanitarios, urbanísticos, industriales, comerciales… etc., son documentos que no pertenecen a la administración, ni a un alcalde, ni a un concejal ni al funcionario de turno, sino que pertenecen a todos y cualquiera de los habitantes de esa población, que podrán tener acceso a ellos bien para consulta a nivel personal o bien a efectos de trabajos de carácter histórico o de cualquier otra clase. Poco importa. Y la normativa, incluso la penal, obliga a su custodia e integridad.

            Bajo este principio incuestionable tenemos los archivos públicos, sean de ayuntamientos, comunidades, del estado o de cualquier otro organismo de la administración. También existen archivos de entidades privadas que tienen a disposición pública su documentación. Y cualquier ciudadano puede acudir a un archivo y poder consultar aquel documento que desee, e incluso, en algunos casos, también es posible el obtener copias del mismo. Así ocurre en general y así también ocurre en Alcantarilla, en donde existe un archivo municipal que cumple con esos requisitos y que además, hay honradamente que reconocerlo, funciona perfectamente a pesar de los pocos medios con los que dispone.

Pues bien, viene todo esto a cuento porque en el ayuntamiento de Alcantarilla, a principio de los años 90 ocurrió algo que parecería increíble si no fuera porque es un  hecho probado. “Reinaba” en esos momentos en el pueblo el señor alcalde Pedro M. Toledo Valero, una persona políticamente muy escasamente valorada por la población, y que para remontarnos a encontrar algo parecido a su actuación política tendríamos que llegar a aquellos alcaldes “cacicones” de la Restauración (pero que contaban con muchos menos medios y sobre todo muchísimo menos dinero, aunque al menos tenían algo: tenían sentido del honor y de la vergüenza ante sus vecinos). Posiblemente sería interesante desempolvar documentos y relatar la historia de esos años de la alcaldía del señor Toledo. Analizar los casos de Hero, de las plazas, del jardín de Vistabella, de la calle Juan Sebastián Elcano, de las empresas promotoras, del servicio de obras, de urbanismo, del agua, de la limpieza…, y desvelar cómo pudo llegar a alcalde por arte de birlibirloque una persona procedente de un sindicato llamado “apolítico”, alguien que era prácticamente desconocido en el partido al que se afilió, y que no estaba ni remotamente en ninguna quiniela para suceder al que fue excelente alcalde Francisco Zapata Conesa y su equipo, pero que a causa de la renuncia de dos o tres de los que se suponían sus continuadores, y que sin duda habrían sido cualquiera de ellos muy buenos alcaldes, nos encontramos al señor Toledo en primera línea de salida gracias a la incondicional promoción, recomendación y enfermizo empeño de don Alfonso Guirao “el Marrias”, que buscaba con ello lograr sus grandes apetencias de ser “alcalde en la sombra” ya que él nunca podría haber optado al cargo a causa de que parece que no era muy apreciado políticamente por la población en general; y de esta manera, lo que ni en sueños podía haber imaginado el señor Toledo se hizo realidad. El resultado fue que hundió a su grupo político y todavía no ha vuelto a levantar cabeza a pesar de que el recambio que vino tras él no era precisamente para voltear campanas, pero aún así, su recambio, estuvo veinte años en el cargo, prueba de la “vacuna” ‒en dos dosis‒ que metió Toledo a los vecinos de Alcantarilla. Tal vez por eso, por el tremendo “favor” que le hizo a su sucesor, dio lugar a que este, como no podía ser menos, le puso su nombre a una calle. Tal para cual.

Se comenta todo esto para que, conociendo el caldo de cultivo que existía en el ayuntamiento, pueda entenderse lo que sucedió, porque en otras circunstancias ‒llamémosle normales‒ nunca habría ocurrido; el funcionamiento, el organigrama, la burocracia, el oscurantismo, la atención al ciudadano y la aparición de grupos nebulosos chupópteros del poder, cambió por completo, para mal, el ayuntamiento.

Y dentro de este contexto, y de manera casi simultánea a la llegada de Toledo llegó al ayuntamiento la arquitecta Elvira Badenes Navarro, oriunda de la localidad valenciana de Benimámet (es de imaginar que no se le pidió el dominar el panocho para entrar al ayuntamiento). El “tándem” entre ambos fue perfecto desde el primer momento, fue un “amor” a primera vista, y la historia de lo que siguió llenaría centenares de sabrosas, sabrosísimas, páginas.

