Pedro L. Cascales López
Daniel
Serrano Várez
En esta publicación dedicada a la
historia de Alcantarilla no podemos dejar de dedicar un justo recuerdo y
homenaje a nuestro amigo Daniel Serrano Várez; y no por el hecho de que fuese
amigo, que también, sino por el hecho de que si hablamos de historia, Daniel
era, es, una de esas escasas personas, escasísimas diría yo –sobran dedos–, que
en los últimos años, desde la más absoluta humildad y silencio, nos han
descubierto la historia de Alcantarilla, han despejado dudas, han hecho
desaparecer tópicos y han comenzado a encajar las piezas de un complejo
rompecabezas, permitiendo el que hoy en día se conozcan aspectos y hechos sobre
la historia de esta población que eran absolutamente desconocidos hace muy pocos
años.
Cuando Daniel y su familia llegaron
a Alcantarilla, una de las primeras personas que conocieron fue a José Riquelme
Marín –también profesor–; y este hecho se produjo en la Plaza de la Iglesia por
mediación de un policía municipal que los presentó a ambos. Nació así una
amistad y una colaboración que habría de durar hasta que Daniel se nos ha ido.
José Riquelme coincidía con Daniel
en su afición por la arqueología. Ya en la década de los sesenta, Riquelme
estuvo participando, con la escuadra de cultura de la OJE, en visitas a lugares
de interés histórico y arqueológico como el castillo de Alhama, el del Puerto,
los poblados ibéricos de Los Garres, el Cabezo y Cobatillas, las torres árabes
de La Luz y de Ínchola, el castillo de Monteagudo, las Salinas de Sangonera, la
presa de Rambla Salada, las minas de Sangonera, el túnel de la Contraparada, el
poblado ibérico de Alhama, el castillo de El Valle, la torre de Alguazas, el
castillo de Lorca…, y como es natural, en Alcantarilla, muchas visitas, a los
Arcos de Las Zorreras, a la Noria, y a su acueducto. Era lo que teníamos.
En todos estos lugares se realizaban
fotografías y planos, dentro de las posibilidades y los escasísimos
conocimientos que con esa edad y en aquellos años se tenían. Pero la voluntad
era la voluntad, y lo conozco bien porque yo también participaba en aquellas
marchas que se realizaban a pie si el objetivo no estaba a más de unos 10
kilómetros, o, en caso contrario, en la furgoneta Volkswagen (la de los
hippies) del amigo Antonio Munuera, mecánico de aviones de la base aérea, que
nos cobraba un módico precio por llevarnos y traernos. No es de extrañar por lo
tanto que entre Daniel y Pepe surgiera desde el primer momento una sólida
amistad. A Daniel además el tema arqueológico le venía de familia: su tío abuelo
intervino en el Cerro de los Santos y en el descubrimiento de las pinturas
rupestres de Minateda y Alpera, aparte de un largo historial familiar.
Interesa hacer una breve exposición
de cuál era el momento histórico-arqueológico de Alcantarilla cuando se produjo
la llegada de Daniel a Alcantarilla. En el año 1979 esta población llevaba unos
quince años de desastres urbanísticos a causa de la inclusión del municipio en
el Plan Comarcal de la Huerta de Murcia, que ni era plan ni era nada. Fueron
años de problemas sin cuento para el alcalde Diego Riquelme Rodríguez y para su
sucesor Fulgencio Pérez Artero; y desde luego, también fue un grave problema
para la industria de la construcción de la población que se vio abocada a una
situación límite.
Al final, la corporación municipal
presidida por Fulgencio Pérez decidió que Alcantarilla obrase por su cuenta y
se contrató la redacción de un Plan de Ordenación exclusivo de Alcantarilla.
Parecía que todo se iba a solucionar, pero nuevo fracaso, el bisoño equipo
redactor madrileño comenzó bien pero no pudo o no supo rematar la faena y de
nuevo Alcantarilla se encontró paralizada y con serios problemas. Ni que decir
tiene que ninguno de los dos Planes contenía mención alguna a temas históricos
ni arqueológicos.
Sin embargo, la redacción de este
Plan, sin pretenderlo, tuvo un efecto muy positivo para lo que nos ocupaba: la
búsqueda de zonas arqueológicas dentro del término municipal de Alcantarilla,
ya que, a finales del año 1972, se llevó a cabo un vuelo aereofotogramétrico
que dio lugar a poder contar en 1973 con un excepcional plano a color en 9
hojas –el primero de todo el término municipal– a una escala muy adecuada
1/2.000 (1cm=20m); y lo que es más importante, con curvas de nivel de
equidistancia de un metro y puntos de apoyo marcando decenas de metro. Este
plano se encuentra actualmente en restauración tras ser salvado de las manos de
quienes precisamente tenían que velar por su custodia.
