martes, 9 de mayo de 2023

ANTIGUOS OFICIOS EN ALCANTARILLA - III-C

José Riquelme Marín

 

                                                                   CONTINUACIÓN 


Graneros

Palacio de El Almudí

Antiguo pósito de estilo Barroco; es un edificio histórico situado en la ciudad de Murcia, en el Plano de San Francisco, edificado a comienzos del siglo XVII. En origen fue pósito municipal de trigo, luego cuartel de caballerías en el siglo XIX y Palacio de Justicia y Audiencia desde 1886, dedicándose a sala de exposiciones y archivo municipal tras la restauración a final del siglo XX.

 

Fachada del Palacio del Almudí

Historia

El 10 de junio de 1554, el Concejo de Murcia acordó realizar un nuevo pósito municipal de trigo en el Plano de San Francisco, para sustituir al viejo pósito situado en la Plaza de San Julián.

 

Gran salón de la planta baja

El nuevo edificio ocupaba lo que entonces era el matadero de la ciudad, inmediato a la puerta de la Aduana de la muralla. Este edificio fue pasto de las llamas en la madrugada del 12 de agosto de 1612 a causa de un rayo. Los daños fueron de tal consideración que se hizo necesario la construcción de un nuevo edificio, para el que se utilizó el mismo solar, aunque más ampliado. El magnífico edificio que hoy podemos contemplar fue terminado en 1628.

El nombre de Almudí proviene de la medida de capacidad de áridos equivalente a 6 cahíces (24 tahúllas o 26.831,1865 m2).

Servicio Nacional del Trigo

 

Trilla en la era, al fondo un silo

Surgió del Decreto Ley de Ordenación Triguera de 23 de agosto de 1937, en Burgos. Fue el organismo promotor de la Red Nacional de Silos. Desapareció en febrero de 1968 al nombrarse el Servicio Nacional de Cereales.

 

El mercado negro del trigo

El S.N.T. significó la total intervención de la producción triguera por parte del Estado. Los agricultores se vieron obligados por las sucesivas normativas, no sólo a vender sus cosechas al Estado, sino que progresivamente las exigencias se irían incrementando, hasta el punto de obligarse a declarar bajo juramento las siembras y a precisar de unas guías especiales para el transporte del grano. Este control se explica por el rechazo que la intervención triguera suscito en muchos sectores, lo que desencadenó el ocultamiento o mercado negro, el famoso “estraperlo”.

En las décadas de 1940 y 1950 el precio que el Estado pagaba por el trigo no era ni mucho menos suficiente, lo pagó por debajo del precio de producción. Ello provocó el rechazo y el surgimiento de redes clandestinas de mercado extraoficial, unas por verdadera necesidad, otras para generar enormes enriquecimientos a costa del hambre.

 

Una cola en el racionamiento

Era el periodo de la posguerra y de las cartillas de racionamiento y que un producto de primera necesidad y derivado del trigo, como es el pan, estuvo racionado en España entre 1939 y 1952. Los tiempos de la posguerra.

España pasó mucha hambre. La guerra había arrasado innumerables campos de cultivo y muy pocos centros de atención y servicios básicos se habían podido salvar de los ataques. El país entró en un periodo de recesión económica brutal condicionado por el estallido de la II Guerra Mundial.

Se intentó lograr la autosuficiencia a través de una estructura económica estable. Se controlaban todos los sistemas de producción, los cultivos, la ganadería, la pesca. Estos recursos se compraban a través de un método de racionamiento con el pretexto de un reparto “equitativo”.

Cartillas de Racionamiento

 

 

Para la compra de estos productos se crearon las cartillas de racionamiento, una para la carne y otra para los artículos de primera necesidad. Había cartillas de primera, segunda y de tercera categoría, según el nivel social del consumidor, el estado de salud y su posición en la familia. Los hombres adultos accedían al 100% de los alimentos, las mujeres adultas y mayores de 60 años el 80% de la ración de un hombre adulto, los menores de 14 años el 60%. Cada persona tenía derecho cada semana a cierta cantidad de pan negro, carne, patatas, legumbres y arroz, así como algo de aceite y leche. La escasa cantidad a repartir de alimentos dio lugar a todo tipo de argucias para obtener más comida.

 

Las colas del hambre

El triunfo del estraperlo

El bajo precio conque la administración se llevaba todos los bienes dio paso rápido a una indignación que llevaba al colapso financiero. Los trabajadores dedicados a la explotación agrícola fueron los primeros en responder, sirviéndose precisamente de las cartillas de racionamiento.

 

En los molinos se molía el trigo no declarado

La producción empezó a bajar a principio de los años 40. Se comenzaron a ocultar parte de los recursos, que no salían a la distribución oficial. Los productores se quedaban con una parte de los productos generados para revenderlos después de forma clandestina, sin ninguna clase de restricción. Pronto creció un mercado paralelo al oficial en el que se podían encontrar todos los alimentos de primera necesidad: pan blanco, legumbres, arroz, leche, aceite, jabón, patatas; hasta carne cuya producción escaseaba por encima del resto de los alimentos.

A partir de los años 50, España comenzó a vivir cierto aperturismo en políticas económicas. El giro hacia una leve liberación de los precios y el comercio exterior, junto a las numerosas ayudas recibidas de otros países, llevó a estabilizar en cierto modo el sistema financiero. En 1962 se puso fin al racionamiento de los alimentos y los mercados negros acabaron por desaparecer poco después.

Tratantes de grano en Alcantarilla

En Alcantarilla hubo un “pósito” en siglos pasado. En el pasado siglo hubo una familia: la formada por Mariano Abizanda Ros y luego su hijo Mariano Abizanda Vera, que tenían el “pósito de abastos” en la calle Mayor, esquina a la calle Cartagena. Allí se depositaba todo lo que el estado recolectaba a los productores. En los grandes almacenes que tenía, que casi llegaban a la calle de los Carros, se almacenaba trigo, cebada, arroz, habichuelas, salazones, galletas…, los bidones de aceite ocupaban toda la acera de la calle Cartagena. Era el sitio donde los comerciantes venían a abastecerse de género.

 

Surtidor de gasolina de Mariano Abizanda Ros (Archivo Municipal)

 

Fachada de los almacenes de Mariano Abizanda, donde podías encontrar cualquier artículo que necesitaras. (foto Archivo Municipal)

 

Carmen Legaz, hija del Tío Perico Legaz, tenía un gran ascendiente sobre todos los que se dedicaban al tráfico de granos.

“Los Calero”. Pepe el Calero y Nicolasa, la madre, que procedían de la Puebla de Don Fadrique, donde su padre tenía un horno de cal, de donde proviene el apodo de “los Caleros”. Instalaron su negocio en la calle de la Amargura, esquina a la de san Roque, llevándolo después su hijo Pepe, José García Hernández, comprometido con las actividades de la iglesia y culturales; Antonio, gran cazador y Juan. En la tienda se vendía cebada, panizo, salvado, sorgo, etc.

El brigada de Aviación Mirete abrió un molino de toda clase de granos en la calle las Moreras. El molino lo llevaba su mujer, hermana de “la Maña”.

José Martínez, era chofer. Con su camión se dedicaba a dar portes, que suministraban mercancías a las tiendas de piensos y granos de Alcantarilla y otros lugares.

 


La mujer, previsora, con el objetivo de que tuviera pensión de jubilación, abrió una tienda donde vendía piensos y granos para toda clase de animales. Así su marido podía cotizar.

Manuel Martínez Vicente, hijo de José, exalumno del que esto escribe, al terminar sus estudios de E.G.B en el C.P. Nuestra señora de la Salud, trabajó en distintos almacenes de piensos y granos de la localidad, al tiempo que ayudaba a su madre. Estos trabajos esporádicos le habilitaron el conocimiento del negocio. Licenciado del Servicio Militar, que realizó en la Base Militar de Alcantarilla, siguió en el negocio familiar que se quedó cuando se jubiló su madre.

Manuel Martínez Vicente, “Llega Manolo”

Vendían en la tienda-almacén toda clase de granos: maíz, trigo, cebada, avena y todo lo relacionado con la ganadería. También vendían, como ahora, todo tipo de piensos compuestos.

Manolo, actualmente, sigue con el negocio que ha convertido, con el paso de los tiempos, en un lugar donde puedes encontrar cualquier tipo de granos o piensos, hasta canarios y su comida correspondiente. Puedes encontrar allí lo más impensado… hasta una buena harina de “guijas” para hacer una rica “sémola”, así como unas gustosas nueces del Nerpio.

Tengo noticia de algunos otros que se dedicaban a la venta de granos:

Cuñado de “la Zamarrera”, avena y salvado.

Arturo, vendía avena y salvado a las tiendas.

Sobre todo al señor Bartolo que tenía una tienda pegada al bar Rialto en la calle Mayor.

Un almacén de venta en el cruce Camino de los Romanos con la Carretera de Barqueros.

 

 

 

 

 

Impresores

Introducción a impresores

Desde la albura de los tiempos el hombre ha buscado, de diferentes modos, la transmisión de los conocimientos y la salvaguarda de los métodos de producción de alimentos, cuidados y domesticación del ganado y las técnicas necesarias para la producción de herramientas y utensilios para la vida cotidiana.

"Un mini pueblo en la prehistoria"

En la prehistoria los matrimonios eran como un pequeño pueblo pues en cueva o cabaña cada miembro tenía una ocupación, un espacio, etc. En las sociedades más primitivas existían dos o tres núcleos familiares, a menudo unidos por vínculos de parentesco, que se desplazaban juntos parte del año pero que se dispersaban en las estaciones con escasez de alimentos. La familia era una unidad económica: los hombres cazaban mientras que las mujeres recogían y preparaban los alimentos y cuidaban de los niños.

En un principio se utilizaba la comunicación oral, al calor de la lumbre, se contaban historias, cuentos, sucesos, tradiciones, costumbres… creando un acerbo cultural que definía y diferenciaba a unos pueblos de otros.

 

Tribu familiar  prehistórica alrededor del fuego

Con el paso del tiempo, del desarrollo del lenguaje y el descubrimiento de la escritura, el hombre dio un paso importante para la conservación de la cultura y el desarrollo de la historia de la humanidad para la posterioridad. Aparecen los libros manuscritos. La posesión de uno de estos bellos ejemplares era símbolo de prestigio.