Pero no es este nuestro tema por el momento, de manera que establecido previamente el obligado contexto para, como decimos, poder entender el escenario que permitió lo sucedido, vamos a lo que podemos llamar El caso del plano de 1973.

Hoy, desde un teléfono móvil podemos tener acceso a cartografía y fotografía aérea en unos instantes, pero hubo un tiempo no muy lejano en que tener un plano de una población era muy difícil, y el tener una fotografía aérea era un lujo no siempre accesible no ya para un ciudadano cualquiera, sino hasta para un ayuntamiento. Y no hablo de la prehistoria, hablo de hace unos 40 años.

En Alcantarilla tuvimos a partir del año 1898 una serie de planos pero todos tenían una cosa en común: o eran de la zona rústica o eran del casco urbano. No existía un plano general a una escala adecuada que englobara ambas cosas.

El primer plano del casco urbano lo realizó el Servicio Geográfico del Ejército en 1930, y ese plano sirvió al Instituto Geográfico y Catastral para realizar sus primeras ediciones en los años 40 (con vuelos alemanes) de sus mapas a escala 1/25.000 (1mm = 25 m) y 1/50.000 (1mm = 50 m), con curvas de equidistancia altimétrica de 10 y 20 metros respectivamente, en los que aparecía completo el término de Alcantarilla y el casco urbano. También en esos años 40 se realizó un plano de la zona urbana de la población para el proyecto de alcantarillado a escala 1/1.000; una joya. Ese plano era propiedad del que esto suscribe, que lo llevó al ayuntamiento para algo, y se quedó allí, y ha desaparecido. ¿Dónde está? Al igual que el plano parcelario de rústica de la zona de Avenida de Murcia que se utilizó para hacer el plan parcial de esa zona. ¿Quién los tiene? Lo más probable es que acabaran en la basura. Eran los particulares nuevos tiempos del señor Toledo y de la señora Badenes.

El primer vuelo fotográfico (sin restitución) que se hizo de Alcantarilla lo realizó en el año 1929 el que había sido héroe del vuelo del Plus Ultra Julio Ruiz de Alda, alevosamente asesinado, sin formación de causa y sin más, por los valientes y democráticos milicianos, defensores del pueblo y del obrero, en la masacre de la Cárcel Modelo de Madrid el 23 de agosto de 1936.

Durante la guerra civil los alemanes hicieron miles de fotos que sirvieron de base para los mapas topográficos años después. Los americanos también hicieron vuelos fotográficos en los años 1946 y 1956/1957, y el Ejército del Aire Español fotografió Alcantarilla en 1952 pero con ciertas limitaciones al tratarse de fotogramas aislados

            A partir de entonces varias compañías aéreas como Geofasa o Paisajes Españoles realizaron regularmente fotografías de Alcantarilla.

Pero seguíamos sin tener, como ya se ha comentado, un plano general del término, ya que los mapas del Instituto Geográfico no servían a efectos municipales dada su gran escala. En el año 1963, en una difusión muy limitada y hoy prácticamente imposible de obtener, el Servicio Geográfico del Ejército llevo a cabo la realización de una cartografía excepcional de la Huerta de Murcia (con pequeños fallos de altimetría) y en ella estaba Alcantarilla. Es el primer plano que podemos considerar aceptable de todo el término municipal, pero aún así era demasiado grande; era a escala 1/10.000 (1 mm = 10 m) y no contemplaba la delimitación de términos municipales. 

Plano Militar escala 1/10.000 sin delimitación del término

 

            Recuerdo que en aquellos años le comentaba el tema al entonces alcalde Diego Riquelme y al perito agrícola Juan López García. Poco podíamos hacer. Pero Juan López consiguió una foto aérea de todo el término realizado por la compañía aérea Geofasa que era extraordinaria por su nitidez, pero desgraciadamente, como ocurrió con toda su valiosa documentación, acabó amontonada en medio en la Calle San Sebastián para luego ir de allí al vertedero. No pudimos utilizarla. Hablamos de finales de los años 60. Alcantarilla seguía sin tener un plano de su término municipal operativo que comprendiese en detalle a su núcleo urbano y su zona rural.