Hoy en día puede parecer increíble el que no
existiese un plano del término municipal de Alcantarilla, pero así era. No lo
había. Había algún plano solo de la zona urbana, más o menos aproximado, pero
nada más, porque para nada nos servía el plano del Instituto Geográfico Nacional
a escala 1/25.000 (1cm=250m), con altimetría de 10 metros, ni tampoco un plano
militar del año 1968 a escala 1/10.000 (1cm=100m), que además, por su rareza,
era prácticamente desconocido; ni el plano del Ayuntamiento de Murcia, que
incluía Alcantarilla, también a escala 1/10.000 pero con demasiadas
inexactitudes.
El trabajo que desarrollaría Daniel
necesitaba como base fundamental la existencia de un plano suficientemente
detallado que permitiese detectar las zonas de posibles asentamientos y sobre
todo de altimetría; el saber qué punto está más alto que otro, dicho
llanamente. Todo esto era básico. Fundamental. Y ese plano era al que nos hemos
referido del año 1973. Pero había que reducirlo de tamaño, a mano, y extraer de
él toda la altimetría. Llevó algo de tiempo, pero de esta manera ya se contaba
con una base topográfica adecuada, y esto significó el que a partir de entonces
muchas incógnitas se despejaran como veremos más adelante.
No recuerdo cuando conocí a Daniel,
pero debió ser sobre el año 1980 a través de Pepe Riquelme que me hablaría de
él. Pero lo que sí recuerdo fue que desde el primer momento detecté que era un
hombre que inspiraba confianza. Era un hombre que sabía lo que llevaba entre
manos. Se notaba. Y además no se daba aires de grandeza –rara avis–. La sintonía fue inmediata. A
partir de ese momento comenzamos a colaborar. Yo trabajaba como arquitecto
técnico de planeamiento urbanístico en la Oficina Técnica de Gestión
Urbanística del Ayuntamiento de Murcia, pero vivía y estaba ligado,
lógicamente, a los temas urbanísticos e históricos de Alcantarilla, mi pueblo y
el de mi familia desde mucho antes de que existiesen libros parroquiales. Además,
en el año 1979, un equipo de técnicos del citado Ayuntamiento de Murcia, entre
los que me encontraba, presentó su candidatura al concurso de méritos para
llevar a cabo la redacción del nuevo Plan General de Alcantarilla, y se obtuvo
la concesión, entrando poco después como alcalde Francisco Zapata.
No pudo ser mejor momento para
conocer a Daniel. En aquellos años, sobre temas arqueológicos o de historia
antigua de Alcantarilla solamente se sabía o alguna vez alguien podía comentar
algo sobre lo siguiente:
a). En la Calle Mayor, entre las
Calles Cartagena y Eras, hacía más de cien años que se tenía noticia de que
aparecían restos, desde sillares hasta ánforas. Serían de los moros, se decía,
y asunto zanjado. A otra cosa.
b). En 1964 apareció el célebre
oinochoe que causó interés mediático. Y ya está. Ahí quedó la cosa a pesar del
interés de Manuel Jorge Aragoneses.
c). La Alcantarilla antigua había
sido destruida por una inundación pero nadie sabía exactamente marcar el sitio
sobre el terreno.
d). En la carretera del Javalí
Nuevo, de siempre aparecían restos de “tiestos” al labrar y al hacer
explanaciones.
e). De vez en cuando, al construir
algún edificio en el casco antiguo de la población aparecía algún “tiesto”
hecho pedazos. De nuevo los moros tenían la culpa. A la basura y ya está.
f). El Camino de los Romanos se
llamaba así porque “sería un camino que hicieron los romanos” ¿No?
g). Algunos también aseguraban que
la Noria era obra mora. Que estaban seguros. Que lo sabían de buena tinta. Eran
los de las “redes sociales” de entonces.
Y ya está. Nada más. Este panorama
fue el que se encontró Daniel.
Hasta el amigo Salvador Frutos
Hidalgo, cuando publicó su libro “El Señorío de Alcantarilla” en 1973, pasó de
puntillas sobre el tema antiguo porque no había nada, solo el oinochoe dichoso,
y pare usted de contar. Salvador ni siquiera quiso especular y se limitó a
exponer aspectos generales y también, por su indudable interés, a lo publicado
por el canónigo Lozano en el siglo XVIII. Que no era poco.