 

Manuscrito

Los libros eran escasos, caros y pocas personas podían tener acceso a ellos. Pero gracias a los copistas de los monasterios se conservó para las futuras generaciones el saber y la cultura de la antigüedad. La cultura y el saber eran, a pesar de los libros, un coto cerrado para la mayoría de la población, analfabeta e ignorante, no sólo los pobres, sino también, lo nobles, los caballeros, los comerciantes, artesanos, etc.

 

Taller de copia de un monasterio

Invención de la imprenta, Gutenberg

La invención de la imprenta comprende la creación de un método para reproducir varios ejemplares de textos e imágenes sobre papel u otros materiales, como pergamino o vitela, utilizando tipos móviles de madera o metal.

Los tipos (podían ser letras o signos) eran pequeños sellos que se labraban o fundían uno por uno. Luego, se colocaban sobre soportes de madera para formar los textos del libro. Sobre una mesa con dos rieles se deslizaba la página en blanco, se colocaban encima los soportes con los tipos cubiertos de tinta y se utilizaba una prensa para transferir el texto hacia la página. Una vez realizada la impresión, las letras se podían reutilizar para formar nuevos textos.

La invención de la imprenta se atribuye al orfebre y herrero alemán Johannes Gutenberg (1398-1468), quién desarrolló la imprenta de tipos móviles en Maguncia, actual Alemania, entre 1435 y 1440.

 

Monumento a Gutenberg

 

Copia de la primera impresora de Gutenberg

El actual impresor es la persona que hace trabajos de imprenta o que dirige o es dueña de una de ellas.

Cajista

Cajista (también denominado cajista tipógrafo o simplemente tipógrafo) era un oficial de imprenta cuyo cometido era componer los moldes que se han de imprimir.

 

Cajista componiendo, encima de la caja de tipos, con el original y componedor en la mano izquierda.

El oficio de cajista se remonta a los inicios de la imprenta. Los cajistas fueron siempre considerados personas cultas, pues requerían una buena formación gramatical y técnica. Esta profesión evolucionó con el tiempo, conforme lo fueron haciendo las técnicas tipográficas. Los primeros cajistas se dedicaban básicamente a componer líneas de texto para periódicos y libros.

 

 

El cajista corrector era el que hacía la corrección directamente en el plomo.

El cajista compaginador, también llamado ajustador o montador, es el que se dedicaba a compaginar o ajustar las páginas.

 



El taller de la imprenta

La industria gráfica tiene como finalidad la producción manufacturada de libros en un taller con los elementos adecuados a su función, manejados por profesionales especializados.

Creación del taller

 


Puede el impresor crear un taller nuevo o adquirir uno ya existente, que irá mejorando. Otra posibilidad es la continuación del taller heredado de su padre. En otros casos es alguien ajeno a la profesión -un librero, un capitalista, una institución- el propietario del taller, lo que exige la contratación de un impresor para regirlo.

 

Los profesionales de las artes gráficas

 

El trabajo de la imprenta exige una especialización que se aprende en un período de aprendizaje. La composición y la prensa son las dos especialidades, para las que se necesita una preparación distinta.

 


Un buen componedor precisa previamente saber leer y escribir, conocer la ortografía de las lenguas que va a utilizar y, a ser posible, una base cultural adecuada a las obras que va a realizar.

La prensa exige dos operarios, el tirador y el batidor, aunque es habitual que se intercambien durante la jornada las funciones para aligerar y repartirse el esfuerzo. El aprendizaje se realiza en un taller. Durante el período de aprendizaje el maestro le ha de dar la formación adecuada para ser oficial.

El taller

 


Para que pueda funcionar una imprenta son precisos una serie de elementos fijos, durables, y unos consumibles. El módulo inicial viene marcado por una prensa, centro del taller, alrededor de la que se encuentran los demás elementos, principalmente los referentes a la composición. Para la composición se necesita un conjunto de muebles de madera, con finalidades específicas. Los tipos se colocan en las cajas, unos cajones, de poca altura, con divisiones en su interior llamados cajetines, donde se distribuyen los tipos. A cada cajetín le corresponde una determinada letra, signo o espacio. Lo más corriente es usar dos cajas, la caja baja, colocada junto al componedor, que contiene principalmente las minúsculas, y, apoyada en su borde superior, la caja alta, con las mayúsculas. Cuando no se utilizan se guardan en unos estantes. Mesas y tablas de imponer completan el mobiliario.

 


Varios instrumentos se utilizan en la composición. El divisorio, una tabla delgada y alargada que se fija en la caja, con una hendidura en su parte inferior para sostener las hojas del original que se va a componer, el componedor, formado por dos listones de madera o metal, colocados en ángulo recto, con un tope fijo en un extremo y variable en el otro, para poder adaptarlo a la longitud prevista de la línea, aunque también puede ser fijo; la galera especie de bandeja rectangular, que en tres de sus costados tiene unos bordes más bajos que los tipos.

 


Para llevar a la prensa los moldes compuestos, debidamente preparados para poder efectuar la impresión, se necesitan las ramas, bastidor rectangular de hierro, con una pieza del mismo metal en el centro, paralela a los lados cortos, llamada crucero, fija o de posición variable.

La prensa de imprimir, elemento básico del taller, es la adaptación funcional de las prensas usadas desde antiguo para el vino, aceite, papel, etc. La prensa está constituida por dos partes, una que contiene el mecanismo de presión y la otra formada por un conjunto de elementos con una doble misión: permitir trabajar sobre la forma y que ésta se deslice para colocarse debajo del cuadro de presión. Con ello se reduce al mínimo el movimiento vertical del cuadro.

 

Máquina de prensa

Un armazón de madera contiene en uno de sus elementos horizontales la matriz metálica, guía de la rosca del husillo, que al ser movido por una barra que lo atraviesa ejerce presión sobre el centro del cuadro, que es de madera dura o metal.

El movimiento circular de la barra es inferior a los 180º, gracias a la poca distancia que ha de recorrer el husillo. Esta reducida distancia, fundamental para la mayor rapidez de la impresión, obliga a realizar fuera de la vertical del cuadro las operaciones de entintado de la forma y colocación y recogida del pliego de papel.

 

Un antiguo taller de imprenta

 

Maquina manual

Para que no se manche el pliego de papel se ha unido al carro, por medio de unas bisagras, un bastidor rectangular, llamado tímpano, que recibe el pliego, y al girar lo sitúa sobre la forma. En la parte central de los laterales del tímpano se encuentran dos punturas, que perforan el pliego, con lo que queda fijado, y al imprimir la retiración, si se introducen las punturas en los agujeros hechos al imprimir el blanco, se asegura el perfecto registro, o sea que las páginas de ambas caras del pliego coincidan. Para el entintado se usaban un par de balas, formadas por un casquete hemisférico, relleno de lana y con un mango de madera. Para humedecer el papel se usaban artesas y un lavador para lavar las formas, antes de deshacerlas y distribuir los tipos en las respectivas cajas. Una serie de herramientas -mazos de madera, martillos, llaves para las ramas- completan el equipamiento de material fijo de un taller. Una imprenta exige una serie de consumibles. El papel es el consumible de más rápido uso, pues, como es natural, cada pliego sólo se utiliza una vez.

 

Las letrerías

 

 Los talleres que disponen de matrices, o bien tienen a su servicio un fundidor, lo que obliga a tener los aparatos necesarios para la fundición, o recurren a talleres especializados, que trabajan con las matrices propiedad del impresor.  Como los tipos se van gastando, es preciso reponerlos, bien con nuevas fundiciones de los diseños utilizados o adquiriendo fundiciones de nuevos diseños.

El proceso de impresión

En cada cara del pliego se imprimen las páginas según un orden predeterminado por el formato, para que una vez doblado el pliego las páginas sean correlativas. Como no se puede componer seguido un texto para después elegir las páginas que corresponden a cada cara del pliego, pues en los talleres no hay suficiente cantidad de tipos, debido a la alta inversión que exigen, es preciso marcar en el original el texto correspondiente a cada página, para irlo componiendo según el orden exigido por el formato.

Puesto el original en el divisorio, el componedor va leyendo un trozo más o menos largo, reteniéndolo temporalmente en la memoria, y «escribiéndolo» en el componedor con los tipos que va cogiendo con su mano derecha y colocándolos verticalmente.

 


Completada una línea, la coloca en la galera. Terminada la página, ata lo compuesto y lo desliza con ayuda de la volandera sobre una mesa. Cuando ya ha compuesto las páginas correspondientes a una cara del pliego, las casa, o sea las coloca en la posición adecuada, y las envuelve con la rama, fijándolas en la misma con guarniciones de madera y apretando los tornillos, con la finalidad de que se forme un bloque compacto que permita su traslado a la prensa sin que se caigan los tipos. Sacadas unas pruebas, que son leídas y corregidas, se corrigen los errores en la composición, para pasar ya a la impresión.

Colocada la forma preparada en la prensa y ajustada debidamente, se inicia la impresión. El proceso es el siguiente: mientras el batidor golpea la forma con las balas entintadas, el tirador coloca en el tímpano el pliego de papel, haciendo que las punturas lo perforen. Entretanto, el batidor ha cogido tinta con las balas, la ha esparcido bien sobre las mismas, para entintar de nuevo la forma, al quedar al descubierto. Impreso el blanco, o sea la primera cara del pliego que se imprime, se saca la forma, que es lavada con lejía.

Para imprimir la retiración, o sea la otra cara del pliego, se coloca y ajusta la correspondiente forma en el carro y se realizan de nuevo las operaciones ya señaladas Para cada cara del pliego hay que dar dos golpes de prensa, frase que resume las operaciones citadas.

Terminada la impresión de una obra, se entregan al editor el conjunto de pliegos que la forman, sin encuadernar, o sea en papel.

 



Trabajó con Rafael, donde aprendió el oficio, hasta que se estableció por su cuenta. Persona muy extrovertida y sociable, tenía muy buena relación con clientes y amigos. Primero se instaló frente a la Estación, en una casa de María Martínez. “Imprenta San Cristóbal”, allí tenía de aprendiz a Lorenzo. En la primera etapa se especializó en composición, que la hacían ”los cajistas”. Éstos tenían delante un tablero colocado sobre una especie de armario, con un número determinado de compartimentos que contenían todas las letras. Estas se montaban y desmontaban en el tipómetro, aquí se colocaban las letras de derecha a izquierda, formando palabras. La regleta marcaba el tamaño de la línea. Luego se le daba la vuelta y colocaban la línea de revés y las letras invertidas. Había correctores de estilo, (se formaban en una escuela de Maestría de Lorca).