            Se hizo desde Murcia el Plan Comarcal de la Huerta de Murcia usando la cartografía ampliada de Instituto Geográfico y un plano del casco urbano realizado por el arquitecto colaborador del ayuntamiento Demetrio Ortuño Yáñez y el aparejador Manuel López Sánchez-Solís. El plan era algo esquemático y además no presentaba precisión alguna de zonificaciones y menos de alineaciones. Aquello no podemos calificarlo como Plan General. Por ese motivo acabó al poco de nacer.

            Llegado a la alcaldía Fulgencio Pérez Artero se planteó la necesidad de hacer un Plan General de Ordenación de Alcantarilla; y en contacto con el alcalde de Murcia Clemente García, que se encontraba en la misma situación, se contrató por parte de Alcantarilla, que no de Murcia, a un equipo madrileño para hacer un Plan que resultó un rotundo fracaso, pero lo bueno que tuvo este acuerdo fue la realización de un vuelo fotogramétrico para ambos municipios. Este vuelo se realizó sobre noviembre de 1972, entregando los planos a mediados de 1973; y en el caso de Alcantarilla se optó por la escala 1/2.000 (de menor coste), mientras Murcia optó por las escalas 1/1.000 para zonas urbanas y 1/10.000 para la zona rural de huerta (por lo tanto quedó fuera la parte rural del Campo de Cartagena, al otro lado de la sierra).

            El plano de Alcantarilla estaba formado por nueve hojas dibujadas sobre una base de poliéster utilizando los colores rojo, para edificaciones y vías de comunicación; azul para aguas; verde para arbolado y negro para curvas de nivel y vías férreas, siendo estas curvas de una equidistancia de 1 metro con puntos de apoyo en decímetros.

            En este año de 1973, por fin, Alcantarilla tenía un plano a una escala operativa (1/2.000, 1mm = 2 m) de todo su territorio.

            El Plan de Ordenación se llevó a cabo sobre estos planos, mejor dicho, sobre copias o contravegetales de esos planos, manteniendo los originales absolutamente intactos.

            Fallado este Plan por flagrantes deficiencias técnicas, Fulgencio Pérez Artero convocó un concurso para realizar un nuevo Plan, que ya se finalizó y aprobó estando en la alcaldía Francisco Zapata. El equipo encargado de redactar el nuevo Plan (en el que se encontraba el que esto suscribe), que en realidad era el primer Plan que se realizaba de la población, volvió lógicamente a utilizarse la cartografía 1/2.000, y como no podía ser de otra manera se trabajó con contravegetales de los originales, nunca sobre ellos, que se cuidaron y trataron con el máximo respeto para evitar cualquier deterioro. Los originales, por lo tanto seguían estando intactos.

            Durante los años en los yo estuve al frente de urbanismo estos planos eran intocables y solamente se trabajaba con contravegetales de los mismos. Otra cuestión a tener en cuenta es el sistema de archivo de planos. Para uso cotidiano de algún trabajo puede admitirse el archivador vertical a base de perchas de cartón o de plástico adosadas al plano; pero para planos especiales y de valor histórico solamente es aceptable el archivador horizontal.

            Los planos en el archivador vertical pueden dañarse en primer lugar por el adhesivo de la percha, y también pueden descolgarse por diversas causas y caer al fondo del archivador produciéndose daños irreparables. Pues bien, la señora Badenes mandó al basurero uno o dos archivadores horizontales y ahora el ayuntamiento ha tenido que gastar unos miles de euros en adquirir uno para el archivo histórico municipal, no teniéndose noticias de que ese importe se le haya descontado del sueldo a esta buena señora.

            Y llegamos a los años 90, en plena euforia toledana, y de alguna manera, no recuerdo cómo, me llega la noticia de que el delineante Antonio Moreno está “rascando” los planos originales en poliéster para ir dibujando sobre ellos las nuevas edificaciones de la población. Me pongo en contacto con él y le digo que pare inmediatamente de hacer semejante disparate, que se lo diga así a la arquitecta y que en todo caso acuda al secretario del ayuntamiento. Vana ilusión. Quien conozca al señor Moreno y su idiosincrasia sabe perfectamente que me comporté como un iluso.