Uno de los cometidos del Plan General
era el hacer una relación de edificios históricos a conservar con distintos
grados de protección y señalar las posibles zonas arqueológicas. Me encargué de
este tema (visto desde hoy, nos quedamos cortísimos, pero eran otros tiempos y
había limitaciones legales) y le pedí colaboración a Fulgencio Saura Mira,
secretario del Ayuntamiento y a Daniel Serrano. Pero al final, con respecto a
zonas arqueológicas no teníamos nada probado ni hipótesis con una cierta base,
solamente se marcó, aproximadamente, el solar que debía ocupar la antigua
Alcantarilla. El Plan se aprobó definitivamente en el año 1982, creo recordar,
pero huérfano en historia antigua, si bien, esa aprobación dio el banderazo de
salida a la construcción, y con ello a las excavaciones y a la aparición de
restos.
El plano de altimetría de la
población también nos había hecho detectar varias cosas: El Guadalentín
desembocaba junto a Alcantarilla, tras pasar cerca de la Voz Negra y bajo la
actual fábrica de Hero; la antigua Alcantarilla, junto al río, podía ya
delimitarse exactamente; los terrenos de la carretera de Javalí Nuevo habían
sido explanados desde una altura de unos 3/4 metros; el Camino de los Romanos
enlazaba exactamente, tras hacer una curva a la altura de la Estación del
Ferrocarril, con el Camino antiguo del Azud y con la Calle Real del citado
Javalí Nuevo; el Camino de Los Soldados o de la Morda enlazaba exactamente con
la Calle de los Pasos; un cabezo existente frente a la Voz Negra había
desaparecido; esta zona de la Voz Negra había sido una zona de barrancos y
tollos (restos del río); Alcantarilla contaba con una serie de elevaciones
perfectamente definidas que podrían haber albergado algún tipo de
asentamientos, entre ellas la carretera de Javalí Nuevo, el Cabezo del Agua
Salada y el del Convento; muchas zonas de la población habían sido
sensiblemente alteradas para hacer las tierras aptas para el regadío, como es
el caso de la zona del acueducto de la Noria (los famosos “aluviones” de algún
docto). Y así una gran cantidad de detalles que ayudaron a eliminar dudas y
centrarnos en aquellos lugares que presentaban ciertas expectativas.
Plano del Cabezo del Agua Salada en la documentación del
año 1973, con curvas de 1 metro. Parte del plano ya restaurada
De hecho, Daniel Serrano, acompañado de sus
amigos, también profesores y colaboradores, Jesús Fernández Palmeiro y José
Riquelme Marín, en una visita realizada al Cabezo del Agua Salada detectaron en
las hormazas de los bancales realizados a base de piedras, cosa extrañísima, un
cierto número de piedras labradas con motivos ornamentales. Ya no había duda.
Eran los restos de un poblado ibérico.
Algunas de las piezas encontradas en el Cabezo del Agua
Salada. Fotos de Daniel Serrano
A partir de ese momento el Cabezo
del Agua Salada sufrió un proceso que queda perfectamente detallado en
publicaciones de Daniel Serrano y Jesús Fernández Palmeiro.
Pero todavía quedaban algunas
incógnitas para resolver definitivamente el puzle. Y Daniel estaba en ello,
presentándose en cualquier excavación que se realizaba para observar los
estratos laterales. De esta manera comenzó a marcar en los planos todos los
hallazgos que realizaba, aunque en algunas ocasiones los constructores,
lógicamente le ponían impedimentos para acceder a las obras. El primer plano
que comenzó a usar Daniel fue el correspondiente al callejero municipal del año
1979 que yo había editado para la Policía Municipal.
Para entonces yo había hecho permuta
de funcionarios y había entrado al Ayuntamiento de Alcantarilla para encargarme
de urbanismo. Mantenía una relación muy fluida con Daniel pasándonos
información, apuntes, libros, ideas…, y me contó los problemas que a veces se
encontraba para acceder a las obras. Había que solucionar ese problema. El
trabajo de Daniel era de tal importancia, aunque nadie se diera cuenta
entonces, que algo había que hacer, y como ya he contado en alguna ocasión,
redacté un oficio en el que se decía que Daniel Serrano Várez desempeñaba
trabajos de arqueología para el Ayuntamiento y se rogaba a los constructores
que le dieran todas las facilidades posibles. Esto lo tenía que firmar el
secretario, el amigo Fulgencio Saura Mira, así que le puse delante el oficio y
le dije que estampara los mejores sellos y su mejor firma, “la de los domingos”.