 

Usaban una máquina de plato redondo y manual. Hacían pruebas con los colores procurando que ninguno se montara con el vecino, si ocurría había que limpiarlo todo.

 

Máquina manual

 

Después de imprimir manualmente, llegó una máquina automática: la Heidelberg, que usaba unos rodillos que había que rellenar con varios tipos de tinta, según el color. Luego se limpiaban con gasolina y trapos.

 


Máquina Heidelberg

 

Luego llegaron las linotipias, el offset por ordenador, las planchas…, ¡¡¡ pero ésta es otra historia!!!

Actualmente tiene las instalaciones de la imprenta en el Polígono Industrial, junto a Matencio. Allí trabajan sus hijos Patricia y Manuel.

 

Imprenta González. Es una empresa familiar que tiene sus orígenes en 1935, año en el cual, Juan González Hernández fundó la Imprenta Alcantarilla, junto a la plaza de abastos del pueblo; más adelante traslado las instalaciones de la imprenta a la calle de San Sebastián, frente a la Plaza del Olmo, la que más tarde pasaría a llamarse Imprenta González. En ella trabajaron junto al padre sus hijos Pedro y Juan. A finales de los años ochenta sus hijos fundaron Industrias Graficas Juan González Hdez e hijos S.L., la cual incorporó a sus servicios de imprenta la fabricación de papel continuo. Así hasta lo que hoy conocemos como Continuos González, S.L. Se destaca por ser una empresa especializada en la realización de trabajos de imprenta, papel continuo e impresión digital, anteponiendo siempre las prioridades y deseos de sus clientes. Apuestan por un asesoramiento directo e individual en materia de papel, color, gramaje..., que dé respuesta a sus clientes, porque se sienten sus colaboradores.

 

Antigua imprenta con gran número de jóvenes aprendices de la profesió

 Comercial Prieto. Maquinaria y productos para Artes Gráficas.


Comercial Prieto ha cumplido más de 35 años al servicio de la industria gráfica murciana, llegado este momento sólo podemos tener palabras de agradecimiento para quienes nos acogieron, como uno más de esta tierra, y nos ayudaron para llevar adelante nuestro proyecto de empresa, 35 años es mucho tiempo, todos sabemos cuánto ha cambiado nuestro sector en este período y cómo ha evolucionado la manera de relacionarnos comercialmente, fruto de éste progreso hemos tomado la decisión de transformar la situación actual de distribución en un despacho de gestión de representaciones gráficas.

En todo aquello en lo que colaboramos con Uds., vamos a seguir haciéndolo, nuestros acuerdos con las actuales empresas de distribución nos permiten mantenerles nuestros suministros sin variación y nuevas representaciones nos van a facilitar ampliar nuestra actual oferta de productos y servicios.

Con nuestra presencia comercial activa confiamos en prestarles la atención, el servicio y la colaboración que Uds. merecen.

“Todo cambia todo, menos aquello en lo que no debemos cambiar en la voluntad que ganamos cada día, la confianza y el respeto de los clientes”.

Comercial Prieto S.L. cuenta con una amplia oferta de productos: Planchas, Alzas calibradas, Tintas K+E, gama y pantones, Cauchos, Maquinaria, Y un largo etc.

 

El escudo de los impresores contiene en un campo de oro un águila bicéfala de sable que sujeta en su parte derecha un mordante o divisorio al natural y en la garra izquierda un sencillo componedor. Se adorna con un casco imperial en posición frontal, rematado por una corona de marqués, orlado con lambrequines de gules y azul por mitad

Impresores de Alcantarilla

Si has llegado hasta aquí es muy probable que estés buscando el mejor servicio de impresión en la zona de Alcantarilla. Una imprenta puede asesorarte sobre la mejor situación gráfica para tu marca o productos: post-impresión, diseño gráfico o impresión offset.

Podemos imprimir vuestro trabajo, logo, marca, publicidad, comunicación, etc., sobre diferentes formatos, tales como Textiles, Folletos Plegados o Talonarios Autocopiativos… Una buena impresión hace más visible vuestra marca. Llama ahora a una imprenta y solicita un presupuesto.

 



Imprenta Rubio

Alcan Preimpresión S.A.L.

Altay Comunicación Gráfica S.L.

Impreconty

Industrias Gráficas Sanmar S.L.

Industria Gráfica Novoarte S.L.

Suministros Gráficos Línea 3 S.L.

Eduardo González S.L.

Printicolor

Lorengraf

 

 

 

 

 

molineros

Desde el Neolítico el hombre descubre que el grano convertido en harina es asimilable para alimentación. Machacado a golpes, con rodillo cilíndrico manual, con rueda giratoria movida por animales o personas esclavas son las fases de su evolución hasta  la aplicación de la rueda hidráulica en la alta Edad Media.

La rueda hidráulica era conocida de antiguo, pero su aplicación generalizada se produce en el siglo XIII. Supuso una revolución pues liberó a la mujer del molino casero. Su rendimiento era 35 veces superior al mejor molino casero y además liberaba mano de obra.

 

Esquema de funcionamiento de un molino harinero

El cabrio presente en todos los molinos se utilizaba a manera de grúa para elevar la volandera, girarla 180 grados sobre dos goznes que tenía en su perímetro, picarla, volver a girarla y colocarla en su lugar otra vez. Antes de que se extendiera el cabrio se realizaba esta elevación con rodillos, cuñas y palancas.

Hasta hace relativamente pocos años las muelas se fabricaban en el molino partiendo de piezas brutas. Modernamente se suministraban, desbastadas y con la forma apropiada.

Las labraduras que se hacían sobre la muela tenían tres formas sucesivas: 1ª una radial, 2ª la siguiente paralela a la anterior y de la mitad de su longitud, 3ª la tercera paralela a la segunda y una cuarta parte de larga que la primera. Por este orden eran llamadas  maestra, arroyo y acodo. El total de rayaduras era 35.

La superficie molturadora de una piedra se divide en “porciones de queso” (sectores circulares) iguales pero siempre orientadas en sentido contrario respecto de su compañera.

En el Puerto de la Cadena, Carretera a Cartagena, en la rambla, se puede observar una antigua cantera de piedras de molino.

Los animales domésticos eran compañeros del molinero, bestias de carga, aves ponedoras y algún marrano…

El oficio de molinero tenía sus enfermedades profesionales, derivadas principalmente de las características de su labor. Es de justicia reconocer este tributo que pagaban en salud, porque de lo contrario nos quedaríamos en los aspectos folklóricos olvidando el coste humano.

Dichos relacionados con el molino

Molinico, ¿por qué no mueles? Porque me beben el agua los bueyes.

Agua pasada no mueve molino, pero la experiencia allana el camino.

Llevar a agua a su molino…

El molino de Nuestra Señora de la Providencia

“Hay un lugar histórico con raíces en Alcantarilla y es el molino existente en Puebla de Soto, junto a la línea de término de Alcantarilla.

Son muy antiguas las referencias históricas que tenemos sobre este molino. Torres Fontes, en su libro el Repartimiento de Murcia, transcribe lo siguiente: cerca del molino y del término de Alcantarilla (año 1272).

 

En el año 1283, cuando Alfonso X entrega el término de Alcantarilla al Concejo de Murcia, lo hace bajo la siguiente descripción: damosle la alcarria que ha por nombre Alcantarilla, que fue de la reyna, con todo su término e con todos sus heredamientos e con todos sus derechos e con todas sus pertenencias, quantas ha e deue aver este logar sobredicho, salvo ende los molinos que auie la reyna, que tenemos para nos.

Sin embargo, mientras que en la descripción del Repartimiento no dice explícitamente que el molino esté dentro del término de Alcantarilla, sino más bien limítrofe, en la cesión de Alfonso X sí dice que están dentro de Alcantarilla y que son varios.

Sea como sea este molino es antiquísimo y la procedencia de su instalación árabe y muy posiblemente simultánea a la construcción de la acequia mayor de Barreras.

A lo largo de la historia, el molino ha sido conocido por varios nombres: de los Abades, del Cabildo, del Barrio, de Miñano, de la Providencia y de Caballero, y la propiedad ha estado durante la mayor parte de su existencia en manos de la Iglesia.

En el último tercio del siglo XIX, accede a la propiedad del molino don Antonio Miñano, que agranda y moderniza las instalaciones bautizándolas con el nombre de Molino de Nuestra Señora de la Providencia.

En el año 1895 murió don Antonio Miñano y la propiedad paso a manos de don José Caballero García, que agrandó aún más las instalaciones, edificó un nuevo molino y dio al molino un uso diferente al que había tenido hasta entonces: el de generar energía eléctrica.

El molino era en aquellos años un amplio complejo industrial con destilería, molino de cereales, molino de pimentón y central eléctrica, con un camino de acceso desde la carretera de Murcia. Tenía la fábrica de harinas maquinaria construida por la casa Buller Hermanos de Uawil (Suiza), integrada por siete molinos doble, de los cuales, cuatro eran de 60 cm por 220 cm de diámetro y los tres restantes de 50x220 cm.

Todo el complejo era un recinto cerrado rodeado por las acequias de Barreras y Benialé”.

(Extractado de “Topografía y Evolución Urbana de Alcantarilla”. Anexo II. Autor: Pedro Luis Cascales López).

Molineros en Alcantarilla

Caballero García, Nietos de J. Fábrica de harinas. Ctra. de Alcantarilla.

Caballero Sánchez M, Fábrica de harina. Ctra. Alcantarilla.

Molino de Funes, Ctra. de Alcantarilla.

Cascales Martínez P, especias, C/ San Roque, 24.

García Zapata J, Fábrica de Pimentón. V. Calasanz.

José Precioso, Molino de pimentón.

Monteagudo Sola N, especias., Ramón y Cajal 61.

Monteagudo Sola E, especias. Martínez Campos, 22 y Ramon y Cajal, 61.

Monteagudo Sola N, Molino de especias, Dos vías 4.