            Se siguieron destrozando los planos pero las elecciones pusieron fin al reinado toledano por lo que hablé con el nuevo concejal y pariente Gregorio López López sobre lo que estaba ocurriendo y esta vez sí, parece que el atentado se paró. Por entonces no existían todavía los escáneres y habida cuenta de que yo poseía copias ya muy antiguas de los planos originales de cuando se confeccionó el Plan de Ordenación, se le dieron vueltas al tema de cómo podría repararse lo destruido sin poder llegar a una conclusión definitiva ya que el daño era muy importante y el realizar unas líneas exactamente igual a las originales no era tarea sencilla cuando la base de poliéster estaba dañada, “rascada” por el señor Moreno a órdenes de la señora Badenes.

            Pasó el tiempo y de nuevo me llegó información de que la destrucción seguía o que se pretendía seguir, no estaba claro, pero el peligro estaba ahí por lo que había que poner coto de manera definitiva al desastre, y dada la aparente pasividad de los políticos, se consideró que había que recurrir a la fiscalía en base a lo determinado en el Código Penal. Era la única forma de parar a tanto irresponsable, por decirlo suavemente. Así, con fecha 20 de septiembre de 2016 se presentó denuncia ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Murcia.

 

Escrito presentado en la Fiscalía denunciando los hechos

            El efecto fue milagroso. Causó un efecto fulminante y los destrozos finalizaron de forma definitiva. No sabemos lo que ocurrió en la fiscalía, pero el día 7 de abril de 2017 recibí un oficio de esa fiscalía archivando la denuncia por entender que no quedaba suficientemente acreditada la comisión de un delito, sin perjuicio de poder reproducir la denuncia ante la Autoridad Judicial competente.

Archivo de la fiscalía

            Evidentemente yo no podía “probar” nada porque no tenía acceso a los planos, por eso se recurrió a la fiscalía. Si uno ve a alguien muerto, no lo coge y lo lleva a la policía, avisa para que vengan, vean al muerto y lo recojan ellos, digo yo. Y a esa fiscalía parece que no “se le ocurrió” pedir los planos y se limitó a tomar declaraciones a los implicados, que lógicamente debieron negar los hechos; pero algo debió observar el fiscal cuando me indicó la vía judicial, en dónde los planos habrían tenido que ser mostrados.

            Nada más lejos de mi intención que proceder personalmente contra alguien, eso tendría que haber sido el propio ayuntamiento el que actuara, pero eso era como el pedir peras al olmo. Y mi único objetivo era salvar los planos.  Por lo que lo demás no importaba, y ese objetivo ya estaba cumplido, la destrucción del plano había terminado para siempre.

            Quedaba entonces en suspenso quién y cómo se iban a restaurar los daños de los planos, tarea larga y complicada. Desde luego no era urbanismo quién lo iba a hacer, eso estaba claro.

            Y esperando tiempos mejores, a finales de 2018 tenemos una reunión en casa de José Antonio Caride de Liñán con la concejala María Luisa Martínez y yo. El asunto era el tema de la conserva vegetal, pero en determinado momento surgió el tema de la cartografía y María Luisa me dijo de hacer una exposición sobre la historia de la cartografía de Alcantarilla. El asunto era complicado, había que reunir mucha documentación dispersa, buscar otra, dibujar muchos planos, sacar copias y copias y montarlo todo, y no había tiempo, pero nos pusimos a la tarea y al final la exposición se celebró desde finales de febrero a mediados de abril del siguiente año de 2019.

            Puede verse en:

Y aquí, recalcitrante, nos volvió a aparecer el asunto del plano de 1973.

Resulta obvio que nadie puede imaginar una exposición sobre la cartografía de Alcantarilla sin que en la misma no se encuentre el plano más importante de la población históricamente hablando, por lo que le dije a la archivera municipal María Rosa Gil Almela que pidiera a urbanismo una copia de las 9 hojas del plano.    

            Y tuvimos dos sorpresas: la primera que la propia archivera municipal no conocía siquiera la existencia de ese plano; y la segunda es que la responsable de urbanismo ‒no sé su nombre‒ le dijo “que ese plano no existía” o que “no se sabía dónde estaba”, por lo que no podía entregarnos ninguna copia.