Y así lo hizo el bueno de Fulgencio que le interesaba el tema tanto como a
nosotros. Gracias a eso, se consiguieron encontrar muchos más restos que
ayudaron a completar el mapa las zonas arqueológicas. Algunas veces, cuando
podía, acompañaba a Daniel a las excavaciones, y recuerdo, por ejemplo, la
cantidad de restos que aparecían en el talud del margen medianero del huerto de
Cayitas en su parte de poniente, una zona vaciada ya en el siglo XIX para
extraer arcilla para los tejares.
A veces llegabas a una excavación y
te dabas cuenta de que muchos restos ya se habían ido al vertedero. No ganabas
para disgustos. Afortunadamente para mí, Daniel tuvo que ser testigo de muchos
de estos casos más que yo.
Pero todo no eran disgustos, a veces
nos reíamos bastante, recuerdo que un día me llamó porque había pasado por la
Calle Mula, por la excavación realizada en la antigua fábrica de conservas de
Manuel Hernández Muñoz, y me dijo que estaba cercada, que no se podía entrar y
que no había nadie, pero que por una pequeña abertura había visto a unos dos
metros de profundidad un conducto abovedado de ladrillo de unos 50 cm de
anchura, que pasara a verlo porque parecía algo “interesante”. Fui para el
solar y subiéndome al coche vi el “descubrimiento”. ¡Era el conducto de humos
de la caldera a la chimenea de la fábrica! Pero no acabó ahí todo, se presentó
el problema de que como había tardado varios días en avisarme, la foto ya se
había publicado. Más cachondeo. De todas maneras yo creo que nadie se dio
cuenta.
Firma para actos “solemnes” de Fulgencio Saura Mira
Alguien, con toda la razón, podría
pensar que porqué el Ayuntamiento, a la vista de los hallazgos que se estaban
produciendo, no contaba con un servicio de arqueología como ocurre en otras
ciudades; que porqué se dejaba solo y sin ayuda a Daniel. La explicación es
sencilla pero el asunto es complejo: Alcantarilla no tenía delimitadas zonas
arqueológicas, no se conocían, fue Daniel el que las iba descubriendo. A ratos,
solar a solar, poco a poco, iba obteniendo una cosa aquí y otra allí. Hay que
tener en cuenta que no aparecían estructuras sino solamente restos de cerámica
desplazados, y no siempre, y esos hallazgos no podían anticiparse al no contar
con zonas arqueológicas definidas; y no era posible en cada obra hacer catas
paralizando la actividad cuando lo más seguro es que no apareciese nada.
Solamente cabía hacer lo que Daniel hizo, y funcionó. Se trataba de hallazgos
en los cuales, el valor de la información que daban, era generalmente más
importante que el propio hallazgo en sí. Carecía absolutamente de sentido el
haber creado un puesto de arqueólogo municipal, porque además ello implicaba
personal, equipo y muchos gastos. No era justificable. Y el pedir ayuda a
Murcia era una quimera. No hacían ni caso.
Existe sin embargo una excepción a
todo esto: el poblado ibérico de la Avenida de Santa Ana (receptor de los
habitantes del Cabezo del Agua Salada trasladados por los romanos). No se
encuentra en esta excepción el Cabezo del Agua Salada, ya que no hay riesgo de
expolio y de hecho ya está demasiado dañado por el aterrazamiento para los
cultivos realizados hace unos 200/300 años, cuando se hizo el añadido del
acueducto de la parte norte de la Noria.
El poblado de Santa Ana salió a la
luz a raíz de la primera obra que se hizo en la zona. Siempre se había supuesto
que si había una necrópolis en la Calle Cura Hurtado Lorente, el poblado no
debía estar lejos, este tema lo estudió mucho Daniel, pero antes del citado
hallazgo no había respuestas. Ya se sabía que el Guadalentín pasaba cerca de
ahí, pero el poblado podía haber sido destruido por la extracción de arcillas
para los tejares. Parece que no fue así. El poblado estaba, está, al sur de la
Avenida de Santa Ana (posiblemente incluso la cruce) y ha sido parcial o
totalmente expoliado, existen zonas a levante de la calle que va al colegio que
están sin edificar, y esas zonas deben ser vigiladas especialmente por parte
del Ayuntamiento ahora que Daniel no está. No puede ser que vuelva a ocurrir lo
que ya pasó, de que cuando se comenzaron una serie de obras y aparecieron gran
cantidad de restos y estructuras, los trabajos de excavación se “escondieron”
entonces los sábados y domingos para evitar miradas indiscretas. Fue un expolio
en toda regla con una pasividad municipal increíble y la perplejidad de los
vecinos que veían desde sus casas lo que estaba ocurriendo a pesar de sus
avisos al ayuntamiento.