Sabater Saura J, especias. Ruiz de Alda, 13.

 

 

 

 

 

pimentoneros

El pimiento, como cientos de productos, procede de América, siendo introducido en nuestro país a partir del siglo XVI.

 

Pimientos de bola, ya secos

El pimentón, derivado de la molienda de los pimientos rojos de género Capsicum annuum.  La variedad “Bola” o “Americano”, se acabará convirtiendo en uno de los productos más importantes de la producción agrícola de la región de Murcia, durante muchas décadas, llegando a superar las producciones de la seda o los limones.

 

Recogida del pimiento se bola

Los pimentoneros, sin lugar a dudas Espinardo fue el centro neurálgico del pimentón murciano, otras muchas poblaciones no se quedaron atrás en cuanto a productores, comerciantes y exportadores. Una amplia nómina de personajes se dedicaron a la producción y venta del producto que acabaría dando nombre a los murcianos, conociéndonos como los “pimentoneros”. Damos una referencia de lo que atañe a Alcantarilla.

 

Cultivo de pimientos de bola en Alcantarilla

La actividad del pimentón adquiere potencia en Alcantarilla en los primeros años del siglo XX, hasta que en los años cincuenta va desapareciendo, pues hay que contar tan solo con una mínima presencia en pequeña empresa que nos evoca el apellido Sabater. Importante era la relativa al Pimentón Extra, Martínez Badía, cuyo envase, como la mayoría queda enmarcado en la caja con una pintura representativa de una pantera bien trazada.

 

Pimiento molido

Los primeros datos de que se dispone se refieren a Pedro Cascales Vivancos y Pedro Martínez Tortosa; (Cascales, firma nacida en agosto de 1901), al que veremos de alcalde en los años veinte, esta firma aún permanecía en acción en 1941. Juan Tormo Jara, en 1902, (Concejal a partir de mayo de 1925), posteriormente abriría una fábrica de conservas en la Plaza de Moreno. Le seguirá en la producción la firma de Precioso y Gomaríz, en octubre de 1906, formada la empresa por el abogado José Precioso Silvente y Pedro Gomaríz Lozano de Hellín. Molerían el pimentón en el molino harinero que Precioso tenía en su aserradero.

 

Anuncio de Pedro Cascales

 

Llegados los años veinte y treinta envasa pimentón José Alemán Pérez (“El cosechero”). La marca Montesola-La Especiera fue comercializada por Nicolás Monteagudo en la calle Ruiz Carrillo, en los años cincuenta. En la actualidad, en el polígono industrial de Alcantarilla produce pimentón la firma Martínez Badía, con marcas originarias de la Ñora. Se trata de “La Pantera”, de Casiano Gil Marín desde 1926 y “El Ave Lira” de Juan Cano Ortín, registrada en 1933.

 

Molino de pimentón

El sujeto pasivo: el pimiento de bola

Las almajaras, hoy llamadas semilleros, se instalaban en diciembre en pequeños trozos de tierra, protegiéndolo del frío con “las bardas”, hechas con cañas del río entrelazadas para formar una pared, se cubría la boca del mediodía al anochecer y se levantaba por la mañana.

 

Plantación de pimiento de bola

Las semillas se seleccionaban entre las mejores plantas de la cosecha anterior, de la primera cogida secados al sol, se plantaban con un buen abonado o estercolado.

 

Pimentón de Murcia

La cosecha, se plantaba a finales de abril y se recogía en septiembre.  Los sequeros. Una vez recogida la cosecha, se abrían los pimientos y se quitaban los pezones, este trabajo lo hacían las mujeres, dejándolos al sol en los sequeros o las grandes plazas del pueblo.

 

Un sequero de pimientos

La cáscara es el resultado del sequero, que deja el pimiento preparado para la molienda. Se seleccionaban los pimientos maduros, sanos, limpios y secos.

 

Molino de pimentón

 

Pimientos y pimentón

El pimentón, producto resultante tiene un uso muy variado, entre otros, la conservación y preparación de embutidos y en el adobo de muchos platos caseros. Hay muchas variedades de pimentón dulce, ahumado, picante…

Los molinos era el lugar donde se trabajaba el pimiento al tamaño adecuado y se detectaba cualquier anomalía. Recién molido se envasaba en sacos, bolsas o en latas del tamaño adecuado, según se vaya a comercializar.

 

Pimentón de Murcia

 

Diferentes clases de pimientos usados en la molienda para obtener las distintas clases de pimentón: dulce, picante, ahumado…

Trabajadores del pimiento

 

Rosario Enrique Vidal. (1915-2006) natural de Jabalí Nuevo, contrajo matrimonio con José Martínez, “El Palmeras” (viviendo desde entonces en Alcantarilla), maestro de carpintería de la fábrica Hero. Las dificultades de la vida en aquella época de la posguerra la obligaron a trabajar en todas las tareas relacionadas con la agricultura: plantaba patatas, cebolla, ajos, lechugas, coles, pimientos… También participaba en las tareas posteriores de la recolección; arranque de cebolla tierna y posterior limpieza y confección de manojos para su venta, recogida de patatas… Pero donde destacaba era en el trabajo con el pimiento de bola en las eras; quitaban el pezón al pimiento y éste se abría como una flor. Se extendía abierto en eras y plazas (Cabezo del Ángel y plaza de la Ermita en Jabalí Nuevo) secándolo al sol, al secarse se le caían las binzas. Después de secos los recogían y los envasaban en sacos de esparto y se mandaban al molino pimentonero para su molienda. Era una experta en el curado de “tallos” y “tápena”, así como de los pimientos picantes y morrones, curados en vinagre y al sol.

Francisco Castellanos Navarro, hijo de guardia civil, nació el 24-8-1931 en Alcantarilla, en la Casa Cuartel de la calle Eras. Siendo niño y por motivos de obras se trasladaron temporalmente a la calle del Cura donde estaba el Cuartel de Caballería. Estudia, pero la muerte de su padre le obligó a abandonar. Repartía, por las propinas, los avisos de conferencia telefónica de la oficina ubicada en el primer piso de la Casa de las Columnas, regida por Mari Luz y Carolina.

 

A los trece años Paco “El Pon” lo colocó como botones en el casino, que entonces estaba dirigido por una Junta Directiva formada por D. Alfonso Yúfera, “el Nuevo Rico”, don Jesús Caride, don Eloy Funes y otros, y “el Pon” como secretario. Guarda en su memoria cientos de anécdotas de aquella época de sus principios laborales (en otro lugar se contarán). A volapié cuenta que con Pepe Mula, encargado de la cantina del Casino se leían tres novelas del oeste cada día. Con Pepe Mula, que era un gran jugador de Damas se echaban partidas interminables.

 

Corrala en el Barrio de Santa Cruz, Sevilla

(Anécdota de la experiencia que le sucedió en el barrio de los carteristas)

Cuenta el amigo Paco que, cuando llegó a Sevilla, un mozalbete le cogió la maleta y dijo que le iba a llevar al mejor hotel de la ciudad. Paco porfiaba y porfiaba, pero el otro no daba su brazo a torcer y mucho menos soltaba la maleta. Bueno, ya instalado en el hotel se entrevista con el corresponsal que tenía en la zona, hacen sus negocios, comen y cuando llega la hora de la siesta Paco se dirige a su pensión y el amigo se empeña en acompañarle. Paco muy ufano le va contando lo bien que está, pero cuando llegan al hotel el amigo le previene: “Puedes estar todo lo bien alojado que quieras, pero te recomiendo que estés muy atento a la cartera, porque este es el barrio de todos los carteristas de Sevilla”.

Su madre le mandaba con una peseta, a la tienda de Rafael, que estaba entrando a la Plaza de Abastos a la izquierda, a comprar un lio de recortes para la merienda.

 


Allí tenía que esperar a que el hijo, Rafael también, terminara de llenar el papel de estraza, le pagaba la peseta y Rafael hijo al darle el lio de recortes, por debajo, sin que lo notara su padre, le devolvía la peseta. Francisco iba derecho al puesto de “la Coja” a comprar el último tebeo, que leía y se lo pasaba a Rafael y éste a otro hasta que lo leía toda la pandilla.

 

Francisco en la actualidad

En el año 1953 se colocó, para desempeñar tareas administrativas, en la fábrica de conservas y pimentón de D. Juan Díaz Ruiz, en La Ñora. Después desempeña tareas de Jefe de Ventas y actúa como viajante para la distribución por toda España de la empresa con la marca “Tres Escudos”, registrada desde 1903.

 

La mayor zona de ventas estaba por Galicia y Asturias donde pasaba temporadas de tres meses, también hacía Valencia, Castilla la Nueva, Andalucía…, tenía un cliente muy importante en la localidad de Lubrín, Almería; cogía en Alcantarilla el tren ómnibus, llamado el granadino. Cuenta que se bajaban los pasajeros en Zurgena antes de la estación porque el tren no podía subir la cuesta; en la estación cogía un coche que llevaba el correo, como el de don Juan el Perito, hasta Lubrín.

 

Lubrín, Almería

Se jubiló a los 65 años, desde entonces disfruta de nuestras tertulias en el bar de Alfonso, con la degustación de su buen café. Es un buen lector con una amplia y magnífica colección de libros.

 

Una gran plantación de pimientos de bola puestos a secar y preparados para llevar al molino.

 

Molino de pimentón de Espinardo.

                                  

                       

 

 

 

 

Sacristán

Un sacristán es la persona (laica o religiosa) que se encuentra a cargo de la sacristía y de la custodia de los objetos sagrados que contiene; asiste al sacerdote en las labores de cuidado y limpieza de la iglesia y es además el encargado de preparar todo lo necesario para la celebración de la misa.

El Cæremoniale Episcoporum prescribió que en catedrales y colegiatas, el sacristán debía ser un sacerdote, describiendo sus funciones en lo que respecta a la sacristía, a la eucaristía, a la pila bautismal, los crismas, la decoración de la iglesia, la preparación de las ceremonias, el repique de las campanas de la iglesia, y por último, se sugirió que se nombrara a uno o dos canónigos que supervisaran la labor del sacristán y sus asistentes.

Cuidador de la iglesia y su contenido, el empleo de sacristán es muy antiguo, pero no fue reconocido hasta el siglo XIII. El papa Gregorio IX en su escrito “De officio sacristæ” lo llama oficio honroso y remunerado; más tarde definió sus funciones en las catedrales y prescribió que fuera un sacerdote.