            Ante semejante actitud, absolutamente impropia ‒por llamarlo suavemente‒, el asunto estaba claro. No habría exposición y se pondría el hecho en conocimiento del alcalde Joaquín Buendía y por supuesto de la concejala María Luisa Martínez. Siguió insistiendo la archivera municipal y obtuvo otra contestación más increíble todavía de la responsable de urbanismo: que “yo no podía ver los planos porque entonces tendría pruebas para acudir al juzgado”. Parece que el canguelo se había apropiado de algunos hasta el tuétano. Entonces María Rosa, sin consultarme, pero conocedora de cuál era nuestro objetivo, le dijo en mi nombre que yo de ninguna manera haría eso y que nuestra única intención era el realizar la exposición siendo ineludible la presencia de ese plano. Desde luego mi intención era también esa y María Rosa lo sabía. A mí poco me importaba llevar a juanito o pepito al juzgado, lo que queríamos era tener el plano.

            Entonces, los planos perdidos e ignorados, “milagrosamente aparecieron” y se los entregaron a María Rosa con la condición de que fuera ella sola a sacar las copias a Murcia sin que yo los viera (¿Cómo se entiende esto si se iban exponer? Infantilismo puro y duro ¿Pero con quién tratamos?).

            Naturalmente que yo llevé a María Rosa a Murcia (ella no conocía ni el sitio de la copistería) y sacamos las oportunas copias que se prepararon para la exposición marcando lógicamente en los planos las zonas alteradas pero suprimiendo parte del texto en que se hacía alusión a la destrucción llevada a cabo por la colega doña Elvira Badenes y su activo servidor don Antonio Moreno.

 

Plano presentado en la exposición. En las zonas grises reza la leyenda “Zona borrada y manipulada”

            El plano no solamente estaba a salvo, sino que ahora podíamos acometer la tarea de su restauración total sobre la base de unos documentos digitalizados, porque aparte de las zonas manipuladas, el dibujo sobre el poliéster se estaba degradando perdiendo el colorido y adquiriendo el fondo un tono grisáceo.

            A los pocos días comencé esa restauración que se ha terminado ahora, tras más de 500 horas de trabajo. Y urbanismo ha vuelto a ¿guardar? los planos, y ya respiran tranquilos los pobres. No los va a llamar ningún juez ¡Qué tropa!

 

Proceso de restauración de los planos. Hoja nº 5 antes y después de ser reparada

 

Zona del Huerto de los Frailes antes y después de ser recuperada. Cualquiera pueda observar que de ninguna manera se manipularon ni “rascaron” los planos, según parece que le dijeron al fiscal

 

Idem anterior, correspondiente a la zona entre el Camino de la Piedra y Florentino Gómez. Evidentemente tampoco se manipuló ni “rascó”

 

Idem anterior, zona de la Calle San Sebastián y Avenida de Santa Ana

 

Inicio de la restauración en la manzana entre las calles Princesa y Moreno. A la derecha se detecta la manipulación en el antiguo Huerto de Caballero

 

Ejemplos de la restauración con limpieza de fondos tanto en la zona urbana como en la zona rústica, en este caso en el Cabezo de las Aguas o Cabezo Verde, el trabajo se ha llevado a cabo normalmente con definición de menos de un milímetro

 

Las nueve hojas ya totalmente restauradas y además digitalizadas. ESTÁN A SALVO

            Esta es la historia del plano de 1973, una historia que acabó bien de verdadero milagro, ya que Alcantarilla estuvo más cerca que lejos de perder un documento importantísimo para su historia, sobre todo la futura.

            Hay que tener en cuenta que este plano, realizado por fotografía, es decir que presenta a la población en un instante determinado, contiene una enorme cantidad de información de todo tipo. Y las generaciones venideras serán las que de verdad valoren lo que este plano significa (unido al excepcional plano del catastro de urbana realizado por Agustín Pineda Enríquez en 1972 y también rescatado, restaurado y digitalizado).

            Este plano de 1973 aporta datos muy útiles para investigaciones urbanísticas, hidráulicas, de tráfico, volúmenes de las edificaciones, altimetría, ocupación de suelo, densidades poblacionales, callejero, arqueología, ferrocarriles, industrias, agricultura, alturas de construcciones, evolución urbana, carreteras, caminos y sendas, etc.

            Cuánto valdría un plano así, de por ejemplo, 1900; ¿y de 1800?, ¿y de la primitiva Alcantarilla tras el traslado? No tendrían precio y por desgracia tampoco podemos tenerlos, pero al menos sí podemos dejar para el futuro el plano de 1973.     

                    

  

 

 

 

 

 

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