En los últimos años Daniel aumentó
sus publicaciones, colaboró mucho con la Asociación de Amigos del Museo de la
Huerta y recuerdo el día en el que en compañía de Jacobo Martínez, Francisco
Jiménez “Paco El Gallo”, Diego Pacetti y otros, fueron a mi almacén a recoger
la galera que había sido de Mariano Abizanda para llevarla al Museo de la
Huerta.
Recogida de la galera de Mariano Abizanda para llevarla
al Museo. Junio de 1997
En el año 1999 publiqué el libro “Topografía y Evolución Urbana de
Alcantarilla” en el que se recogían y describían los hallazgos de Serrano;
e igualmente lo hizo Salvador Frutos en la segunda edición de su libro
“Historia de Alcantarilla” en ese mismo año. En esos momentos la cantidad de
restos rescatados era muy importante y ya se había llegado a un punto en que
podía reconstruirse el paisaje de la antigua Alcantarilla iberorromana. En
apenas veinte años, gracias a Daniel, habíamos pasado de la nada al casi todo.
Pequeña muestra de hallazgos realizados por Daniel
Serrano, Jesús Fernández y José Riquelme
En el año 2016 antes de publicar “La
presencia romana en Alcantarilla” en este mismo blog, quedé con Daniel para que
le echara un vistazo y viera si había algún gazapo. En ese texto se trataba el
asunto del túnel en el que Daniel no había podido participar pero estaba muy
interesado en que lo mantuviera al corriente, porque quería que lo viera un
amigo suyo, el profesor don Antonio González Blanco, que en su momento detectó
en Los Arcos una base de obra muy anterior a los árabes, por lo que coincidía
con lo que yo estaba aportando. Era un escrito riguroso, pero no había podido
resistirme a poner de “chupa de dómine” a los culpables de la destrucción del
poblado de la Avenida de Santa Ana. No me pude resistir. Estaba muy caliente por
lo que se había hecho. Pero Daniel me dijo que no, que mejor no tocar el tema,
que eliminara eso, y lo eliminé, le hice caso. Y no es que fuese algo exagerado,
ni mucho menos. Posiblemente llevara razón. Pero la llevara o no, era igual, me
lo dijo y basta. Lo cierto es, ahora que ha pasado el tiempo y recuerdas
aquellos momentos: nunca oí decir a Daniel ni una palabra de este asunto.
Cuando salía el tema, bajaba la cabeza, se ponía serio y no decía nada. El
porqué no lo sabremos nunca.
Esto de Santa Ana es que fue sangrante. Los alumnos del
Colegio Jacinto Benavente programaron una Unidad Didáctica Interdisciplinar con
las directrices del área de historia, coordinada por Daniel Serrano Várez y
Nicolás Martínez Valcárcel y la colaboración en sus respectivas materias,
adaptando los contenidos de sus asignaturas al tema de la Historia en aquellos
tiempos, de Pedro López Martínez, José Riquelme Marín, Juan Luis Serradilla
Arrondo y Juan Soriano Guillén. Los alumnos, entre otras actividades,
realizaron un trabajo de campo consistente en una excavación arqueológica en la
escombrera donde habían arrojado la tierra del vaciado del solar de la antigua
fábrica de Guerrero. Después de limpiar, estudiar y clasificar la gran cantidad
de restos cerámicos encontrados, bajo la dirección de Daniel Serrano, se montó
una exposición con los materiales cerámicos recuperados. Recogida la exposición
todos los materiales de la misma se depositaron en el Museo Arqueológico
Provincial. Pero este caso no fue único, después de él hubieron más y nada se
hizo.