 

Placa dedicada a don José Ferrer Céspedes en la iglesia de San Bartolomé de Murcia

 


 

En la foto del derribo de la iglesia de San Pedro se puede observar en la parte inferior izquierda el lugar que ocupaba la lápida en honor de don José Ferrer Céspedes.

Don José Ferrer Céspedes fue Cura ecónomo y mayordomo fabriquero de Alcantarilla durante cuatro años, desde 1885 a 1889. En la primitiva iglesia de San Pedro había una lápida conmemorativa de su labor, idéntica en tamaño a la de San Bartolomé de Murcia, donde fue sacristán desde 1872 a 1880. Su lápida se perdió en el derribo del templo.

El sacristán es un laico o religioso que se encarga del orden, el cuidado y la limpieza de la iglesia. Cuida que el sacerdote tenga todo lo necesario para presidir la Eucaristía. El sacristán es el primero en llegar al templo por la mañana y es el último en retirarse.

La mayor virtud del sacristán es la paciencia que “ejerce constantemente para tratar con afabilidad a toda la gente, que no siempre es amable ni prudente”.

Uno de los mayores desafíos de esta ocupación es “el trato con los distintos sacerdotes”.

Para un sacristán es fundamental “tener capacidad de adaptación, buena voluntad, y ponerme listo para recordar cómo cada uno prefiere que le ayude”.

También “llega a tener tal compenetración con su párroco, ya que basta que este le haga un ligero gesto, una mirada, una pequeña inclinación de cabeza, y capta al instante lo que necesita y se apresura a traérselo”.

En los pueblos pequeños el sacristán era laico y entre sus funciones estaba tocar las campanas a oficios (a diario toque de ángelus a las 12 y las ánimas al caer la tarde), fiesta, reunión, fuego, desastres… Asistía al cura en las misas cantadas y tocaba el órgano, si lo había.

El lenguaje de las campanas

Las campanas se programan por ordenador, pero hay un sistema manual para las ocasiones especiales.

Para los funerales, era costumbre tocar una hora antes del servicio. Antiguamente, la gente se dedicaba a la agricultura y así disponía de suficiente tiempo para volver a casa y cambiarse para la ceremonia.

Un sacristán es indispensable para una parroquia

El sacristán llega a prepararlo todo, temprano, como siempre. Coloca y prende las velas del altar, pone o quita los floreros, prepara el Misal y lo que se utilizará en la celebración, instala y prende el micrófono, pone el Leccionario en el atril y lo deja listo en donde corresponde; pone en el atril la hojita de las peticiones; prepara las vestiduras del sacerdote según el color que corresponde.

También sabe qué se necesita cuando hay Bautismos, Matrimonios, Primeras Comuniones, y celebraciones especiales, como por ejemplo en Semana Santa, en las que hay que cuidar muchísimos detalles.

Cuando llega el celebrante, lo ayuda a revestirse. Y durante la celebración, se mantiene atento, por si le toca sostenerle el libro, ayudarlo en algo o resolver algún imprevisto, ir corriendo a traer algo que hace falta, ajustar el equipo de sonido o de iluminación. Y quién sabe cómo se las ingenia, pero siempre encuentra la solución.

El sacristán sabe dónde está todo, en qué mueble, en qué estante, junto a qué o debajo de qué; conoce cada rincón de la sacristía como la palma de su mano.

Llega a tener tal compenetración con su párroco, que basta que éste le haga un ligero gesto, una mirada, una pequeña inclinación de cabeza, y capta al instante lo que necesita y se apresura a traérselo. Parecería que le leyera el pensamiento. Y si trabaja en una iglesia en la que hay varios sacerdotes, asume sin chistar el reto constante de adaptarse a lo que pide cada uno para tener siempre listo lo que pueda solicitarle.

Cuando termina la Misa, los feligreses y el presbítero se van, pero el sacristán se queda, y va y viene, va y viene, atareado, regresando a la sacristía lo empleado en la celebración. Lo guarda todo, y deja preparado lo que se utilizará al día siguiente. Extingue la llama de las velas. Cierra las ventanas. Verifica que no quede nadie. Echa un último vistazo para asegurarse de dejar las cosas en orden; hace una breve oración para agradecerle su jornada a Jesús, y apaga la luz.

Todo queda oscuro y en silencio. Ya se ha ido toda la gente. Se oyen unos pasos que se alejan. Se cierra la puerta de la iglesia. Es el sacristán que se va a descansar, tarde, como siempre.

La lámpara del Santísimo siempre estará encendida, era la máxima que no podía olvidar.

Todo este trabajo por una dotación de cincuenta pesetas mensuales. Los complementos también están definidos según el oficio litúrgico (funerales, bautizos, novenas, nocturno…) llamando la atención el que en los años 50 todavía se mantiene la diferencia de los funerales en primera, segunda y tercera clase.

Curioso también es el cometido de hacer el pan para la Santa Misa, que cobrará cinco céntimos de peseta por panal, después de poner la harina y la electricidad para su elaboración.

Obligaciones y derechos anejos al cargo de sacristán allá por los años cuarenta

Obligaciones:

1.- Guardará y conservará con esmero y limpieza las ropas y demás efectos de la Iglesia, sacristía, ermitas y dependencias.

2.- Permanecerá constantemente en la sacristía o iglesia desde el toque de las oraciones o maitines (según los tiempos) hasta terminar la misa mayor;  poniéndose a las órdenes del párroco o coadjutor que haga sus veces, siempre que sea necesario administrar algún Sacramento o se celebre cualquiera función ordinaria o extraordinaria; no pudiendo desempeñar dichas funciones por otra persona sin causa legítima a juicio del Párroco.

3.- Así mismo cuidará de que la Iglesia y sus dependencias se barran de ocho en ocho días y siempre que el Párroco lo crea necesario; de quitar y limpiar los polvos sobre el Altar Mayor, púlpitos, confesionarios y bancos; ejecutar minuciosamente cuantas órdenes le consigne el Párroco encaminadas al aseo de la Iglesia y sacristía, como también cumplir los encargos que se le prescriban dentro del radio de la población, en asuntos concernientes al servicio de la Parroquia.

4.- Tocará a oraciones al medio día, por la mañana y por la noche; los dos primeros toques a todas las misas rezadas y ayudará por sí o por otros a todas las misas que se celebren, tanto en la Iglesia, como en las ermitas a ella pertenecientes, llevando a ellas las ropas y objetos necesarios al efecto.

5.- Asistirá a todas las novenas que celebre el Clero, a los entierros y nocturnos, encendiendo y apagando las luces de los altares; llevando la Cruz en las procesiones o desempeñando el cargo que el Párroco le designe.

6.- Así mismo tendrá obligación de entonar todos los Domingos y días de fiesta en las misas mayores y vísperas, así como también en los entierros, nocturnos, etc.

7.- Tratará con el mayor respeto y consideración a los Srs. Coadjutores y Srs. Sacerdotes ejecutando sus órdenes con agrado, cuya ejecución no podrá suspender hasta consultar al Párroco, si le ocurriese alguna duda.

8.- Jamás podrá alegar costumbres en orden a la administración de la cera y vino de oblación, pues el Párroco ordenará en esto lo que estime más conveniente; siendo obligación del Sacristán recoger los residuos de cera y ponerlos a disposición del Párroco.

9.- Procurará con gran solicitud que la lámpara que arde ante el Santísimo Sacramento esté encendida constantemente tanto de noche como de día y con la debida limpieza y aseo.

Derechos y emolumentos

1.- El Sacristán tiene de dotación seiscientas pesetas anuales que se le pagarán por meses vencidos a razón de cincuenta pesetas mensuales.

2.- Tiene todos los derechos y emolumentos del arancel vigente a saber.

 


3.- Por las novenas no podrá pedir más que lo que sea costumbre dar por los encargantes o cofradías.

4.- Por cada nocturno encargado cobrará cuatro pesetas.

5.- Por cada panal de hostias que haga se le abonará cinco céntimos de peseta, corriendo a su cargo la harina y la electricidad, teniendo mucha cuenta que la harina debe ser solo de trigo.

6.- En los demás derechos y obligaciones no consignados en este contrato ni en el arancel, se ajustará a la costumbre y a lo que el Párroco decida en unión del que dé los estipendios.

7.- En todos los derechos aquí reseñados, van incluidos los derechos de sacristán-campanero, casa y seguro de enfermedad.

Sacristanes en Alcantarilla

Hay una gran lista de sacristanes en el pueblo. Sus nombres están recogidos en las partidas de bautismo de los feligreses de la parroquia.

El Sacristán Vicente Cano, que vivía con sus dos hermanas en una casita adosada a la antigua iglesia de San Pedro, esquina a la C/ Mayor y la C/ de las Ánimas. Además de las funciones propias del cargo, ejercía como maestro campanero. Manejando las cuerdas de las cuatro campanas que había junto a la Pila Bautismal, (ahora en el Altar Mayor), entrando a la izquierda, tocaba distintos toques y repiques, conjugando una cuerda en una mano y dos en la otra. Así anunciaba las noticias alegres o tristes. Cuando moría alguien, “tocaba a muerto”, la gente se paraba… ¿Quién será?

Trabajaba en las horas libres como pulimentador de muebles en la carpintería de Antonio Hernández Guillamón, “El Peseta”.

Su buen hacer hizo que lo fichara como sacristán el párroco de la iglesia del Carmen de Murcia, donde terminó su vida laboral

Otro sacristán fue Ángel, que se trasladó de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real) a la parroquia de San Pedro.

Actualmente no hay sacristanes en la parroquia. Los diáconos que nombra el párroco para el reparto de la comunión son los que ejercen esta labor, aparte de ayudar al sacerdote en la celebración de la Santa Misa.

 

 

 

Serenos

Sereno era el encargado nocturno de vigilar las calles y regular el alumbrado público. En determinadas ciudades o barrios también debía abrir las puertas. Incluso en algunos países, anunciaba la hora y las variaciones atmosféricas.​ Era habitual que fuesen armados con una garrota o chuzo, y usasen un silbato para dar la alarma en caso necesario.