En el año 2017 le hice a Daniel un pequeño
dibujo sobre el Cabezo del Agua Salada, que ni nosotros ni nuestros hijos, ni nuestros
nietos, ni nuestros bisnietos, etc., verán excavado. Por lo tanto, al menos,
que tuviéramos un recuerdo. En el dibujo hay los siguientes textos
POBLADO
IBÉRICO DEL CABEZO DEL AGUA SALADA. PRIMER ASENTAMIENTO URBANO EN EL TÉRMINO DE
ALCANTARILLA Y QUE FUE DESCUBIERTO POR DANIEL SERRANO VÁREZ
(Nota: Estamos hablando del Cabezo del Agua Salada,
no del Cabezo del Agua Salá. Conviene recordar a estos modernos y
simpáticos “castizos” que la Real Academia de la Lengua distingue entre el
lenguaje coloquial y el leguaje escrito. Por favor, basta ya de “campechanías”)
Para
mi amigo Daniel Serrano Várez, que durante muchos años, con una labor rigurosa,
tenaz y alejada de todo protagonismo, descubrió y sentó las bases de la hasta
entonces desconocida historia antigua de Alcantarilla
Pedro
L. Cascales López – Marzo 2017
1 –
Inicio de la Calle Mayor
2 –
Plaza de San Pedro
3 –
Convento
4 –
Huerto de los Frailes
5 –
Cruce del desvío con el Camino de Los Arcos
6 –
Puente del desvío sobre el ferrocarril
7 –
Alcantarilla medieval
El día 6 de abril de 2018, en la
Casa de Cayitas se inauguró una exposición de arqueología en honor de Daniel
que de alguna manera representaba un recorrido por toda su trayectoria con
referencia a los hallazgos realizados en la población.
José Riquelme y Daniel Serrano en la exposición sobre
arqueología en la Casa de Cayitas
Hace poco más de un año, cuando
comencé a hacer los trabajos de marcación en el terreno del túnel romano de la Contraparada
llamé a Daniel para que se viniera, pero ya me dijo que no se encontraba muy
bien para andar por terrenos complicados, por lo que al final fuimos solos Pepe
Riquelme y yo. Daniel nos contaba todo el delicado proceso médico que estaba
llevando y nuestra preocupación iba cada día en aumento.
10 de abril de 2019. En el Bar de Alfonso. De izquierda a
derecha, Pedro Cascales, Daniel Serrano, Pepe Riquelme, Alfonso, José Marín y
Juan Cánovas
El día 31 de mayo de 2019, en un acto
bastante concurrido, el alcalde de Alcantarilla Joaquín Buendía Gómez inaugura
un monolito con una placa que da el nombre de “Arqueólogo Daniel Serrano Várez”
a la calle que da entrada a la Ermita de la Salud y limita con el Cabezo del
Agua Salada. Daniel ya no estaba bien, tuvo que sentarse mientras se veía
arropado por muchos amigos. Ya llevaba un tiempo sufriendo el no poder contar
con todas sus fuerzas. Su nombre quedaba ahora ligado al poblado ibérico del
Cabezo, además de en los textos, de una manera física.
El trío descubridor del poblado del Cabezo del Agua
Salada, José Riquelme, Daniel Serrano y Jesús Fernández. Foto Juan Cánovas
De izquierda a derecha: José Riquelme, Salvador Frutos,
Daniel Serrano, Pedro Cascales y Jesús Fernández Palmeiro. Foto de Juan Cánovas
Orcajada
De izquierda a derecha: El alcalde Joaquín Buendía,
Salvador Frutos, el exalcalde Francisco Zapata y Pedro Cascales. Foto de Juan
Cánovas Orcajada
Daniel, últimamente, en que las
salidas se habían reducido, se había dedicado a trabajos de investigación y
publicaciones, una de ellas, una completa y documentada bibliografía sobre
arqueología que puede consultarse en:
Por esa razón, cuando en este mismo
blog se publicó también una bibliografía sobre la historia de Alcantarilla,
necesariamente se pidió su colaboración, así como a María Rosa Gil Almela, Juan
Cánovas Orcajada y María José Gómez Guillén. En algunos casos, para las reproducciones
en miniatura de portadas Daniel nos aportó publicaciones de muy difícil
localización. Le faltaba tiempo.
Daniel con una revista para su incorporación a la
Bibliografía Histórica de Alcantarilla con Juan Cánovas y Pedro Cascales. 25 de
julio de 2019, Plaza de Cayitas
Esta bibliografía sobre la Historia
de Alcantarilla, realizada por las personas anteriormente citadas, puede
consultarse en:
El día 7 de octubre de 2019, en un
acto celebrado en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento de Alcantarilla, el
alcalde Joaquín Buendía Gómez entregaba a Daniel Serrano Várez el título de
Hijo Adoptivo de Alcantarilla.
El alcalde Joaquín Buendía Gómez entrega el título de
Hijo Adoptivo a Daniel Serrano Várez
Y ante este hecho, junto a otras cosas, por
lo que no podemos hablar de hechos aislados, necesariamente –permítaseme el
inciso– hay que referirse a la conducta que viene desarrollando el alcalde
Joaquín Buendía Gómez. Los que me conocen saben que pertenezco al poco nutrido
gremio de personas “que no adulan ni a dios” (con minúscula) por decirlo
suavemente; y estando esto claro, hay que felicitar y felicitarnos de tener un
alcalde como el citado, que en el tema cultural –que es del que yo hablo–, y
justo es decirlo, acompañado de la concejal Luz Marina Lorenzo Gea, está
desarrollando una labor encomiable: en poco tiempo, ha hecho justicia con
Daniel, ha rescatado el acueducto de la Noria, ha apoyado la localización del
túnel y canal romano, origen de la Huerta de Murcia, ha apoyado un libro sobre
la Historia Ilustrada de Alcantarilla, proyecta crear un Museo de la Conserva
Vegetal, está apoyando excavaciones arqueológicas cercanas a la presunta villa
romana del Convento, está dotando al Archivo Municipal de material básico años
y años solicitado, está rescatando material y documentación sobre la conserva
vegetal únicas en España, está presente en cualquier manifestación cultural,
tiene ambiciosos proyectos para el entorno del Museo de la Huerta…, y supongo
que habrá muchas más cosas que yo desconozco habida cuenta de mi alejamiento de
la política y de la sociedad.
Y claro, después de “los años vividos, más
bien sufridos” no hace mucho, anteriormente a la llegada de este alcalde y
desde que Francisco Zapata dejó el Ayuntamiento, esto casi que no te lo crees.
Volvamos al relato.
Hacía tiempo que veníamos comentando la
tremenda desinformación que sobre la historia de Alcantarilla existía en la
población, sobre todo entre los jóvenes, dando lugar con ello a que ese espacio
fuese ocupado por ciertas redes sociales propagadoras de desinformación o por
los clásicos vendedores de humo buscando su minuto de gloria. Pues bien, cuando
ya a finales de 2018 había cristalizado el proyecto de hacer una “Historia
Ilustrada de Alcantarilla” que fuese tremendamente didáctica y apta para todas
las edades, contando con el apoyo de la concejal de Cultura, Educación y
Festejos, Luz Marina Lorenzo Gea, hicimos una pequeña reunión para informar del
mismo sobre todo a aquellos en cuyos trabajos se basaban los textos de la
publicación. Lamentablemente los dos “Fulgencios”, Saura Mira y Sánchez
Riquelme estaban enfermos, por lo que no pudieron asistir.
El trabajo en esa fecha, 12 de
noviembre de 2019, ya estaba maquetado e iniciado, y por tal motivo, fue
posible entregarle a Daniel, como primicia, una lámina referente a la época
ibérica y al Cabezo del Agua Salada. Los dibujos de esa lámina estaban basados
en los hallazgos realizados en el poblado años antes, tanto en la vestimenta
del guerrero ibérico como en los atalajes del caballo.
Pero Daniel no podrá ver, ¿o sí?, el
libro publicado ya que fallecía el mismo día en que el trabajo salía de la
imprenta.
Lámina entregada a Daniel correspondiente a la época
ibérica de Alcantarilla
Detalle del poblado del Cabezo del Agua Salada
Guerrero ibérico a caballo ataviado según lo deducido en
los hallazgos encontrados
Grupo en la cafetería La Chimenea, ubicada en el interior
de la antigua fábrica de conservas La Esencia, construida por Juan Antonio
López Martínez, el que también fuese promotor de la casa modernista de la Calle
Mayor esquina al jardín, y casualmente tío bisabuelo de Luz Marina Lorenzo y
tío abuelo de Pedro Cascales. De izquierda a derecha: José Antonio Caride de
Liñán, José Riquelme Marín, Salvador Frutos Hidalgo, Luz Marina Lorenzo Gea,
Daniel Serrano Várez, Juan Cánovas Orcajada, el editor e ilustrador Pedro A.
Rodríguez Hurtado, y Pedro L. Cascales López
Vino la locura del confinamiento y
yo preguntaba a los amigos de siempre que cómo estaba Daniel. Pasaban por la
puerta, bajo su ventana, y o no estaba o si estaba hacía un gesto de negación
con la cabeza. No quería llamarle por teléfono. Cuando no estás bien, lo último
que quieres es que te llamen. El último correo electrónico que le envié tiene
fecha de 25 de julio.