 

Este oficio se perdió con la llegada de los porteros automáticos, aunque en los últimos años se ha intentado recuperar en varias ciudades españolas como Gijón (desde 1998) y Murcia, donde se volvió a crear el puesto de sereno de barrio.

 

No se conoce con certeza la antigüedad del oficio ya que eran personas contratadas por comerciantes y vecinos de manera privada. Se cree que el primer cuerpo de Serenos lo creó en Valencia el alcalde Joaquín Fos en 1777. Ese año se prohibió la fabricación y el consumo de fuegos artificiales, el alcalde aprovechó la coyuntura para colocar a los trabajadores de las pirotécnicas a vigilar las calles y así matar dos pájaros de un tiro. La iniciativa gustó tanto que muchas ciudades de España siguieron su idea y crearon sus propios cuerpos.

 

Antiguamente el alumbrado de las calles y plazas estaba a cargo de los vecinos, quienes cuidaban de encender, limpiar y conservar los faroles, y de los propietarios, que tenían a su cargo costear y reponer los faroles y las palomillas, abonando además a los vecinos el coste de las luces

Curiosidades sobre los serenos

¿De dónde procede el nombre de Sereno?

En otros tiempos el sereno daba la hora y el estado del tiempo al grito de “las doce en punto y lluviaaaaaa”. Como casi nunca llovía, lo que solía gritar era “las doce en punto y serenoooooo”. La gente de tanto oír su canto empezó a llamarles así para diferenciarlos de otro tipo de vigilantes. Así se le acuñó ese mote, “el sereno”.

La expresión de ‘Tomar por el pito del Sereno’.

Las herramientas del sereno eran el llavero con las llaves de todos los vecinos, el chuzo como arma defensiva y el silbato con el que despertaba a medio barrio con sus avisos.

El pito lo usaban para llamar a la policía o los bomberos en el caso de ser necesarios sus servicios. Llego un momento en el que hacían sonar el silbato por cualquier motivo por tonto que éste fuese. La policía ante tanta alarma injustificada optó por no hacerle caso. De ahí viene la expresión “Te han tomado por el pito del sereno” que significa que nadie te hace el menor caso.

 

La expresión “Llover chuzos de punta” bien se le podría atribuir a los chuzos que usaban los serenos, pero no es probable ya que el chuzo como arma existe desde tiempos inmemoriales.

En la antigüedad los serenos cobraban muy poco, los fines de semana pasaban casa por casa para pedir la voluntad a los vecinos hasta que se crearon los cuerpos de serenos que ya tenían un sueldo pero era muy precario, por lo que igualmente para Navidad también pasaban casa por casa para pedir el aguinaldo a cambio de una postal.

Los serenos de Alcantarilla estaban asociados al oficio de farolero y estaban contratados por el ayuntamiento. En 1879 había dos personas que ejercían de serenos y faroleros. En 1889 Pedro Pérez es destituido de su cargo y se nombra sereno a Alfonso García García (En Crónicas de la Historia de Alcantarilla aparecen contratados varios serenos, recogido de las actas municipales). Francisco García Munuera, nacido en 1903 fue sereno del Ayuntamiento de Alcantarilla.     

Ante la imposibilidad de traer una foto de nuestro protagonista, coloco la de su nieto Francisco García Martínez.

 



 

                       

 

 

 

Silleros

Según el diccionario el sillero es:

La persona que hace o repara sillas.

La persona que cuida las sillas en la iglesia.

 

Dolores Ruiz Ballesta, La “sillera” de San Pedro.

 


La persona que arregla los asientos de las sillas con anea, cordel o soga de esparto.

 

Los antiguos silleros han desaparecido de las calles de los pueblos desde hace decenios. El sillero, era otra de las figuras nómadas que recorría las calles cargado con el haz de enea, comúnmente llamada espadaña, colgando de uno de sus hombros, o podía también ser esparto, aunque no era muy habitual hacer trabajos con este material, que iba voceando: 

¡El silleroooo. Se arreglan sillas, banquetas, mecedoras, hamacas, bancadas! Un oficio de auténtico artista. Daba gusto ver su habilidad y su gran paciencia con el pitillo en un lateral de boca como quemándole los labios. Aunque no es oficio totalmente desaparecido, sí es cierto que ya no se ven por las calles de nuestros pueblos cargando a lomos el pesado mazo del material y soltando una y otra vez su sencillo pregonar.

 



 

Segando la enea

Segaban la materia prima, la enea o anea, de mediados de mayo a mediado de julio “antes que espigue el puro”. Es una hierba perenne provista de rizomas que alcanza hasta los 2 metros de altura en el margen más interior de la orilla de los cursos de agua lentos, de las riberas, cauces de ríos, arroyos, albercas… Se la conoce también con los nombres de anea o enea, espadaña o puros.

 

Anea, espadaña o puros 

Una vez segada la enea se espera a que se ponga el color característico amarillo. De vez en cuando echa agua al haz para que le sea más fácil poder trabajar con la enea.

Herramientas

En su talega, guarda sus herramientas habituales como son: cuña, azuela, cepillo, punta y puntilla, serrucho, berbiquí, martillo, tenaza, y calzador.

 

Detalle de las herramientas del sillero

El oficio artesanal del Sillero sólo necesita un haz de enea a sus espaldas y los útiles necesarios para rehacer los asientos de las sillas. El silleeeeero.. este es el grito característico del pregonar de un hombre, que, con muy poco utillaje, paseaba por nuestras calles para ponerle el culo de asiento a las sillas viejas, o para arreglar y encolar los palillos que hacen de contrafuertes en la base de la misma.

 

Arreglaban los travesaños de las sillas rotas

Una amplia variedad de usos posibilitaba este oficio artesanal, había sillas bajas, para que las costureras pudieran realizar sus labores sobre las rodillas, para sentarse al resguardo del brasero de picón o para compartir conversación con los vecinos en las noches del estío, e incluso eran heredadas de madres a hijas. Sillas normales para sentarse la familia a comer alrededor de la mesa. Sofás que se situaba en el centro del comedor. Y el sillón, preferido del abuelo. Con la época de los cambios de mobiliario, a finales de los sesenta, las sillas de aneas se tiraron o malvendieron para llenar las casas de tapizados en skay, y muebles de charol, desapareciendo también las hogareñas cómodas, plateros y chineros, que hoy -lo que son las cosas-, tienen un valor incalculable por sus diseños.

Y también se demuestra con los años sin las sillas de bayón, que este material es caliente en invierno y fresco en verano, “y nos damos cuenta tarde y ahora la echamos de menos”.

En esta imagen del derribo de la Iglesia de San Pedro se puede observar, abajo a la derecha, detrás de los niños, la puerta del cuarto de las sillas que se alquilaban para las misas.

 

Diferentes dibujos se podían hacer con la espadaña, podríamos decir que era a gusto del consumidor, bien en forma de triángulos, cuadrados, rombos, etcétera. Es verdad que salía más barato comprar una silla o mecedora de espadaña hecha en fábrica, pero era menos artística, menos laborada por hombres como los silleros que le daban “vida” por medio de esas curtidas manos.

 

Un dibujo a cuadros

 

Un arreglo de asiento con rombos hechos con guita de esparto

 

Sillas bajas, apropiadas para acercarse a la chimenea

 

En el pueblo, que conozca, vendían las sillas:

Francisca García la del “Barracón”, abuela de Juan “El Regular”, de Paco “21 dedos” y Enrique Aulló. Vendía las sillas para la misa a “perra chica” y a “perra gorda”, según el estado en que se encontraran. Cuando acababa la misa, toda la familia recogía las sillas y las colocaban en el cuarto que daba a la Plaza de la Iglesia, (donde ahora está la capilla del Cristo Yacente). Las sillas se amontonaban hasta el techo y un día a Juan le cayó encima una fila entera que le hizo un chichón como un huevo en la cabeza.

 

Bonita y cómoda silla para el “brasero”

Dolores Ruiz Ballesta. Vendía las sillas en la época que éramos monaguillos. Después de cada misa ayudábamos a recoger las sillas, llevándolas al cuarto donde se apilaban, quedándose dispuestas para que los parroquianos las pidieran en la siguiente misa. Como había pocos bancos en la iglesia, cuando había un funeral y se colocaba “el catafalco”, Dolores colocaba una serie de sillas para que las ocuparan los familiares del difunto.

Arreglaban los asientos

La Dorotea de la Cuesta del Mareo.

“El Tío Perico de la Rueda”.

 



Juan, Antonio Sáez y Angelita, en una buena faena restaurando con sus propias manos el asiento de esta silla que luego les dará calor en invierno y fresco durante el verano. Se observa que la silla de Antonio tiene el asiento nuevo, recién arreglado.

 



 

 

 

 

 

Tapicero

El término tapicero tiene dos acepciones. La primera acepción refiere al artesano que elabora tapices. La segunda acepción refiere al artesano que recubre con tapices, tela o piel asientos domésticos.


 

Muestrario de tapicería

El oficio de tapicero es un oficio milenario, que data del 5.000 a. C. en época de faraones. Es un oficio con alma propia que avanza con los tiempos y las necesidades de los clientes. El trabajo de un tapicero es un oficio artesanal, que se enseña de aprendiz a maestro. Solo las manos más delicadas y pulcras de un tapicero hacen de él un maestro.

 

Un  tapicero trabajando en piel

El ebanista se ha conocido durante años como una persona que se especializa realizar piezas únicas. Además de producir todo tipo de muebles como sillas, mesas, armarios y añadir buenos toques finales a sus obras, como buenos tallistas, que también eran. Es entonces durante el renacimiento cuando ebanistas y tapiceros trabajaron juntos para lograr los objetivos deseados y poder realizar extraordinariamente los encargos de la nobleza.

 

Francisco Zapata Sandoval, maestro Tapicero

Para conocer más cosas sobre esta interesante profesión hablamos con nuestro vecino de Alcantarilla Francisco Zapata Sandoval, maestro tapicero, jubilado, y aprendiz de tallista en sus primeros tiempos. Me explica que el trabajo de tapicería consiste en quitar las telas viejas de los muebles y poner otras nuevas, reparando, al mismo tiempo la estructura del asiento y el relleno.