Al acabar Daniel su trabajo podemos
hacer una corta y esquemática valoración:
Más atrás hemos visto qué se sabía
de Alcantarilla en los años sesenta, pues bien, podemos decir ahora lo que se
conoce de esa misma Alcantarilla al día de hoy:
1.- Trazado de las calzadas romanas
2.- Emplazamiento y delimitación del
poblado del Cabezo del Agua Salada
3.- Emplazamiento del poblado de la
Avenida de Santa Ana
4.- Emplazamiento de una mansión o
edificio al servicio de las calzadas
5.- Emplazamiento de las villas
romanas
6.- Existencia de un acueducto
anterior al de los árabes y en el mismo lugar
7.- Existencia de un túnel y canal
que dio lugar a la primera Huerta de Murcia
8.- Trazado del curso primitivo del
Río Guadalentín
Y todo ello acompañado de decenas de
publicaciones. El resultado no puede ser más positivo. Ahora bien, Alcantarilla
tiene cinco retos muy importantes en materia de su historia antigua:
1.- Que Cultura desentierre el túnel
y canal romano. Origen de la Huerta.
2.- Proteger y luego excavar lo que
reste del poblado ibérico de Santa Ana.
3.- Excavar el poblado del Cabezo
del Agua Salada.
4.- Excavar la villa romana que yace
enterrada, bajo dos o tres metros de arcillas en la Voz Negra, hoy término de
Alcantarilla, porque puede estar casi intacta.
5.- Excavar el solar de la antigua
Alcantarilla junto al Puente de las Pilas.
Todo este trabajo está pendiente,
cada generación tiene que hacer el suyo.
Diario
LA VERDAD de Murcia, de fecha 11 de agosto del año 2020
“FALLECE EL ARQUEÓLOGO E
HIJO ADOPTIVO DANIEL SERRANO VÁREZ
ALCANTARILLA. El alcalde decreta un día de luto por
la muerte del profesor, que impulsó excavaciones como la de los arcos de la
Noria.
El arqueólogo y profesor Daniel Serrano Várez falleció
ayer a los 82 años. En octubre pasado, el Ayuntamiento le nombró Hijo Adoptivo
de la ciudad. El alcalde Joaquín Buendía, ha decretado hoy, martes, día de luto
oficial ondeando a media asta las banderas del Consistorio y otros edificios
municipales.
Nació en Montealegre del Castillo (Albacete) el 16 de
agosto de 1937, llegó a Alcantarilla en 1979, cuando fue trasladado para
desempeñar su carrera como profesor en los colegios Nuestra Señora de la Salud
y Jacinto Benavente, has ta su jubilación. Su trayectoria en el ámbito
arqueológico tiene que ver con el “boom” de la construcción de los años 70 y 80
del siglo XX. De hecho, inspeccionó las nuevas obras realizadas en el casco
antiguo, en el barrio de San Pedro, así como los terrenos cercanos a los cauces
de los Ríos Segura y el antiguo Guadalentín, llegando a identificar una
veintena de yacimientos arqueológicos.
La misa de corpore insepulto se celebrará a las 18 horas
de hoy en la iglesia de San Pedro Apóstol. Buendía lamentó «tan irreparable e
inesperada pérdida», a la vez que trasladó su pesar y el de la Corporación
municipal a su viuda, hijos y resto de familiares. Además, recordó lo que le
indicó la tarde de su nombramiento, que dicho título se le concedía por «sus
servicios en beneficio, mejora y honor del de la Noriamunicipio de
Alcantarilla». Asimismo, añadió que «si no hubiera sido por sus iniciativas, su
arrojo y su tesón, la historia de Alcantarilla estaría fragmentada y hubiéramos
tenido que basar muchos de los acontecimientos que sucedieron en esta tierra
entre los siglos V a. C. y V d. C. en hipótesis y no en realidades».
El primer edil también le manifestó en dicho acto que el
nombramiento de Hijo Adoptivo es el culmen de una serie de reconocimientos que
le ha brindado el pueblo de Alcantarilla a este vecino ilustre como la
celebración de una exposición sobre los descubrimientos del arqueólogo, en 2018
en la Casa de Cayitas, y dar nombre a una calle junto al Cabezo del Agua Salá
(sic), el 31 de mayo del pasado año».
Igualmente, Serrano Várez, realizó prospecciones sobre el
Cabezo del Agua Salada y su entorno, e impulsó excavaciones como la de los
arcos de la Noria en los años 90 y la de urgencia del acueducto. Además, ha
publicado 59 artículos científicos en libros y revistas”.
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