 

Continúa Francisco explicándome que el tapicero mejora notablemente el aspecto estético así como su funcionamiento y comodidad; para ello posee gran conocimiento en estructura y materiales que se necesitan en la tapicería. Su función primordial es la de tapicería de muebles, sofás, sillones y butacas. El profesional en tapicería también se encarga de restaurar, renovar la silla, mueble o sofá con diversas telas logrando darle la nueva imagen que desee el cliente. Repara y restaura lo que se encuentre en mal estado.

 

Hay que tomar muchas y cuidadosas medidas

Desde su atalaya de jubilado me cuenta Francisco que ha trabajado en su oficio más de 40 años, en empresas de muebles metálicos y de madera. Ha trabajado en “Cremasa”, cooperativa de muebles metálicos y en “Muebles Lajarín” en la sección de muebles. También colaboraba en el trabajo de tapizado con la empresa de muebles de artesanía “Creaciones Murci” de Alcantarilla.

 

Cuenta que todo el proceso de fabricación se realizaba manualmente, sin máquinas. El esparto lo recibían en unas trenzas, lo abrían, colocándolo en un tornillo y lo desmenuzaban a mano para preparar el relleno. Luego llegaron los plásticos.

Para proceder a la reparación, una vez retirados los materiales viejos, procedemos a montar todos los elementos que van a constituir el nuevo tapizado, bien sea asiento o respaldo: primero se coloca el saco; a continuación se sujeta el muelle y lo cubrimos con estopa o esparto preparado al efecto para los asientos, ahora es el momento de dar la forma adecuada al asiento, según la estructura del soporte: silla, sillón, sofá…

 

La tarea terminada

Para realizar estas faenas se ayuda con una serie de herramientas propias de la profesión, tales como:

Las tijeras, son una de las herramientas más básicas para tapizar, es imprescindible contar con unas tijeras bien afiladas que nos faciliten la tarea y nos permitan hacer cortes limpios y precisos.

Destornillador, se utilizan varios tipos de destornilladores: planos, de punta fina, de estrella.

Martillo. Alicates. Grapadoras. Francisco a lo largo de su dilatada carrera las ha utilizado de varios tipos: manuales, eléctricas y neumáticas, incluso la pata de cabra.

             

 

 

 

 

Tartaneros

Tartanero, conductor de la tartana, carro usado para el transporte de personas o mercancías.

 

Tartana, coche tirado por caballos, generalmente de dos ruedas, con la cubierta abovedada y asientos laterales.

 


 

Tartana (1998, P.Cascales)

La tartana es un pequeño carromato de varas montado sobre muelles de ballesta. Carruaje cubierto de dos ruedas y limonera con tiro de sangre. Por delante se cierra con tablero de dos cristales y por detrás, con portezuela y cristal.

La tartana está diseñada para transportar a varias personas en su interior sentadas en dos asientos colocados en cada uno de sus laterales. En la vara derecha tiene un estribo que utiliza el conductor y otro en la parte posterior. Por su parte, el asiento del conductor es una tabla reducida forrada de vaqueta unida al encuentro de la vara derecha y la caja.

La tartana en Alcantarilla

En el Museo de la Huerta de Alcantarilla, se encuentra la tartana que se supone usaba don Santiago Ramón y Cajal.

Fue rescatada de las ruinas de la Torre Cajal a iniciativa del alcalde don Fulgencio Pérez Artero. La tartana fue restaurada por la Asociación de Amigos del Museo de la Huerta, realizando las reparaciones, pues estaba muy deteriorada, unos artesanos de Aljucer, José y Javier Martínez Martínez.

 

Apunte del natural realizado por Fulgencio Saura Mira de la tartana que se encontraba junto a Torre Cajal

Teóricamente don Santiago usaba el carruaje para bajar al pueblo donde participaba en una tertulia con personajes destacados del pueblo. Don Santiago tiene dedicada una calle en el pueblo, la antigua C/ de Mula, que llevaba a esta ciudad situada en el noroeste de Murcia.

En el Museo de la Huerta, en un cobertizo, se encuentra una colección de carruajes de varios tipos de los usados en Alcantarilla: tartana, carro, carreta, galera, etc. de las usadas por vecinos del pueblo; y en su interior un modelo de dos plazas, usado generalmente por los médicos o personas con un cierto poder económico para desplazamientos cortos.

 


 

Detalle de la rueda

 

Carreta tirada por un par de vacas. Esta carreta fue donada al Museo por Juan Lorente Martínez, su mujer Cayetana y su hijo José, que vivían en la Calle de La Cuesta, y que la habían usado toda una vida

 

Galera de Mariano Abizanda donada por P. Cascales al Museo

El paso siguiente a la tartana era la galera.

La galera es un carruaje murciano de mayores dimensiones que los carros y tartanas, de cuatro ruedas sobre ballestas, cubierta y con asientos tapizados y suelo con moqueta o alfombrilla, tirada por mulas o uno o dos caballos. La galera era conducida por el galero o tartanero. Se usaba para el porte de personas entre localidades.

En Murcia hubo muy buenos artesanos constructores de tartanas; las distintas fases de la construcción, tenía unos especialistas como los guarnicioneros para el tapizado, la pintura…

Las galeras fabricadas en Murcia resultaban de lo mejor que se hacía en su género, por su sólida construcción, ligereza y elegante forma, así como por el buen gusto con que se decoraba.

Como curiosidad había unos precios, en 1924, para el servicio público, desde la estación del ferrocarril. Por cada galera para una familia desde la estación, era 4 pesetas. El servicio dentro de la población, por cada viajero, era de 1 peseta.

Además de en la estación había paradas en la Plaza del Cardenal Belluga, Plaza de los Apóstoles, Puerta del Casino, Puente Plano de San Francisco, Plaza de Camachos y Santa Teresa. En las tardes de toros tenían parada en la Plaza de la Cruz” (Extraído de la revista Cangilón, nº 34).

 

Galera de don José Caballero del Molino de La Providencia

 

Interior de la galera

      

 

 

 

 

 

Vidriero

Vidriero es la persona cuyo oficio se ocupa de la reposición de vidrios, composición de vidrieras, e incluso la fabricación de vidrios y cristales. Es la base de la artesanía del diseño y construcción de ventanales de iglesias o esculturas y pequeñas estatuas de vidrio. En algunos lugares y en el medio profesional se conocen como oficiales de caña.

 

Los vidrieros usan en la fábrica de vidrios hornos, carquesas "maniolas", crucetas. Hay hornos de reverberación "poyatillas", sopletes, igualadores, hierros, formas, tijeras. En el taller de vidrio, lo aprietan sobre el mármol, modelan, cortan, y lo labran (a follajes, a perfiles, a esmalte, a oro, a colores y pinturas). El virtuosismo del oficio queda de manifiesto cuando lo tiran en hilo, lo hilan, sacan pelucas, hacen toda suerte de tubos y fingen piedras preciosas.

 

Técnicas

Existen muchas técnicas para trabajar con el vidrio, las más comunes son: Apilado, arenado, emplomado, esmaltado, fletado, grabado, inclusiones, laminado, peinado, serigrafía, soplete, tejido, entre otros.

Herramientas principales

 

Cortadora de disco

 

Cortadora de vidrio tipo "Fletcher"

 

Taladro para vidrio

 

Soplete

 

Cutter


Fases de la producción

Los componentes se llevan a la temperatura en un horno que generalmente tiene la forma de cúpula y que tiene tres partes:

a) La parte inferior que alberga el combustible.

b) La parte intermedia donde se coloca la mezcla que se funde.

c) La parte superior, denominada cámara de recocido, en la que los productos se dejan enfriar lentamente hasta alcanzar la temperatura ambiente.

La pasta vítrea está en contacto con el exterior por una abertura dispuesta alrededor del horno, en primer lugar se le da a la pasta una forma cilíndrica y posteriormente el operario toma una pequeña cantidad de pasta con la caña que suele tener entre un metro y un metro cuarenta y cinco de longitud, y a través de ésta el artesano comienza a soplar para darle al objeto la forma deseada, de manera que el objeto no pierda nunca la maleabilidad que le produce el calor del horno. En esta fase se pueden utilizar moldes que aceleran el proceso de soplado, al realizarlo directamente en los moldes. Una vez terminado este proceso de modelado, el objeto de vidrio es colocado en el horno de recocido donde se continúa cociendo a temperaturas más bajas y de forma gradual para evitar resquebrajaduras o roturas debidas a cambios bruscos de temperatura.

Hornos

Alimentación de un horno de vidrio.

 

En el proceso en caliente es donde se dan distintas formas al vidrio fundido. Para mantener su temperatura, los hornos se alimentan lentamente. Suelen funcionar con gas natural o fueloil, con temperaturas de hasta 1.575 °C, limitadas solo por la calidad del material del propio horno y por la composición del vidrio. Los tipos de hornos utilizados suelen tener alimentación de oxígeno para mejorar su rendimiento.

Moldeado por núcleo

 


Se hizo en tiempos muy antiguos en Mesopotamia, en la Grecia Antigua, en el oeste de Asia y en el Mediterráneo.

Se hacían pequeñas vasijas de cristal en torno a un núcleo central que se podía quitar más tarde. Este núcleo estaba hecho de estiércol de animal y arcilla y se moldeaba de la forma que se necesitaba para el interior de la vasija. Posteriormente se metía en el vidrio fundido en el horno. Se iba girando la varilla para que el revestimiento fuese por igual hasta que tenía el grosor que se necesitaba, más tarde se sacaba y se dejaba enfriar. La varilla que quebraba con un golpecito y el núcleo se quitaba rascándolo.

Vaciado con molde

Fue un método empleado en la Edad de Bronce hasta los tiempos de Roma. Se utilizaba para piezas de joyería, objetos de mesa, incrustaciones y placas, insuflando el vidrio caliente en un molde abierto o usando dos moldes que encajasen. Se podía insuflar el vidrio caliente en el hueco que quedaba entre el molde interior y el exterior o bien se rellenaba el hueco con polvo de vidrio y después se metían en el horno los moldes para la consecución de la pieza.

Vidrio soplado

 

Se empezó a usar hacia los años 75-50 a.C. en el Imperio Romano y se extendió hasta el resto del mundo, tuvo tal difusión que aún se sigue utilizando en la actualidad. Se va girando la caña de soplar dentro de un horno para coger una cantidad uniforme de vidrio fundido. Una vez sacado del horno, el vidrio se retira hacia la superficie metálica o pétrea conocida como mármol, haciéndolo girar, para hacerlo cilíndrico antes de soplar la burbuja para formar el cuerpo de la vasija.

 

Variopintas vasijas fabricadas por Juan con diversas técnicas

Una vez soplado y trabajado para conseguir la forma y el tamaño deseados, se aplica a la base una varilla llamada pontil, y se retira la caña de soplar. Se seguirá trabajando, girando el pontil, para hacer la abertura. Una vez terminado, se rompe el pontil con un golpecito en la base, dejando la característica marca del “adminículo”. Esta señal se podrá quitar lijando y puliendo la zona, pero hacia 1880 se sustituyó este pontil por una caña que no deja marca en la pieza.

Vidrio moldeado

 

Vidrio soplado y moldeado

Se desarrolla desde la antigüedad y se vuelve a hacer en los siglos XVIII y XIX. Se insuflaba en los moldes del vidrio fundido, que tomaba la forma y el dibujo de los moldes de dentro y de fuera. Después de enfriarse, se le quitan los moldes y la pieza ya se considera terminada.

Prensado en molde

 

Jarrón

Esta técnica se usó por primera vez en América en la década de 1820 y se extendió por Europa en la década siguiente. Era una técnica mecánica muy innovadora, que consistía en verter el vidrio fundido en un molde de latón o de hierro y apretarlo contra los lados con una especie de émbolo de metal. El molde daba la forma exterior al vidrio y el émbolo la interior. En los primitivos vidrios prensados americanos la decoración se hacía sobre un fondo de motas punteadas para disimular cualquier imperfección y adoptó el nombre de “vidrio de encaje”.

Juan Alcántara Vidal

Juan se ha dedicado toda su vida al trabajo del vidrio en sus distintas facetas y técnicas. Inició su andadura allá por 1999, haciendo serigrafías, vasos y copas para distintas empresas de la región de Murcia y otras comunidades, tales como Estrella de Levante o Destilerías Bernal.

 


 

Diversos tipos de botellas de las fabricadas por Juan

Estuvo varios años estudiando en la Real Fábrica de Cristal de la Granja. En 2000 arrancó su primer horno, mientras estudiaba, con soplado del vidrio en el Polígono Industrial Oeste de Alcantarilla. Allí hacía vasos, copas, botellas, tulipas para los faroles y pasos de la Semana Santa, de todo.

Juan en su trabajo huye de la fabricación de piezas en serie de las grandes industrias. Hace diseños propios que hornea en hornos pequeños. Obteniendo piezas de gran calidad. Al ser una producción limitada, emplea 5 ó 6 personas y su trabajo personal.

Por ejemplo, para Destilerías Bernal fabrica anualmente 1.500 botellas que contendrán el coñac “Constitución”, emblema de las destilerías.

Ha pasado con su industria por varios lugares como Molina de Segura, Carretera de Alcantarilla y actualmente en una gran nave en el camino de la Silla pasado “Almendras Cremades”, una de las tres grandes naves que hay a la derecha.

 

Los sistemas de fabricación que usa son: vidrio soplado artesanal a mano, vidrio de prensa centrifugado, y una máquina semiautomática.

Tiene el único horno para hacer el fundido como a cera perdida, igual que con los metales.

Aparte de ls empresas de Murcia para las que trabaja, tiene por toda España pedidos y por países de Europa  como Alemania; Japón, los Países Árabes.

En Qatar realizó para un palacio de tres plantas una escalera en vidrio dorado y una puerta con una estrella de David, en cristal, con un espesor de 15 m/m de distintos colores, sin ninguna clase de unión.

Noelia Alcántara

Licenciada en Historia del Arte. Hizo las prácticas fin de carrera en el Archivo Histórico Municipal de Cayitas en Alcantarilla.

Noelia es una experta en el soplado de vidrio y concurren en ella la circunstancia que es la única mujer sopladora de vidrio que existe en España.

 

Noelia Alcántara

 

Un horno encendido

Entre otras actividades, que desarrolla y las técnicas que investiga, ahora está trabajando en joyería en vidrio con soporte de acero y plata. Usa un vidrio dicroico que cambia de color según la luz. Todos los objetos que realiza son de diseño y técnica de fabricación propios de Noelia.

José Romero Luque

Es natural de Montilla, Córdoba. Vive asentado en Alcantarilla bastante tiempo. Estudió restauración del patrimonio y técnicas escultóricas en madera. Es tallista y ebanista, especialista en el montaje de muebles a base de ensambles. Fabrica moldes para el vaciado del vidrio. Actualmente trabaja en diseño 3D, para preimpresión de artes gráficas.

 

José Romero Luque

Noelia y José Romero, trabajan juntos en la investigación y diseño de nuevos tipos de materiales, tanto en acero y plata, así como en madera y vidrio. Algunos de sus trabajos se pueden apreciar en la tienda exposición que tienen abierta en Camino de los Romanos, 31.

 

Logo de la empresa

 

Juan y Noelia

Y estamos de suerte en Alcantarilla porque la única empresa familiar de las cinco que había hasta hace poco en España no va a desaparecer ya que Juan tiene una continuadora del negocio en su hija Noelia.

 

Fórmula magistral

 

 

 

 

 

 

 

Zurcidora de medias


Hubo un tiempo en el cual un determinado cosquilleo en la pierna iniciado en la rodilla o la corva te helaba la sangre, gritabas ¡una carrera!, y corrías a controlar la integridad del precioso tejido de tus medias... ¡Una carrera! Veloz como el paso del tiempo se extendía para arriba, hacia abajo, siempre por donde más se veía y más afeaba ese tenue brillo uniforme de tu mejor, y normalmente único, par de medias de nailon.

Y hubo chicas que por aparentar llevar medias sin poder comprarlas se pintaban sobre la piel de las piernas con lápiz de ceja la costura vertical de atrás.

Pero había un remedio tras un cartelito: “Se cogen puntos de media”. Por unas pesetas la zurcidora sabía recomponer con finas agujas curvas ese tesoro que eran las medias antes de inventarse los pantys baratos… ¡Qué tiempos aquellos!”.

 

Zurciendo las medias

Las zurcidoras pasaron parte de su vida laboral frente a un tejido delicado, el de las medias. Han vivido años de esplendor en su oficio, por la carencia de recursos en la época, en los que un par de medias “de las buenas” era poco menos que un artículo de lujo. Sus manos, y su excelente vista, servían para reparar éstas y otras tantas menos ostentosas en aquellos tiempos. La evolución en este trabajo ha ido pareja a la de una sociedad con más recursos, y por tanto más consumista, en la que impera el “usar y tirar”. El reciclaje de medias, el zurcido, es ya historia en el capítulo de los oficios perdidos.

 

Cogiendo puntos de media

Las mujeres en la mercería en su casa, etc., aprendieron rápidamente a utilizar la pequeña máquina de motor que las zurcía, y con la mirada y las manos pendientes de cada hilo, constituía una estampa típica al traspasar el umbral de la tienda o a través de la ventana verlas trabajando mientras aprovechaban la luz natural. Había que tener paciencia, buen pulso y por supuesto buena vista para coger las carreras o los puntos abiertos.

Las primeras medias eran de cristal y luego llegaron otras con ligas que se pegaban. También, por supuesto, se utilizaban los ligueros pero todo esto fue antes del nacimiento del revolucionario panty que cambió el concepto de “medias a enteras”.

El presupuesto

Era el comienzo de los años sesenta. No había dinero y la gente se arreglaba las medias. Valían como 30 pesetas nuevas y el zurcido podía costarles unas 2 ó 3 pesetas. Lo primero que hacía la zurcidora era echarles un vistazo y evaluar los daños. Hacía un presupuesto para saber si valía la pena o no arreglarlas ya que en algunos casos estaban demasiado deterioradas. Decían las zurcidoras “las medias lavadas mejor reparadas", eran olvidos, pero se daban casos y de esa forma no era posible trabajar, había que traerlas lavadas.

Más tarde llegaría el boom de las medias de pantalón que siguieron arreglándose y, pese a la imposición años después de los pantalones femeninos, las medias no perdieron ningún protagonismo.

 

Bolsa para recogida de medias

Ya no hay zurcidoras, como tampoco huevos de madera para coser calcetines...

Dicen que el tiempo de la miseria ya pasó. Lo creo, pienso que ahora estamos en el de la pobreza. No quedan zurcidoras. No se ven huevos de madera para coser calcetines. Algún dedal (sólo para coleccionistas), y pocas agujas para enhebrar.

 

Con el huevo de madera

El cartel de "Zurcidora" es algo que a las nuevas generaciones les llamará a curiosidad.
Había una máquina, la Rodericus, que era la de coger "puntos de media", pues antes las medias se zurcían. Eso fue hasta que vino la "Marie Claire"... un panty para cada mujer. Creo que costaba 25 pesetas y aquello acabó con la austeridad de contar en reparar las "carreras".

 

Panties  Marie Claire

 

…Y el agujero se cerró!

 

Antigua máquina zurcidora levantadora de puntos de media

Dolores (Loli) Juan Marín, que empezó cogiendo puntos de media en la calle las Eras. Después al contraer matrimonio siguió haciéndolo en la calle del Rosario.

 

Magnífico estuche con un juego de agujas de las que utilizaba Loli en su trabajo de coger los puntos de medias

 

Loli Juan Marín (en la actualidad)

Al principio cobraban un real, dos y una peseta, dependiendo del estado y la duración de la reparación.

 

Vista  de los utensilios de trabajo usados por Loli. En una muestra que se puede contemplar en el Museo de la Huerta, donados por Dolores Juan Marín

 

Otra perspectiva de los utensilios de coger puntos de medias

 

Zurcidor de medias de madera, el “huevo”

Caridad Marín Ortiz, Cari, la tía de Loli, cogía puntos de media en la tienda de Avelino, que en aquellos entonces era una mercería.

En la casa que hace esquina de la calle Mayor a la de los Pasos, en lo que luego sería la librería Almagro, cogía los puntos la hermana de Romana, la mujer del Pon, Paca Arnaldos.

La hermana de don Juan Hurtado Descalzo, cogía los puntos en la calle Mayor, 21 (encima del Banesto) en el edificio de su hermano don Juan.

 

Aplicada en la tarea

No hay comentarios:

Publicar un comentario